Uno

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En una mañana nevada, se podían escuchar los gritos de una mujer y los pasos nerviosos de un alfa recorriendo la estancia, esperando a que su omega de a luz a su cachorro, el que sería su quinto cachorro. 

La partera estaba recibiendo al nuevo integrante de la familia mientras que los hermanos mayores se encontraban en las escaleras sintiéndose curiosos por saber cómo sería su nuevo hermano.

Todos querían ya conocerlo, pero al parecer el pequeño se sentía demasiado cómodo en el vientre de su madre así que estaba siendo difícil para ella dar a luz, aún así la mujer no desistió y siguió pujando con fuerza hasta que finalmente la partera tuvo la pequeña cabeza en sus manos para finalmente sacar el cuerpo escuchándose después un llanto que alegro a todos en la casa.

Sin embargo cuando las manos de la omega tocaron a su hijo, ella vio atentamente al pequeño y sintió un gran escalofrío en su piel. Era un pequeño omega, pero ese no era el problema realmente, sino que tenía una gran marca en su mejilla cayendo hasta su pecho mientras que su otra mejilla tenía pequeñas manchas en forma de luna… A sus ojos era sumamente horrible.

—No lo quiero, no lo quiero, —dijo entregándolo a la partera, —es un monstruo que solo traerá desgracia.

Las marcas no estaban bien vistas porque se asumía que la oscuridad de los demonios habían tocado su cuerpo por lo que ahora solo estaría lleno de desgracia. No era bienvenido.

—¿Qué ocurre Junghan? —pregunta el alfa preocupado mientras entra a la habitación, —¿Por qué lloras? —se acerca a su omega.

—Es un niño maldito, ¡Está maldito! —ella golpea la cama con sus puños mientras grita.

—¿Qué? —pregunta asombrado mientras estira sus brazos para tomar al bebé que aún lloraba.

La partera tenía un semblante de tristeza mientras veía al pequeño con aquellas marcas en su rostro; vio al alfa y con pesar le entrego al bebé. No pasó mucho tiempo antes de volver a tener al pequeño en brazos ya que su padre también lo había rechazado.

—No quiero a ese ser maldito aquí, —rugió el sumamente molesto mientras se levanta.

—¿A dónde irá? —pregunta la beta, —no tiene a nadie más que a sus padres.

—N-No lo sé, —dice sintiéndose estresado por el llanto desesperado del bebé, —tiralo o algo.

—Yo no haré eso, si quieren desecharlo de su vida, háganlo ustedes, —quiso dar el bebé a sus padres, pero estos no lo quisieron.

—Yo lo cuidaré, —dice una de las hijas de la casa, —es mi hermano, —ella no pasaba de los quince años, pero sentía tristeza por el trato que estaba recibiendo un ser que acababa de nacer. 

—Deberíamos matarlo, —susurra su madre, —solo traerá desgracias, —se cruza de brazos. 

—Es solamente un bebé, mamá, —acuna a su hermano mientras esté deja de llorar para poner atención a la omega. —Te llamaras Baekhyun, —dice recordando a un autor de poemas sobre estrellas. 

Desde ese día, fue Byun Hyunjun quien cuido a Baekhyun, ella se encargaba de bañarlo, alimentarlo, dormirlo y sobre todo protegerlo ya que sus hermanos no lo querías porque sus padres decían todos los días que Baekhyun era un demonio, una desgracia.

El pequeño solía jugar con el cabello largo de su hermana e incluso reía con sus encías cuando ella hacia cosquillas en su pancita. Para ella no eran un problema las manchas de su hermano porque pensaba que en realidad lo hacían diferente y no siempre lo diferente era malo. Ella no creía en maldiciones o brujería, pensaba que sus padres estaban locos.

Cuando Baekhyun cumplió cuatro años ya sabía caminar, comer solo e incluso leer y escribir su nombre; corría por la habitación jugando con Hyunjung y solía esconderse cuando ella llegaba para luego atacarla con abrazos.

Cómo al resto de la familia no le gustaba ver a Baekhyun entonces la omega solía tenerlo en su cuarto todo el tiempo diciéndole que no debía salir de ahí.

—Hermana, ¿Por qué mamá no me quiere? —pregunta un día mientras está acostado en la cama intentando leer algunas palabras.

—¿Por qué dices eso? —pregunta preocupada.

—Porque hoy salí al jardín y ella me empezó a gritar diciendo demonio ¿Qué es un demonio? —frunce su pequeño ceño.

—No le hagas caso, seguramente estaba de mal humor, —ella se acuesta a su lado y empieza a besar sus mejillas provocando que el niño ría. —No salgas de nuevo ¿Sí? 

—Pero ¿Por qué no puedo salir nunca? —hace un puchero que derrite el corazón de la omega. 

—Es porque aún eres pequeño, —besa su mejilla, —cuando seas grande podrás salir, —lo mira a los ojos y el pequeño asiente.

Hyunjung solía contarle historias para dormir, escuchaba todo lo que su hermanito decía y trataba de nunca dejarlo solo ya que temía que alguien le hiciera daño. Las marcas no se habían desvanecido por lo que aún había peligro para el pequeño omega.

Baekhyun era feliz a su lado ya que siempre lo hacía reír, le solía dar dulces y jugaban juntos; sin embargo su hermana había tenido que salir de viaje con el que era su prometido, un alfa que sus padres eligieron para ella.

Cuando regresó, ella se puso realmente mal, tenía fiebre, no paraba de toser y cuando Baekhyun caminaba torpemente hacia ella, entonces los demás miembros de la familia lo empujaban o lo encerraban diciendo que por su culpa es que su hermana estaba tan enferma.

Un día de esos, la omega camino débilmente hasta el cuarto donde estaba su hermanito, lo encontró con frío durmiendo en el suelo así que lo cargo en brazos para volver a su cama; estaba haciendo mucho frío por lo que cuando lo acurrucó en su pecho, Baekhyun dejo de temblar.

—Entre lágrimas te digo, mi pequeño cachorro no estará nunca solo porque yo desde donde esté siempre te cuidare, —le canta al oído mientras el niño agarra su blusa aferrandose a su hermana. —Siempre te amare, mi precioso hermanito, —susurra para luego besar su cabeza. 

Esa noche de frío invierno, Baekhyun cumplió cinco años de edad y su hermana daba fin a su corta vida; el cuerpo que le estaba dando calor, con el paso de las horas comenzó a congelar su pequeño cuerpo.

Velo del Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora