Abro los ojos y me encuentro con unos azules en un rostro peludo con muchos bigotes observándome detenidamente. Si mi memoria no me falla y Gadien no me mintió, es su mascota, esta acostada en mi pecho donde me mira con curiosidad y un poco de indiferencia.
Lo segundo que capto es que no es mi habitación. El decorado gris y blanco de la cama, no sería ni de lejos los colores que usaría. Las mías con más llamativas, en ese lugar suelo relajarme y esos colores sobrios tienden a deprimirme.
Y ya que pienso en depresión ¿Cómo llegué a este lugar?
Recuerdo haber preparado desayuno a papá, Gregory y Jason, este último había llegado de sorpresa en la madrugada. Según sus propias palabras, había llegado a ajustar cuentas con Ethan. Se encontró con que su trabajo en Londres había culminado y regresó a América.
Un dolor de cabeza no me permitió hacer nada y papá me dio a tomar una pastilla. Cancelé las citas y volví a dormir una vez los tres habían salido con rumbo desconocido, el resto no lo recuerdo.
En qué momento fui pasada a otro lugar y con tan hermosa compañía. Amo a los gatos son ellos lo que, a lo largo de mi niñez y vida adulta, no gustan de mí. Son criaturas indiferentes y poco cariñosas siendo ese aire libre y sofisticado que suelen tener al caminar lo que más amo en ellos.
Se incorpora en sus patas traseras y las inclina en mis pechos lugar dónde empieza a dar lo que podría describir cómo masajes. Mueve una pata e inclina la otra en un acto rítmico. No puedo disimular mi dicha al verla hacer aquello, posa su cabeza en mi barbilla y haciendo cosquillas con sus bigotes.
—Es el mejor recibiendo que he recibido —murmuro pasando las manos por su cuello y se sienta de nuevo para recibir mis mimos.
Se siente al tacto como un peluche, el acto es satisfactorio para ambas. Su pelaje fino y ronroneo es casi terapéutico. Aprovecho su quietud y la tomó en brazos sentándome en la cama. Cuatro cojines bastante cómodos dos grises y dos blancos. Hago a un lado las cobijas en el mismo color y apoyo los pies en el frío suelo en color marfil.
Sigo llevando el mismo camisón rojo, en dos piezas, no hay rastros de mis pantuflas o el resto de mi pijama. Quien me trajo a la casa de Gadien (donde imagino estoy), no previó que la necesitaría. Mi escrutinio empieza detallando la mesa de noche del lado en que me levanto. Una fotografía familiar que imagino es en la época en que Gerald salió de la crisis pues se ve bastante delgado.
Tomo el retrato y observo a ambos hermanos uno al lado del otro. Viéndolos así, sonreír al tiempo puedo distinguir a Gadien, aunque su ropa me ayude un poco. Dejo la foto en su sitio y me levanto con Galilea en mis brazos y la curiosidad a mil.
Hay quienes dicen que una habitación masculina tiene detalles de la personalidad de quien la habita. Dado que mi deseo es conocer un poco más de él, decido inspeccionar un poco su habitación y verificar que el mensaje que envía a los demás es el correcto.
Un cuadro en acuarela de una bicicleta roja y gris, apoyada en el tronco de un roble. Detrás de ambos se extiende una hermosa pradera con flores silvestres. Giro mi cuerpo en el mismo sitio y sigo detallando lo que hay a mi alrededor.
Un par de espejos de 40 por 80cm justo enfrente a la cama, avanzo hacia ellos al notar mi reflejo extraño. En el de la izquierda es un espejo normal, es el otro que esta truqueado la imagen que proyecta es deforme. Mi cabeza se ve enorme en comparación con mi cuerpo y sonrió ante espejo, haciendo que mi boca se vea aún más enorme.
—Parecemos un cuadro abstracto Galilea o a piolín —comento a mi única compañía que para mi sorpresa permanece en silencio dejándose acariciar.
Completan el decorado, una pared en ladrillo, las demás en un tono azul celeste, un trio de lámparas colgadas una encima de la cama, y las otras dos a lado y lado de terraza. El único mueble que acompaña a la cama y mesas de noche es un sillón en cuero negro, en donde reposa un libro en tapa negra con letras blancas y rojas, "vigilar y castigar" por Michel Foucault.
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Dulce Venganza 7
RomanceUn paseo por la campiña inglesa se convierte en toda una aventura para Gadien Doyle. Las mujeres con la que ha compartido cama, han llegado a su vida de una manera un tanto extraña, ninguna de ellas ha caído en paracaídas del cielo como Isabella Fr...