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En su cumplealos 23, el 16 de mayo, salió una nueva canción de Britney Spears, se volvió su favorita durante muchos años.

Adoptamos una perritta, raza coonhoud inglés blanco con manchas cafes, la llamamos Havana.

Al principio nos costó trabajo educarla, mordía todo y se hacía del baño en todas partes, rompió sus jeans favoritos y mis zapatos más costosos. Al año que estuvo con nosotros, se calmó todo, aprendió a hacer del baño en la calle, se portaba bien, tan así que decidimos llevarla a nuestros viejes.

En las vacaciones siempre teníamos un destino, fuimos a Cuba, Canadá, Irlanda, España, México, incluso Australia.

Mi madre adoró a Havana como loca, y ella odiaba a los perros.

También adoptamos un gato, Gatsby, era naranja con rayas cafes. Él no duró mucho tiempo en la familia, una vez escapó de casa y nunca volvió.

Una noche mientras Dianne estaba acostada sobre mi pecho y Havana en los pies de la cama, me miró con una sonrisa que jamás había visto antes.

Dianne: ¿Extrañas a Gatsby? -dijo casi en susurro-

Payton: Era divertido cuando se escondía bajo las sábanas y mordía la cola de Hava -reí-

Ella rió de igual forma y se levantó un poco más para quedar su cara cerca a la mía.

Dianne: ¿Le gustarán los niños a Havana? - entrecerro los ojos y miró al perro que estaba profundamente dormida-

Analicé su pregunta una y otra vez, tan rápido que sentí mi cerebro sacar humo.

Me senté recargando mi espalda en la pared y la miré, volteó a verme y sonrió del lado.

Payton: No lo sé... cuando vamos al parque se sienta en un lugar donde pueda ver todos los juegos -destaqué-

Dianne: ¿Y si los tiene cerca? -cuestionó suave- me refiero a... muy cerca -sentándose de rodillas frente a mi-

Payton: Dian... -murmuré-

Dianne: ¿Si? -pronunciamiento casi en susurro-

Nuestras respiraciones se volvieron una misma, estábamos tan cerca que no pude contener las ganas de besarla, tomé su mejilla y la acaricié mientras pegaba mis labios contra los de ella.

De un beso suave y lento no subió de nivel, pero tomé su cintura y la subí sobre mi, movió sus caderas soltando un jadeo y fue ahí donde estiré mi brazo a mi cajón de al lado y tomé una pelota chillona que había escondido, la apreté y Havana se despertó, la lancé fuera de la habitación y ella salió tras la pelota, no iba a regresar.

𝙞𝙛 𝙮𝙤𝙪 𝙨𝙩𝙖𝙮® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora