CAPÍTULO XVIII

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El espejo delator. Ese debería ser el nombre de esa mañana, cuando se vió en el espejo no podía creer que fuera ella. Pero por algún motivo no le importó.
Daba igual, se sentía agraviada, pero ese sentimiento competía con la apatía.
Mirò por última vez su imagen y se metió en la bañera, quería desaparecer, hacerse humo, morir...
Sus ojos estaban amoratados, sus labios hinchados, su nariz presentaba unos razguños.
Pero nada la conmovía, se negaba a sentir pena por ella misma y a la vez, se dejaba llevar por esa nada que su corazón y su cabeza, por una vez, se empeñaban en sentir al unísono.
Se vistió con una remera blanca unos jeans y zapatillas. Su cabello recogido en una cola de caballo. A medida que se hiba vistiendo, crecía en su interior, una sensación cálida, algo que le advertía, le susurraba que estaba por comenzar una gran batalla.
Se vestía, como quien se coloca una armadura, y esa sensación cálida, aunque pequeñita, la reconfortaba en su tristeza.
El sonido de la llave girando en la cerradura la sacó de sus vacilaciones y la ansiedad la embargó.
______Felicia, querida, mira tu hermoso rostro, perdóname por favor ____se arrojó a su lado en la cama _____es que me has enfadado en verdad, yo no lo quice hacer, pero te pusiste tan persistente que perdí los estribos.
Quizo acariciarle la mejilla, pero ella lo esquivó.
______Vamos! No seas así, ya te he pedido perdón y al final tu has tenido la culpa por ser tan mala chica.
______Eros, quiero irme, déjame salir por favor.
______Pero que dices mujer! No te hirás a ningún lado, hoy hay fiesta y estaremos allí.
______Qué dices? Pero si soy un desastre, como iré a una fiesta con mí rostro asi? Qué clase de ser eres? Acaso me obligarías?
______ Por supuesto . Te ordeno que obedescas. Además, nada que un poco de maquillaje no cubra, te voy a presentar a mis amistades.  Es muy importante que me acompañes.
Hipólita lo mirò seriamente, no podía creer lo que este hombre, que hasta hace poco era un marido ideal, por el cual llegó a sentir hasta pena, era quién la había golpeado hasta hacerla sangrar y ahora, le pedía como si nada, que la acompañara a un club.
_____Me devolverás el móvil? Es que sabes de mi terapia.
Al momento se arrepintió de haberlo dicho. Eros se transformó, su rostro se puso como una máscara. Creyó que la golpearía nuevamente y se enrrolló como un ovillo en un rincón de la cama.
_____Es que crees que soy estúpido? Se perfectamente que Rafael quiere algo màs que eso, èl quiere tenerte, y yo no lo permitiré.
______De qué hablas Eros, es mi terapeuta, además quiero hablar con Atina, debíamos comer juntas mañana.
Trató de sonar convincente, y sincera.
_____Te lo devuelvo, pero no olvides que tiene un sistema de rastreo, si vas a la casa de Rafael, te arrepentirás.
Sacó de su bolsillo el telefono, y se lo tiró encima de la cama.
_____Estoy de buen humor Felicia, aprovéchame.  Pero se buena, si?  Te elegí la ropa y zapatos, quiero tu cabello suelto y bién maquillada, y lo màs importante ...de buen humor, eh?
Decía esto mientras acomodaba un vestido rojo sangre sobre la cama, muy corto con escote y los hombros afuera, màs parecía una ramera que otra cosa, zapatos estiletos súper altos de color rojo también y unos pendientes de oro como finas lágrimas que llegaban hasta su hombro.
Salió de la habitación, mientras daba una última mirada a lo escogido. Parecía satisfecho consigo mismo, y esto alivió a Hipólita, al menos tenía su móvil, pensaría la forma de usarlo en un plan...
Mirò por la ventana y sus pensamientos la llevaron hasta Rafael, lo extrañaba, le pareció raro, pero ese era su sentimiento. Suspiró y cerró los ojos sacudiendo la cabeza como alejando esa sensación.
Bajó las escaleras y a medida que descendía recordó una silla de ruedas, olor a jasmines entrando desde una ventana, y supo que era una remembranza.
Al llegar al comedor Eros terminaba ya su desayuno, la mirò y con una sonrisa burlona la invitó a sentarse.
Ella lo ignoró, tomó una taza de té y tostadas, y se dirigió al living, dándole una mirada de furia al hombre que mostraba su rostro serio nuevamente.
Ella lo provocaba y no debía hacerlo, pero no le gustaría agitarse cuando debía salir . Maldita mujer, esa noche la haría pagar.
Se marchó y estuvo ausente el dìa entero, lo que le dió tiempo a Hipólita de pensar y sentirse un poco màs miserable.
Al llegar el mediodía, tomó una botella de whisky y subió a su habitación, se encerró por dentro y encendió el ipad, se sirvió un vaso lleno con hielo, se tiró en un sillón y alzó los pies sobre una mesita de cedro.
La mùsica la comenzó a envolver, ese ipad lo trajo en el bolsillo, no lo recordaba, pero debería ser suyo...
Tomó, tomó y siguió tomando. A medida que màs tomaba, la paliza que recibió la sentía màs lejos.
La bebida la envalentonó, recordó el móvil y como no podía llamar a Rafael, llamaría a Atina.
Del otro lado, sonó dos veces, a la tercera la voz de Atina respondió.
______Hola?
_____Amiga! Cómo estás?!  Sabes?, esta noche mi querido y amado esposo, me llevará al club y quiero que estés amiga.
Lo dijo con tanto entusiasmo que sonó estúpida.
______Hipólita? Estás bién? Estás, acaso...ebria? Dónde estas?
Hipólita rió tontamemte.
_____Soy una mujer de moral querida, estoy en mi hogar, como lo indicó mi marido.
______Espérame, estoy yendo.
_______Nop! Nop nop, no hace falta que vengas "Ati ",estoy muy bién, nos vemos esta noche...
Pero ya hablaba sola pues Atina cortó la llamada. Hipólita mirò estúpidamente el móvil, sonrió y se tumbó en la cama, al instante se durmió.
Atina conducía confundida, cómo era posible que Hipólita estuviera ebria? Le había pedido explícitamente que no lo hiciera. La distancia que recorrió hasta la casa de su amiga le pareció enorme.  Al llegar tocó el timbre y por màs que insistió, nadie le abrió. Llamó al móvil, pero tampoco obtuvo respuesta.
Se quedó sin saber qué hacer, pero se le ocurrió que ella podría haberse dormido por efecto del alcohol.
Luego de meditarlo tomó la decisión de dirijirse hacia la casa de Rafael, este asunto del club no le daba buena vibra.

HIPÓLITA @wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora