Capítulo 3

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Gadien

Mi madre había aceptado, de muy mala gana hay que decir, mi soltería. Era bastante incómodo que su hijo fuera acusado basándose en habladurías. Ella estaba segura de los valores inculcados (no lo dije yo, lo dice ella). Le disgustaba aún más que viviera exiliado.

Ambos, me visitan de forma regular, mis hermanos cada mes y los demás, de vez en cuando pasan por Londres. Gino y Rose, para mí alivio, no han podido hacerlo, aunque suelo hablar con él muy seguido.

Las veces que mis padres llegan de visita, mamá cambia de ubicación los muebles en el apartamento. Asegurando que según el Fen shui hay que hacerlo. El problema radicaba en que estaba acostumbrándome a la cómoda en un lugar en la oscuridad cuando ella me cambiaba de nuevo el orden. Trayendo como resultado, un golpe en el dedo índice de cualquier pie.

Y como duele ese puto golpe. Sin contar despertarme y creer que el costado derecho sigue siendo el sitio en que esta el baño y me doy de golpe con la pared.

—No sé cómo puedes vivir solo Gadien, es un peligro —se queja.

En esta ocasión y para futuras llegadas, le he comprado un delantal y varios guantes. Papá y yo cargamos cada uno por un lado un pesado mueble, que ella no se decide en qué lugar ubicar.

—La soledad no ha matado a nadie —respondo, mientras le hago señas a mi padre de bajar el mueble. Su rostro sudoroso y rojo me dice que está a punto de un colapso. — el que es fuerte de mente y con metas fijas, se mantiene en pie, aunque todo a su alrededor se destruya.

—Tonterías, necesitamos de alguien alguna vez —responde limpiando la frente de mi padre y este solo me observa divertido. —muchas personas han muerto por soledad...

—Nadie muerte por soledad, el que está conforme consigo mismo no está solo —insisto y papá de tira en el sillón —Iré por refrescos.

—Por favor —me pide y sonrió —necesito que lleves algo a los Frederick.

—Un empleado puede hacerlo —cruzo la sala y mi mascota salta sol buró en búsqueda de caricias o comidas. —Galilea, debes bajar o mamá nos hará fregar de nuevo ese buró.

—Es increíble Gadien que le dieran un nombre como si fuera Doyle —siempre que escucha el nombre de mi mascota, mi madre dice lo mismo.

—Es una Doyle —replico.

El felino solo me ve de reojo y da la impresión que tuerce sus ojos al tiempo que se acomoda en la mitad del lugar de forma elegante. Mamá bufa lanzándole el paño que pasa por encima de Galilea que sigue el camino del objeto indiferente.

—¿Es necesario ir yo?

—Es descortés Gadien —reclama.

—Lo llevaré y de paso doy mis excusas por no asistir. —confirmo.

Abro la heladera detallando su contenido, solo cervezas de cualquier marca hay en su interior. Uno que otro refresco, recordatorio de visitas posteriores de mi madre. Le escucho que es lo mínimo que puedo hacer, ya que para él es de muy mal gusto no acudir a esa fiesta.

—¿Cuándo lo vieron?

Tomo dos cervezas y un refresco ignorando los maullidos de Galilea por comida. Entrego a mi padre la lata y dejo la mía en la mesa de centro, para limpiar la de mi madre y abrírsela antes de entregarla.

—Almorzamos con él, su esposa y dos hermanos de Fiorella ayer —responde mamá —gracias cielo —agradece recibiendo su bebida y mira a papá —son tipos super divertidos y tu padre se ofreció a donar las bebidas del evento.

Dulce Venganza 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora