Capitulo 6 Otabek y Yuri

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Victor dejó escapar un largo y lento siseo de furia. Su mirada sólo lo tenía en la mira, listo para acabar con Otabek. Su enfado aumento al ver a su hijo mayor en brazos de aquel hombre.

Victor-¿Cómo te atraves a tocarlo? Es un niño y está bajo mi protección. Es mi hijo, sueltale. -le miró con odio- nadie tiene derecho a tocarle.

Otabek cambió lentamente el peso de su cuerpo, susurrando una orden para que su sangre dejara de fluir hacia el interior de Yuri. Se alzó en toda su estatura, con su compañero en los brazos. Yuri cayó en un sueño por culpa de la sangre de Otabek.

Otabek-No es un niño, si lo fuera, no habría sido incapaz de restaurar colores y emociones. Es mi compañero y está sujeto a las leyes de nuestra gente. Si tengo que pasar sobre de ustedes, lo are. Sabes que hablo encerio.

Seun-Gil- es un humano... un adolescente, apenas tiene dieciseis -dijo serio mirando como ambos hombres estaban a nada de lanzarse al ataque-. Es cierto que ellos maduran más rápidamente que nuestros niños, pero es demasiado joven. Un bebé a nuestros ojos. Y eso lo sabes. Su lugar por el momento es al lado de su familia.

Victor-Dámelo antes de sacarlo de tu encantamiento. No quiero que se despierte asustado.- se adelantó, sus ojos azules brillaban con una amenaza letal.

Vitaly-Te recuerdo, un muchacho que huía de nosotros hace largos años. - materializándose para mirarlo serio. Sentía la energía de ambos carpatianos chocando. Sabía que estaba a nada de una pelea. Su prioridad era Yuri y Mari

Otabek giró la cabeza para mirar al legendario gemelo, sus ojos chocaron como estoques afilados. -Ya no soy un muchacho y no huyo de nada... ni de nadie. Ni de aquellos que se hacen llamar mis maestros. Ustedes que me abandonaron. - La tierra se movió, ondulándose ligeramente. Respondiendo al enojo del carpatiano.

Yakov-Ten cuidado, Victor -exclamó materializándose al lado de Vitaly -. Mari está atrapada bajo esas ramas.

Vitaly- ¡Mari! -corrió a donde estaba la pila de ramas. Sentía terror de ver como estaba su compañera.

Vitaly buscó frenéticamente a través de las ramas del árbol caído para vislumbrar a Mari. Simplemente irrumpió en el laberinto, pulverizando la madera hasta que la alcanzó. Yacía inmóvil y pálida, con la cara vuelta hacia él, goteaba sangre de su sien, manchando su pelo. Su pierna estaba lastimada también. El corazón de Vitaly casi dejó de latir.

Por un momento se hizo un silencio, como si el propio mundo hubiera dejado de respirar. Imágenes de Mari llenaron su mente.

Ella sonriéndole, con la mirada llena de amor, su voz al bromear con él, el tacto de sus dedos sobre la piel cuando él despertaba primero y enfrentaba ese momento en el que recordaba su vida antes de ella. Corrió como un loco, atravesando las ramas como si no fueran más que palitos, su garganta estaba constrecnida y su corazón palpitaba. La piel de Mari parecía traslúcida, fría, sus labios estaban azules, y estaba completamente inmóvil, tanto que no podía detectar aliento o latido de corazón. Tenía que estar muerta.

Se detuvo bruscamente, con la mano sobre su propio corazón. Ningún aire se movía a través de sus pulmones. Su pecho se negaba a alzarse y caer. Su propio corazón tartamudeó. No podía seguir adelante sin ella. No había vida sin ella. Ni felicidad. Nada excepto noches interminables que avanzaban lentamente hasta un negro vacío interminable. No podía hacerlo de nuevo... volver al lugar donde había estado antes de encontrarla.

Yakov-¡Vitaly! -le cogió del brazo y le dio una pequeña sacudida-. Parece como si estuvieras en trance. Tenemos que quitarle de encima las ramas más pesadas. -Había llegado a su lado para ayudarle a sacar a la mujer.

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