Abri los ojos al sentir una presión en mi cabeza , y un olor amoníaco se coló por mis fosas nasales. Una luz blanca y tenue hizo que mi vista con un gran esfuerzo se normalizara.
Esta no era mi habitación.
Obvio no.
—¿Estás bien?—el chico puso el amoniaco en alguna parte y volvió a poner su atención en mi. Miré a mi alrededor y note que estábamos en una habitación muy distinta a la que era la casa abajo.
—¿Qué me pasó?—cuestione, confundida. La cabeza me daba vueltas.
—Te desmayaste—respondió con gentileza, mi corazón comenzó a galopar muy deprisa dentro de mi. Me quedé en silencio sepulcral observando lo tierno que se veía.
El chico, al ver que me quedé en silencio comenzó a observar mis ojos, me encogí cuando su dedo pulgar apretó mi párpado.
—¿Te ha pasado otras veces?—inquirió con interés.
—No, no me ha pasado—respondí. Me intenté levantar y el no me lo permitió.
—No deberías levantarte, debes sentirte muy débil.
—No es nada. De verdad— dije. Quería convencerlo de que todo estaba perfecto, que ya se me había pasado.
—Debería llevarte al hospital—insistió—. No es normal que te hayas desmayado así. Tal vez te haya bajado la azucar.
Me ruborice, baje la cabeza un poco intimidada, tener la atención de un joven tan atractivo no era algo que podía sobrellevar de la noche a la mañana.
—¿Viniste sola?
—No, he venido con mi prima.
—Ah, había olvidado que mi hermana tenía un viernes social hoy—sonrió, sus hoyuelos lo hacían ver tan hermoso.
—¿Tu vives aquí?
Asintió.
Silencio.
—¿Estas segura de que no quieres ir al hospital? Porque puedo sacar el auto y llevarte.
—No hace falta, pero gracias por tu preocupación —le mostré una sonrisa segura.
—¿Quieres un baso con agua?
—No, no hace falta. Debo volver, mi prima me está esperando.
Intenté levantarme nuevamente, aún sintiendo esa debilidad que me provocaba su presencia.
Demonios
¿Qué me estaba pasando?
¿A caso vivir tanto encerrada me había dejado secuelas? ¿A caso tenía fobia social? No tenía amigos allá en el pueblo y siempre viví excluida, tal vez era por eso.
El se levantó conmigo para tomar mi mano y ayudarme a bajar de la cama.
No estaba vestido, que mal, esto estaba mal. Estaba intentando concentrarme en su rostro y no en su cuerpo todo fornido.
Demonios Sarah, eres una pervertida integrada. ¡Cálmate! Esto está de infarto pero haz un esfuerzo.
—Perdona si te incomoda mi desnudez, —se rascó la cabeza—es que no me dio tiempo vestirme, espero no incomodarte.
Estaba segura de que estaba roja.
—No pasa nada, además ya estoy de salida. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
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Los Deseos Pecaminosos De Una Mojigata +18
FantasíaSarah Morgan es una estudiante universitaria. Parece ser una buena chica, con excelentes calificaciones y muy discreta. En su primer año de universidad, logra integrarse para estudiar en una de las universidades más prestigiosas; sin embargo, ella n...