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I. Renacer

Agosto 15, 2018

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Agosto 15, 2018.

Belgrado, Serbia.

Desconocido

Gotas de sudor me recorren la frenre, se adhieren a los bíceps la fuerza que ejerzo tomada de la barra mientras ejercito los brazos dejando que esta misma llegue hasta mi pecho. Con las piernas extendidas y rectas, los músculos de mi abdomen se contraen.

Siento el cuerpo caliente, llego hasta noventa y me dejo caer al piso cuando siento que ya es suficiente.

Tomo un largo trago de la botella de agua antes de tomar mis pertenencias e irme directo a la habitación donde cierro con el pestillo la puerta y me despojo de todas mis prendas.

El cabello se me pega a la frente y las mejillas.

Me quito las bragas y el top deportivo reluciendo la desnudez que sigue incomodandome.

Me meto bajo la ducha de agua caliente y me baño durante un largo lapso de tiempo, dandome el momento para consentir a mi cuerpo. Aplicando mascarillas en la piel, exfoliantes y lociones que me dejan suave de absolutamente todas las áreas.

Cierro la llave colocandome el albornoz y la toalla que cubre mi cabello.

Me encamino hacia el walk-in clóset buscando un par de prendas para usar el día de hoy. Las dejo sobre el pequeño sofá pero al pasar frente al espejo de cuerpo completo, no puedo evitar mirar mi reflejo a través de este.

Deshago el nudo de la bata y la dejo caer al suelo, así como también la toalla que había puesta sobre mi cabeza.

Suspiro y trazo un camino sobre mi piel desnuda con las yemas de mis dedos.

Primero analizo la figura que he estado tonificando al paso de las semanas.

Siempre he sido de complexión delgada pero ahora las curvas lucen mucho más firmes. He vuelto a tener el mismo abdomen plano de siempre, la cintura más pequeña, más caderas redondeadas un poco más anchas, el trasero más firme al igual que las piernas y por consiguientemente acto evidente, los pechos más grandes.

Recorro las cicatrices que la adornan.
En las costillas, los antebrazos, la espalda, el abdomen... pero sonrío cuando llego a la que se divisa del mismo color que las otras. Son sólo líneas rosadas que perpetúan en mi piel todo el daño que en algún momento me ocasionaron.

Pero esa, la que yace de forma horizontal adornando mi vientre bajo, es mi favorita.

La rozo con los dedos y cierro los ojos tomando una profunda inhalación. Sintiendo como mis pulmones se llenan de aire.

𝐃𝐎𝐌𝐈𝐍𝐈𝐎 #𝟐 |njh| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora