Capítulo 6

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detective

Seth.

Si hace unos años me hubiesen dicho que me intimidaría una mujer de un metro sesenta me habría reído.

Sentir pavor, nerviosismo y ansiedad ante la presencia de una misma persona es atemorizante. Pero más aún lo es saber y aceptar que todo lo que has visto como un hogar durante toda tu vida puede ser destruido en cuestión de segundos.

Desde que tengo uso de razón he vivido en un mismo lugar, recorriendo las mismas áreas y relacionándome con el mismo tipo de gente. He crecido con el ideal de proteger y resguardar lo que me importa; no sólo el país. No hay ni una sola persona en este mundo que sepa más de estas instalaciones que yo, he conocido a cada general que ha ocupado el puesto como mayor jerarca en la milicia estadounidense en los últimos treinta años.

¿Y llegará una sola persona a arruinarlo?

Cada segundo de mi vida he presenciado el entusiasmo y la nobleza de los soldados que han servido a nuestro país, aprendí a aceptar que esta es mi única familia y que tengo que valorarla como tal. No creo que haya otra persona más apegada emocionalmente a esto que yo.

No tengo nada, no supe lo que es tener padres, ir al colegio público, salir al parque, jugar con vecinos, ir al cine, ser del comité de decoración en un baile de bienvenida. Nada de eso. Pero a cambio tuve profesoras privadas que me enseñaron en mi habitación dentro del comando, tardes de paseo en las aeronaves del gobierno, soldados dándome a escondidas golosinas que me regalaban sin que mis tutores se dieran cuenta y sobre todo mucho amor.

Amor que me regaló gente sin ningún lazo sanguíneo conmigo, amor que se formó en los campos de entrenamiento, amor que me brindó toda las personas que me veían corretear por el comando desde que era solo un niño y sobre todo amor incondicional.

Fui y sigo siendo un caso nunca antes visto. Se supone que al ser un rescatado de atentado debí haber sido ubicado por el gobierno en otro orfanato pero por alguna extraña y milagrosa razón el gobierno decidió quedarse conmigo y reclutarme en sus instalaciones dándome un nombre y un raro pero agradable lugar para crecer.

Creo en el destino, mi plan de vida era esto y por ello debo dar todo de mí aunque ahora eso de querer proteger a mi familia se vea bastante dificultado por una persona.

Una mujer de cabello castaño y ojos color café, no muy alta pero voluptuosa en las áreas necesarias. Nadie creería que una mujer tan llamativa tendría un carácter tan mierda.

Esa mujer no me da buena espina, hay algo en ella que se puede detectar con tan sólo verla. No sabía de qué se trataba pero era un conjunto de sensaciones que me enloquecieron a penas la tuve cerca. Había algo, algo que resaltaba y que me revolvió el ser completo.

Intentaba hacerlo pasar por disgusto, tal vez haberla escuchado con semejante altanería en frente de mis colegas me enervó como nunca antes.

Azra Zimmer, ¿quién era ella y cómo había llegado al puesto que tanto anhelaba tener?. Pensé por un momento que me merecía el cargo, que estaría apto para el rango. Por primera vez en mi vida me había postulado para ocupar un puesto ya que a lo largo de mi carrera todos los había obtenido por méritos y no por solicitud. ¿Aún no estaba capacitado para cumplir el puesto de mi mentor? ¿Qué había en mí que no les permitió aceptar mi solicitud? Y lo más importante, ¿Qué tenía esa mujer que lo logró con tanta facilidad?

A simple vista se podía notar que se trataba de una persona seria, enfocada y recta. Con carácter fuerte y dominante. Pero, ¿Conocía realmente lo que implicaba seguir con un legado que por años se mantuvo intacto gracias a mi mentor?

ÉxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora