Éxtasis

Capitulo 8

Wallace club.

Azra.

Él cree que soy estúpida.

Él cree que no sentí su presencia fuera de mi oficina.

Estuve muy tentada a pegarle un tiro de verdad, cuando lo vi por las cámaras caminando por el pasillo creí que directamente se iría del comando pero tampoco me sorprendió verlo quedarse "oculto" husmeando en mi aposento de trabajo. Me hice de la vista gorda para ver qué tanto miraría, pero sentí su presencia incluso cuando notó que no estaba haciendo nada en especial, sólo leer documentos. Por lo que se me hizo obvio que se quedara también para escuchar mi conversación con Samara.

Gracias al barbudo en el que la gente común cree ella no habló nada relevante o expuso algo que sólo debemos saber nosotras.

De él haber escuchado algo importante si habría tenido que matarlo.

Aunque así como él tuvo la osadía de espiarme yo hice lo mismo en varias ocasiones.

—¿Está tu capitán aquí? —Le pregunté a Mishka posando mi mano en la perilla de la puerta dispuesta a entrar sin previo aviso a la oficina del Capitán.

—Disculpe señorita Azra, pero el capitán se encuentra ocupado en este momento. —Me atajó antes de que abriera.

Alcé una ceja mirándola con curiosidad.

—¿Y? —Cuestioné como si no hubiese entendido lo que salió de su boca.

—¿Puede volver dentro de tres horas? Es una reunión realmente importante. —Insistió con voz suplicante.

—¿Me estás diciendo que un capitán no puede atender a su mayor a cargo?

Inquirí y ella con nerviosismo jugó con sus manos sin saber qué responder.

Ella sólo cumplía órdenes.

—Vuelvo luego. —Añadí al notar su silencio, me di media vuelta y volví a mi oficina sin más.

No me quedaría así, obviamente.

Y por ello recurrí a Karma, quién después de mi llamado llegó en tiempo record.

—¿Para qué me necesitas? —Entró la pequeña chica castaña con su maletín lleno de cables y aparatos raros.

—Haz una extensión en mi computadora con acceso total a las cámaras pertenecientes al sistema.

Ella detuvo la apertura de su maletín sobre mi escritorio al escucharme.

—¿Si sabes que me estás pidiendo una locura? —Intentó asegurarse de mi exigencia.

—¿Por?

—El sistema entero contiene hasta el acceso a las cámaras de las calles de Arlington y DC.

—¿Y?

—Está bien. —Se encogió de hombros y me empujó para sentarse ella en mi puesto.

Sólo vi como tecleó en la computadora, conectó pen drives, cables y abrió hasta el CPU del aparato para instalarme el sistema. Lo bueno de ella era que trabajaba rápido y en 10 minutos estaba resoplando con alivio al ver que pudo hacerlo, se levantó y recogió sus cosas de nerd sonriendo con orgullo por su talento para la tecnología.

Sus grandes y marrones ojos resaltados con delineador me escudriñaron cuando terminó de recoger todo para irse.

Llegó el cuestionario.