**Narrador omnisciente**
Después de aquella conversación que tuvo con Sarah Morgan, Christopher Fox se encaminó hacia la cafetería en la que estaba Rachel Warren, esperando.
Ellos acordaron hablar sobre el suceso acontecido. Christopher planeaba ponerle fin a esta dramática escena.
A lo lejos, vio a esa chica de cabellera castaña, sentada, con su cabeza levemente baja, prestando atención a su teléfono móvil. Se reía mientras tecleaba con sus delicados dedos.
Él se sentó de golpe, lo cual provocó que la chica se sobresaltara. Planeaba encontrarlo sereno, pero por la expresión que tenía en su cara denotaba que él no se sentía bien con lo que estaba aconteciendo.
—Debemos hablar —presionó—, no puedo esperar.
Rachel se quedó estática, observando su manera de actuar mientras rápidamente guardaba su móvil en el bolso.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué vienes y te sientas así? ¿Por qué me asustas? —inquirió con esa voz sensual que la caracterizaba.
—Sabes muy bien a lo que he venido —contestó en un tono molesto—, no tenías ningún derecho de irrumpir en mi casa y hacer semejante escándalo.
La chica se sintió dolida al comprender que él no la tomaba lo suficientemente en serio como para soportar que ella le hiciera un escándalo que, para ella, era con toda razón, ya que los rumores que estaban vigentes eran totalmente delicados.
—Eso debiste pensarlo antes de acostarte con ella —lo miró desafiante—. Soy yo la que debería reprochar, no tú, porque no fui yo quien la regué. ¿Ok?
—Ya te dije que entre esa chica y yo no hay nada, Rachel —repitió hastiado—, pero dejaré que creas lo que se te dé la gana. Si no me quieres creer, es muy tu problema.
—¿Por qué me mientes?
—¿Sabes qué? No tengo que darte explicaciones. Al final, tú y yo nunca fuimos novios, solo salimos un par de veces.
El pecho de Rachel se apretó con fuerza tras sentirse rechazada por él. No podía creer que, después de todo lo que habían vivido en el interior de su habitación, todavía no le había otorgado el título de novia.
—No puedo creer lo que me dices. Nos acostamos, Christopher. Te di todo y todavía me dices que no hubo nada —se victimizó—. ¿Acaso no eres un caballero?
Él se sintió culpable y pronto se arrepintió de lo que le dijo. Era verdad, él había intimado su cuerpo y ese comentario que había hecho, producto de la molestia, sonó demasiado bajo. Esa no era la forma de tratar a una dama.
—Lo siento, Rachel —se disculpó—, pero tú no me crees. Tú prefieres creer en unos rumores de gente boba que en mí, y así no sé si deba confiar en que esta relación vaya a alguna parte.
—Es que para mí es difícil —replicó—, tu hermana, Christopher. Tu hermana me confesó todo. Que los vio... ¿Cómo no iba a creer en su palabra? —sacó un pañuelo para limpiar sus lágrimas de cocodrilo—. ¿Cómo no iba a creerle? Son años de amistad.
—Sabes que Gothel y yo no tenemos una buena relación —era difícil hablar de eso, y confiaba en que ella se lo guardaría—. Ella y yo no somos los mejores hermanos y créeme que si tiene la oportunidad de destruirme, lo haría sin pensarlo.
Lo miró con una falsa mirada penosa.
—Perdóname, Christopher. No quiero que estés molesto conmigo, pero... —levantó la mirada hacia arriba con falsedad—. Es difícil para mí decir esto, pero... Yo... Estaba muy celosa. No pensé que podría sentir algo así por ti en tan poco tiempo... Y saber que... —sorbió su nariz—, saber que después de lo que pasó eso sería posible me rompió el cerebro en dos.
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Los Deseos Pecaminosos De Una Mojigata +18
FantasíaSarah Morgan es una estudiante universitaria. Parece ser una buena chica, con excelentes calificaciones y muy discreta. En su primer año de universidad, logra integrarse para estudiar en una de las universidades más prestigiosas; sin embargo, ella n...