VIII

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°·_Capitulo Especial_·°
↪ Historia de Fuyô

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Fuyô Kamado con apenas nueve años de edad sufría de dos transtornos mentales a la misma vez, algo muy raro para la mayoría de personas pero posible y casi frecuente en la actualidad, una persona puede desarrollar miles de cosas en su cabeza

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Fuyô Kamado con apenas nueve años de edad sufría de dos transtornos mentales a la misma vez, algo muy raro para la mayoría de personas pero posible y casi frecuente en la actualidad, una persona puede desarrollar miles de cosas en su cabeza.

Trastorno disociativo de personalidad: caracterizado por la presencia de dos o más personalidades totalmente diferentes, cada una con características únicas, el cuál fue el primer transtorno que identificaron en él.

Desde que nació había sido rechazado por su madre. Kanao no lo quería, le recordaba tanto a Tanjiro que había intentado terminar con su vida al tenerlo en sus brazos. Había tratado de ahogar a su bebé con sus propias manos pensando que de grande sería igual que su padre, pero por suerte lograron evitarlo.

Los primeros meses de recién nacido que tuvo Kamado no la pasó con su madre, si no con las enfermeras de lugar, quienes se encargaron de él en el tiempo que su madre tomaba terapia para poder entrar en razón.

Kanao no podía, su mente había sido totalmente afectada en el momento que vio a Tanjiro en brazos de Giyuu, que simplemente quería deshacerse de ese recuerdo matando al bebe. Ella pensaba que era su única opción, aparte de que el niño ni siquiera se parecía a ella.

Al pasar alrededor de cuatro meses, y fingiendo estar bien habían dado por curado lo que Kanao había tenido, un ataque de pánico y desesperación al ser primeriza. Ella pasó días con su bebé para mostrar que no le iba a hacer daño y la dejaron ir a casa para que pueda pasar tiempo con su pequeño, sin saber, que lo peor recién vendría después.

Kanao lo ignoraba, lo golpeaba y hacía todo por hacerlo sufrir. Si no moriría, al menos se encargaría de hacerle la vida imposible cómo parte de venganza. Desde pequeño Fuyō vivió bastantes cosas inimaginables. Kanao se había mudado a un lugar lejano al saber sobre su embarazo para que pudiera separarse por completo de todos sus compañeros, y ahora vivía una vida a su merced con su pequeño. Ya no le importaba nada.

Nadie supo de ella después de la batalla final.

Se encargó de Fuyô hasta que éste pudiera caminar y hablar sólo, y luego lo dejaba en casa sin compañia por bastante tiempo. Ya si se hacía daño iba a ser su culpa, comida y agua no le iban a faltar.

El menor se sentía mal al ver ello, e incluso había empezado hacer cualquier cosa para ganarse la atención de su madre. Desde los cinco años trataba de cocinar para ella o darle regalos, pero ésta los rechazaba horriblemente, gritándole insultos y tirando las cosas en su cara, más Kamado no se rindió allí.

Una tarde en la cuál había salido para distraerse un rato, vio un animal en la calle y le llamó tanto la atención que se lo llevó a su casa pensando en que quizá, ese perro podría alegrar a mamá. Era algo grande, podría decirse que fácilmente ganaba a Fuyô en estatura, y su pelaje era de un color blanco puro. Era hermoso.

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