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Grace
Me empino la copa de champán a los labios, tratando de entender algo de lo que mi tía cuenta, me es imposible con lo que mis ojos ven.
La hermosa joya costosa reluce en mi dedo anular, pero nisiquiera eso me retiene a sentir los malditos celos que nacen en mi interior y que se me estancan en la boca del estómago mientras reparo en las manos sueltas de Sasha sobre la mejilla y el pecho de Niall. Sonriendo como si lo que dijera fuese lo más divertido que pudo haber escuchado.
¡Y el idiota todavía se lo permite!
Mi cabreo es mayor, ¿Cómo puede estar coqueteando con esa en mis narices después de haberme puesto un anillo en el dedo?
Imbécil.
No lo soporto un segundo más y me bebo todo lo que queda en mi copa de un solo trago. Me disculpo con las personas de la mesa y con la cólera hasta las trancas, me dirijo hacia él y lo tomo fuertemente del brazo, apartandolo de esa arpía. Negan y Sasha, así como Shane y el tipo que los acompaña, me miran sorprendidos.
—Disculpen. —me lo llevo fuera de la fiesta disimulando el enojo y sonriéndole a los socios que nos miran. Lo saco y lo guío en silencio hasta su propia oficina que queda en el pasillo contiguo.
Abro y lo hago pasar cerrando con fuerza a mis espaldas.
Le dedico una de mis peores miradas.
—¿Crees que porque no quiero casarme significa que puedes estar con la que se te de la gana? —ladea una sonrisa coqueta.
Ha estado comportándose así desde que me vió abrazar amistosamente a Negan, quien solo quiso darme sus felicitaciones.
—¿Estás celosa? —deja el vaso de lado y me toma desprevenida de la cintura intentando acercarnos.
Empujo su pecho para que me suelte.
—Eso quisieras. —espeto molesta.
—Entonces no me jodas y deja que al menos me pueda ir a sacar la frustración con la rusa. —intenta caminar hacia la puerta pero yo cierro esta de una patada. ¿Qué se cree este pedazo de baboso?
Lo devuelvo de las solapas del traje y hago que su espalda choque contra la pared, lo acorralo y llevo mi mano dominante directo a su miembro el cual aprieto sin clemencia desatando todo el caos que llevo dentro.
—Un paso más y te la corto, ¿Me oíste? —está cabreado, se queja cuando mi mano ejerce presión. Le estoy apretujando los testículos y lo haré hasta que no le queden ganas de irse a coger a otra.
—Suelta... —descompone el rostro en un gesto de molestia y dolor. Coloca su mano sobre mi muñeca pero eso solo me incita a apretarlo más duro— ¡Grace, carajo!