¿SOLTERA? ¿CASADA?
¿MUJER DESESPERADA?Grace
Lo más temido de mi parte y lo que más emociona a Yen; la despedida de soltera.—Tienes que verte guapísima, porque vamos a festejar querida. Que nos esté persiguiendo una bola de carroñeros furiosos no debe impedirnos el disfrutar.
—No quiero a dejar a los mellizos...
—Tranquilízate. Sun Hee y Young se encargarán y los cuidarán en todo momento. La seguridad se ha redoblado y es casi imposible vislumbrar esta zona a menos que estén autorizados. Mereces un descanso, dime, ¿hace cuanto no te embriagas?
Suspiro, mirándome a través del reflejo.
Yeneviv toma mis hombros y sonríe. —Todo estará bien, cariño. Te casas en un par de días. Debe ser motivo de felicidad, echaremos la casa por la ventana.
—No es así como me habría gustado hacerlo. —admito—. No perseguidos ni apresurados... —me abraza— al menos me casaré con el hombre que amo... es lo único que importa.
—Así es —me anima—, asi que nada de lamentaciones. Pronto serán las seis y una ventaja de que tu padre y tu futuro marido sean los jefes, es que podemos reservar un Ala privada en el club privado que es solo exclusivo para hombres. Que empiece el puto matriarcado.
Lena y ella sonríen cómplices.
Doy un largo y pesado suspiro. Me rindo y dejo que las mujeres hagan de mi lo que quieran.
Me encuentro lista, picoteando los frutos secos cubiertos de chocolate con los dedos. Lena y Yen pelean por el lugar adecuado de nuestra elección y según ellas, ya tenían todo arreglado. No me topo a ni un alma, no me permiten ver a mis hijos porque saben que si lo hago, después no querré irme.
Rodeamos prácticamente la inmensa propiedad. Bajamos escaleras interminables como si se tratase de querer bajar a un búnker. Uno bastante entretenido donde la música doble sentido no hace más que reproducir un eco intrigante.
Como Yen prometió, está todo completamente privado. La gente nisiquiera sabe quienes somos, tenemos a los meseros que deseemos a nuestra disposición y mientras Yen nos guía a todas hacia una sala más al fondo del club, veo a una pareja en medio del segundo pasillo, que ya no es privado; comerse entre sí. Un guardia quizá. El tipo tiene una mano incrustada en las bragas de esa mujer y aquella parece loba en celo sujetandole la erección con potencial.
Nos introducen a una habitación donde no hay más que sofás, luces de neón... y un tubo con escenario en el centro. Cientas de enfriadores y un camarero al costado sosteniendo una bandeja con copas de champaña espumosa para nosotras.