Inicios

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Anónimo.

Mi mamá solía contarme las historias que por décadas han pasado de generación en generación dentro de la isla. Días conmemorativos, reconocidos acontecimientos y nombres importantes forman parte de la nuestra creación a una nueva cultura, cultura que es oculta y no valorada por el mundo.

Nuestras bases de extensos árboles genealógicos suelen contarnos la historia que tanto me llena de orgullo y que me encanta repetir un sin fin de veces.

Millones de personas huyendo, gritos, caos y mucha sangre es lo único que se veía en los caminos de tierra llena de pólvora que recorría entre el desespero y la angustia de saber si sobrevirás o serás un cadáver sin nombre consumía sin mirar descanso. La vista era tenebrosa, lograbas percibir con facilidad el miedo de la gente, las balas que zumbaban en tus oídos una y otra vez a cualquier minuto del día. Gente de todo el continente europeo corría sin saber cual sería su paradero de resguardo.

Eras judío, te ejecutaban. Eras asiático, te ejecutaban. Eras infiltrado, te ejecutaban. Eras inocente, te ejecutaban. Eras un infante, te ejecutaban. Eras mujer, te ejecutaban. Estabas armado, te ejecutaban y si no también. No veían ni se detenían a ver quién eras al momento de jalar el gatilllo o cortarte la cabeza en la guillotina.

Dicen, que en el punto exacto donde el ojo del huracán se hace presente, crea una falsa ilusión de finalización a la catástrofe.

Distintos países lo estaban perdiendo todo: militares, bandas, pobladores y por supuesto mucho dinero y armamento que los dejaba desvalijados.

En medio de la crisis, donde todo parecía estar en calma mientras todos se preparaban para un último golpe, un grupo de mujeres hacía de las suyas en distintas partes de europa.

A pesar del ruido ensordecedor que provocaba el llanto de mujeres que se lamentaban la muerte de sus hijos y esposos; los gritos de los hombres que tenían extremidades colgando de una arteria y los constantes reportes de la situación que reproducían las bocinas de las patrullas una y otra vez reccorriendo cada calle donde se escondía la gente que buscaba protejerse de los actos vandálicos protagonizados por violación y canibalismo se escuchaba el rumor de un grupo de personas que sorprendentemente permanecían en anonimato acabando con todo mal que asechara los pequeños pueblos que alcanzaban con mucha dificultad proteger.

Un grupo que tuvo el tiempo exactamente medido para poder recorrer caminos distintos que las llevarían a un mismo punto sin saber que se encontrarían.

Seis mujeres, cada una con una cultura, crianza, vivencia y lucha distinta. Cada una con el mismo instinto de supervivencia, queriendo hacer el bien en medio de tanto mal.

Ninguna sabía que terminaría conociendo a mujeres que tenían sus mismos ideales de ser las salvadoras. Era una misión suicida que no sabían si lograrían, pero si se arriesgaban y terminaban muertas sería el mismo destino de no hacer nada. Así que esas seis mujeres de identidad oculta decidiaron poner a prueba su valentía para crear un plan que no solo las sacara a ellas de ese apuro sino a toda la Unión europea que cada vez estaba más destruida.

Durante semanas estuvieron siendo parte del canibalismo con el que tanto querían acabar, pero el cuerpo de gente que yacía muerta en las calles eran lo único que podían comer; entendieron que estaban empezando a perder su sentido de humanidad y eso no las detuvo.

No saben cuánto tiempo estuvieron exigiendo respeto en todos los lugares a los que iban, pero solían decir que si con el miedo incrustaban el respeto, no les temblaría el pulso para causar miedo entre habitantes de distintos países; así entendieron que sólo siendo insensibles como el enemigo lograrían cumplir su meta.

ÉxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora