𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑 - 𝐄𝐥 𝐁𝐨𝐬𝐪𝐮𝐞

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Después de lo sucedido, Sarah trató de decirle a su madre lo que le había hecho su padrastro aquella noche, pero ella había perdido su capacidad de razonar y su forma de empatizar con lo demás a lo que no le creyó en lo más mínimo, por lo que al estar la mayoría del tiempo borracha y drogada al mismo tiempo, la pequeña Sarah no tenía más remedio que callarse nada más, nadie le creía, ni mucho menos su propia madre, por lo que ahora que vivía en la misma casa que su abusador, tendría que tener más cuidado en el futuro para que no le pasara otra vez lo mismo.

Mientras que las clases habían terminado, solo quedaba ir a casa nuevamente, por lo que sus amigas se preocuparon de ver a Sarah tan triste últimamente, por lo que trataban de hablar con ella para solucionar el problema por el cual estaba pasando, pero ella no podía decir nada al respecto, se sentía mal...., se sentía.... sucia.... por lo que le habían hecho..., ya no era la misma Sarah tierna y alegre que conocían todos, sino una versión de ella deprimente y agotadora, por lo que una vez que sus amigas no la dejaban en paz con el tema y de que le preguntaran a cada rato de que le sucedía, eso solo la hizo sentir mal.

Una vez que tocó el timbre para salir de la primaria, todos los padres iban a recoger a sus hijos, habían familias sonrientes que abrazaban a sus hijos, por lo que a Sarah solo la hizo sentir mal, porque desde que ocurrió el divorcio de sus padres, ya nadie la iba a buscar.

Pero una vez que cruzo la calle para ir caminando a su hogar, vió a su padrastro estacionado con su vehículo frente de su escuela, por lo que le pareció extraño, porque nunca la iban a recoger después de clases, por lo que se dirigió hacia él y éste salió del auto y se acercó a ella, a lo que Sarah empezó a recordar lo que él le había hecho la otra noche, por lo que inconscientemente retrocedió, pero no se había fijado que un auto iba pasando a toda velocidad, por lo que Oliver se acercó rápidamente a ella para que no la atropellaran.

-¿Estás bien cariño? -Se encontraba abrazado de la pequeña al otro lado de la pista al asujetarla y correr con ella debido a que la atropellarían si no hacía algo.

-Estoy bien... quiero que me sueltes ahora... -Le decía mientras que su voz era cada vez más nerviosa al sentir contacto físico con su padrastro, por lo que le incomodó mucho.

-Está bien, solo quería venir a recogerte después de tus clases -La tomaba de la mano para llevarla a su vehículo -Si quieres después podemos ir a comprar cualquier helado que quisieras ¿Qué me dices? -Le comentaba mientras abría la puerta del copiloto para que la niña subiera.

-Bueno... -Lo decía con una voz suave y tierna a la vez mientras se subía al auto.

Iban conversando en todo el camino, hablaban sobre que sabor de helado prefería o si quería que le comprara algún juguete nuevo con que el que quisiera jugar hasta que Sarah se percató que no estaban llendo a su casa, trataba de observar a los alrededores, pero no conseguía identificar en dónde se encontraba, por lo que no mencionó nada por miedo a su padrastro, por lo que pensó que la estaba llevando talvez a una juguetería o quizás alguna tienda de heladería, pensó ella.

De repente, se detuvo el auto y Sarah solo alcanzó a ver por la ventana que se encontraba en un lugar apartado de la ciudad en la cual solo alcanzaba a ver árboles por fuera, por lo que posiblemente pensaba que estaban en un bosque ahora mismo.

Luego su padrastro se acercó a ella, quitándole el cinturón de seguridad y fácilmente la tomó de la cintura y la acostó en el asiento trasero.

La empezaba a besar por todo su cuerpo, a lo que ella comenzó a pegarle, pero no consiguió nada, a lo que ella se dió vuelta para escapar por la puerta, pero él la retuvo y tomó su trasero contra él, colocándola en una posición de cachorro. Sarah solo alcanzó a recordar cuando vió a su padre con aquella mujer en el hotel en la misma posición en la que se encontraba ahora esa vez cuando lo fue a visitar con mamá, por lo que empezó a llorar y suplicaba para que su padrastro la dejara irse, pero éste no hizo caso, mientras no dejaba de besarla, empezó a sacarle su uniforme rápidamente y una vez que dejó de besarla, la tomó del cuello y la agachó, colocando la cabeza de la pequeña contra el asiento, dejando expuesto su parte trasera, a lo que el hombre le comenzó a lamerle por detrás, colocándo su asquerosa lengua dentro de ella hasta que quedó toda mojada y una vez que se percató de ello, él se bajó los pantalones y le daba fuerte reiteradas veces mientras que Sarah solo emitía ruidos de dolor por lo que le estaban haciendo.

Mientras que el padrastro se lo metía y sacaba de allí, comenzó a sentirse excitado por lo que esta vez quería entrar todo su miembro dentro de ella y al momento de hacerlo, la pequeña gritaba por el insorportable dolor que le causaba, pero él no paraba de rozarla una y otra y otra vez... hasta que cuando se cansó de ella, solo se subió los pantalones y salió del vehículo para fumar un cigarrillo, dejando con pestillo las puertas del auto por si a su hijastra se le pasara por la mente pensar en escapar.

Sarah estaba con su piel expuesta, acostada en el asiento mientras que temblaba de los escalofríos que sentía por aquel acto brutal que le habían hecho. Con sus manos se abrazaba por el frío que tenía y quería ver como tenía por detrás de ella y quedó impactada una vez que se tocó quedando su mano toda llena de sangre, por lo que se asustó y vió como todo el asiento estaba manchado de sangre suya a lo que empezó a gritar del horror con una mezcla de un llanto lamentable.

El hombre solo se acercó a ella y una vez al abrir la puerta del auto, le gritó que se callara, por lo que Sarah automáticamente dejó de gritar, pero no paraba de llorar, a lo que el tipo la agarró del pelo, acercándola a él.

-¡Te dije que te callaras perra! -Le decía mientras la sostenía del pelo, pero al ver que no dejaba de salirle lágrimas que recorrían por toda sus mejillas, empezó a cambiarle el humor -¿Con qué no pararas de llorar? ¡Bien! ¡¡Entonces llora con ganas!! -Tomó el cigarrillo que llevaba en la mano izquierda y le marcaba por varias partes del cuerpo de la chica, quemándole al instante al estar encendido de hace un rato, a lo que Sarah gritó como nunca había gritado en su vida.

Mi Alma QuebrantadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora