Confesiones

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El aire era helado, el viento estaba a todo lo que daba y seguía sin recordar nada, sentía un peso enzima suyo, como si estuviera sosteniendo algo.
Recorrió su mirada hacia la izquierda donde todo era borroso, la obscuridad había terminado pero en su lugar la vista se le nublaba y esos sonidos seguían aturdiéndolo.

"Te necesito"

Severus despertó a la mañana siguiente entre los brazos de su pareja, este estaba abrazándolo de forma sobre protectora como si fuese a irse; se quedó admirándolo por un rato, no tenía prisa por irse pues era Sábado, quería estar todo el rato que pudiera de esa forma con su novio.

-Si sigues observándome me veré en la necesidad de comerte de nuevo- habló el oji-plata mientras tenía los ojos cerrados.

-¿Por qué finges estar dormido?-

-¿Por qué me observabas?-

-¿No puedo admirar la belleza de mi pareja?-

-Sí claro, puedes admirar todo lo que desees-

-Que gracioso-

-¿Harás algo hoy?- pregunto Sirius al menor.

-No... al menos que tengas planes- respondió.

-Estaré libre para ti- Sirius le dijo a su novio mientras le regalaba una sonrisa socarrona.

-Bueno... en ese caso podríamos estar aquí, sin que nadie nos moleste. Desaparecernos un día- el oji-ónix le guiño el ojo a su novio.

-Bien... y tengo una idea de por dónde empezar el día- Sirius atrajo a Severus y lo comenzó a besar.

Otro round más por la mañana para después comenzar a vestirse.

-¿Todo bien?- dijo Sirius al ver como su novio no podía levantarse bien.

-Sí, es solo que... no puedo pararme- habló con molestia el de piel cetrina.

-¿Por qué?-

-¡Oh! No lo sé, ¿tal vez porque eres un salvaje que no mide su fuerza?-

-Tú eras el que me pedía que lo hiciera más fuerte- Severus se sonrojó al escuchar esto, tomó una almohada y se la aventó a su novio que se acercaba para ayudarle.

-¡Auch! Desmiénteme...- el más bajo levantó la mano para que el otro lo ayudara a pararse, pero en vez de eso Sirius se acercó y lo cargó de modo "princesa" mientras el otro pataleaba para que le dejara.

-¡¿Qué haces?!-

-Vamos a ducharnos, cariño- Sirius le sonrió ladino a Severus, este solo volteó el rostro un poco cohibido y se dejó mover.

Después de un rato la pareja comenzó a cambiarse, Sirius ayudó a su novio ya que realmente no podía moverse mucho, comieron un poco de lo que había en un refrigerador pequeño que había ahí y después se recostaron. Sirius veía y escuchaba con atención desde el regazo de Severus el cual leía un poco en voz alta mientras jugaba con el cabello de su novio, así hasta que Sirius interrumpió a su novio y comenzaron a discutir por una trivialidad del libro; de la conversación infantil de la pareja se saltaron a una vida en la cual ellos podrían estar juntos.

Sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora