Horas antes
Gadien
Isabella ha despertado en mí, cosas que no tengo como justificarlas, darle un nombre o calificativo. Sueño con ella hasta despierto, permanezco en un estado febril y mi cuerpo reacciona de manera extraña solo con verla.
Mi vida social se resume en las veces que he salido con Isabella. Perdí en mis noches de, sexo y alcohol, no recuerdo cual fue la última vez que estuve en alguno de esos sitios.
Isabella es la chica más rebelde, libre y decida que he visto, también la de sonrisa más hermosa. Mi único deseo es protegerla de cualquier daño, por eso no pude controlar mi enojo al ser tratada de esa manera por uno de los míos. Odié sus lágrimas, aunque fueran de enojo, una persona con su alma no las merece.
—Dios...—susurro.
Mi voz se asemeja más a un sonido lastimero, que sale del fondo de mis entrañas al no controlar mi cuerpo. Con solo pensar en ella, éste reacciona haciendo que me comporte como un chiquillo que no puede controlar su libido.
Hasta ayer me seguía enojando las miradas del sexo masculino hacia ella. Verla en ese restaurante con ese traje negro escote profundo en su espalda... estuve a punto romper la copa con mi mano de la fuerza que hice al ver como era admirada. No obstante, eso perdió potencia cuando sólo tuvo ojos y una sonrisa hacia mí.
Ya los rostros de admiración no eran sólo hacia ella, también yo era el protagonista, pues fui motivo de envidia por ese simple gesto de su parte. Me quedé allí al notar el gesto de antagonismo del individuo, estuve atento a todos sus movimientos y solo me retiré cuando se alejó de la mesa.
En pie y mirando por la ventana recuerdo su sonrisa. Perdí la cuenta de cuantas veces he mirado tras el cristal y he visto el rostro de Isabella materializarse. Lo que en un inicio me aterraba hoy, luego de casi siete meses de conocerla logro sonreír a ese reflejo. El miedo a que salga herida me ha impedido acercarme.
¿Desde cuándo eso es importante? Desde que supe todo lo que era capaz por los suyos, que no sale de mis pensamientos y que solo la deseo a ella en mi cama. Me respondo luego de unos segundos de pensarlo un poco.
El ruido de la llegada de Madison me distrae solo un instante y el rostro de difumina. La irritación llega con la frustración de no poder hacerlo volver. Escucho la puerta abrirse y los pasos acercarse, pero yo solo intento que su rostro vuelva al cristal...
—Me dejaste tirada en el restaurante...
—Buenos días Madison —recalco cada palabra antes de seguir —no te pedí compañía y según recuerdo, Fabio quiso llevarte a casa.
Le advertí que sólo estaría allí lo que durara ese individuo con Isabella. A los dos le había comentado que no me gustó el comportamiento con Isabella. Decidió quedarse para acompañarme pese a todas mis negativas.
Es un verdadero fastidio, entiendo el enojo de Guido con su ex por estar metiendo narices de nuevo en su vida y dañar lo que con tanto esfuerzo le ha costado conseguir.
Solo que nunca me he acostado con Madison, ni en mis veranos mas grandes. Y no por que no la considere atractiva, a mi altura, etc. Era por ser toxica, ese tipo de mujeres no eran para mí.
—Fuiste descortés...
—Y tu insistente. —replico sin mucho interés. —Eres mi asistente... solo eso. —recalco una vez más.
—Merezco una disculpa Gadien, te acompañé a vigilar a tu prometida —habla con voz chillona. —nosotras no somos tan estúpidas como ustedes ¿Creías que lo besaría delante de ti?
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Dulce Venganza 7
RomantikUn paseo por la campiña inglesa se convierte en toda una aventura para Gadien Doyle. Las mujeres con la que ha compartido cama, han llegado a su vida de una manera un tanto extraña, ninguna de ellas ha caído en paracaídas del cielo como Isabella Fr...