Cuatro

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—¿Qué sucede, hijo? No has tocado tu comida, —pregunta una omega mayor.

—Nada… Es solo que estaba pensando en alguien, —susurra.

—Uy, mi hermanito ya quiere cortejar a alguien, —se burla su hermana, —¿Quién es?

—No digas tonterías, —la mira de mal humor, —es solo que hoy ví como un guardia golpeaba a un omega…

—¿Cómo? ¿Por qué? —pregunta su padre exaltado, —hay que ir a hablar con el líder.

—No sé porque, le golpeó con un látigo, —muerde su mejilla recordando el incidente, —era el omega que vive en las cabañas junto al río.

—Oh, ese, —su padre se calma, —el guardia tendría sus razones, ese ser está maldito, —dice con asco.

—Pero no estaba lastimando a nadie, y además era muy pequeño, se me hizo feo verlo siendo golpeado sin poder siquiera defenderse, —frunce sus labios en una mueca.

—No lo veas como un omega, solo es un demonio, —dice su madre, —si muriera, el pueblo estaría más tranquilo.

El alfa se quedó en silencio y solo asintió con su cabeza; se decía que no debería estar pensando en aquel omega ya que todos sabían que estaba maldito debido a las marcas en su rostro. 

Aunque se decía que no debía pensar en él, las imágenes de él siendo golpeado seguían presentes en su mente, incluso que necesitaba usar un bastón o que había logrado sobrevivir comiendo aquel pedazo diminuto de carne cada tantos meses. Se sentía tonto por haberle reclamado por algo así.

Cuando escucho por un guardia que el líder mandaba carne al omega paria, se enojo mucho pensando en que él como cazador estaba siendo utilizado para mantener satisfecho a aquel chico. Sin embargo, ahora estaba avergonzado por reclamar aquello; el omega estaba muy delgado, era más pequeño que el promedio y además se notaba su fragilidad. 

Sabía que nadie en el pueblo lo quería, algunos le tenían lástima, pero nada más y decían que él solo trae desgracia. Incluso había escuchado que los problemas que había tenido el pueblo eran por culpa de aquel omega; aunque no sabía bien como sería cierto eso.

En los próximos días no pudo dormir bien sabiendo que por su culpa el pobre chico ya ni siquiera podría comer aquel pedazo pequeño de carne y que ahora estaba lastimado por culpa de aquel guardia. Le lastimo tanto la consciencia que cuando fue a cazar, decidió también atrapar una pequeña liebre; cuando entregó la carne, apartó al pequeño animal muerto.

No sabía porque lo hacía, quizá solo le daba pena la situación del omega; estaba avergonzado así que no tenía valor de mirarlo a la cara para entregarle a aquel animal, por lo que dejó al conejo en el suelo, tocó la puerta y se fue de ahí para esconderse detrás de un árbol a lo lejos.

Baekhyun no entendía quién podría tocar su puerta ya que se supone que no se le iba a traer nada más, aún no se había recuperado de los latigazos por lo que seguía sintiéndose adolorido y su cuerpo se sentía pesado; coloco su velo en su rostro y luego se apoyó sobre su bastón para poder erguirse. 

En el momento en que estuvo afuera, no vio a nadie y solo suspiro pensando que había sido una broma, pero luego vio el suelo y se fijó en un pequeño conejo muerto bastante gordo; lame sus labios con hambre, sin embargo se le hacía raro eso porque nunca en todos esos años había recibido un animal entero, solo esos pedacitos.

Luego recordó al alfa, las palabras que le dijo sobre aprovecharse de ellos, comer a expensas de ellos. Quiso buscar al alfa, para darle el conejo antes de que vinieran a reclamarle de nuevo, pero a duras penas podía mantenerse en pie así que decidió simplemente volver a entrar a pesar de que moría de hambre.

Trataba de dormir todo el día para así no pensar en comer, bebía mucha agua y comía frutas, pero no podían satisfacerlo ni alimentarlo sin embargo era lo único que lo mantenía con vida.

Al día siguiente volvieron a tocar su puerta y él con cansancio fue a ver quién era, cuando estaba yendo a abrir se cayó sobre sus rodillas, con dificultad se volvió a poner de pie. Abrió la puerta de madera encontrandose con el rostro de aquel alfa que le había reclamado antes.

—Y-Ya no estoy comiendo carne, no-no, se preocupe, —dijo asustado aunque se sintió cansado al terminar de hablar.

—Lo sé, —baja la mirada, —pero pensaba yo que… —cierra los ojos, —no debí haberte reclamado, después de todo tú no tienes un alfa que vaya a cazar o compré carne para ti, —susurra y estira su mano con un gran trozo de carne envuelto en una tela.

—¿Uhm? —levanta sus cejas al ver lo que había en la mando del alfa, —¿Carne? —pregunta al olfatear el aire, —pero usted dijo que-

—Sé lo que dije, pero solo acéptalo, por favor, —lame sus labios nervioso, —me porte mal el otro día, —rasca su nuca con su mano libre, —discúlpame, —muerde su labio inferior. 

—¿Te disculpas… conmigo? —frunce su ceño ya que no esperaba algo así.

—Sí, —mira para otro lado, —¿Aún estás lastimado? —pregunta preocupado al ver cómo el omega temblaba por momentos.

—Sí, no es nada grave, —suspira, —fue mi culpa por ser tan despistado y no ver qué estaba entrando al pueblo, —se ríe avergonzado.

—Aún así, no debió golpearte, —lo mira a los ojos, —los alfas no deben golpear a los omegas, —recuerda las palabras que le había dicho su profesor y su padre.

—Yo no soy tratado como un omega, me da igual, solo no volveré a salir de casa… aunque será difícil cuando tenga que recoger agua del río, —hace una mueca pensando en que ahora tenía miedo incluso de salir unos metros de su casa.

—Si tú quieres, puedo ayudarte, —propone.

—Oh no, yo podré hacerlo solo, ya es mucho lo que usted trajo para mí, —señala la carne, —no sé porque lo hace, pero gracias.

—Bueno, me voy, —se sentía incómodo, —espero que te recuperes pronto, —ve como Baekhyun asiente así que se da la vuelta para irse

El omega mira como el alfa se va apresurado, sonríe apenas cuando ve el trozo de carne envuelta. No entendía la acción del hombre ya que hace poco le había reclamado y ahora le regalaba comida, suponía que los alfas a veces eran temperamentales.

Entró lentamente y prendió la leña de su cocina de ladrillo; puso una paila de barro a calentar; luego lavó la carne y la aliñó con las especies que solía sembrar, secar y moler. No pensó volver a comer así que su estómago rugía mientras veía como se cocinaba su comida.

Mientras escuchaba el crepitar de la madera y veía el fuego, su mente trajo el rostro de aquel alfa; la primera vez no lo había visto tan bien porque estaba muy asustado, pero ahora lo había detallado mejor. Él era muy alto y grande, su cabello estaba atado en una coleta y era rojo, sus ojos tenían el color de las avellanas, además olía a café.

Aparte de su hermana y la señorita Park, aquel alfa había sido el único en el pueblo en tratarlo bien o algo así. Suponía que tampoco se podía acostumbrar, él era un ser maldito que no merecía ser amado por nadie ni valorado, él moriría entre la soledad y la oscuridad.

Cuando su carne ya estuvo lista, la acompaño con una ensalada de vegetales, era carne de alce. No solía comerla muy a menudo, la última vez que la probó fue a sus quince años debido a que hubo una celebración en el pueblo y había demasiada carne.

Masticó lentamente para degustar cada pedazo, no sabía cuándo sería la próxima ocasión en que podría comer algo así por lo que se tomaría su tiempo. Esa noche durmió con el estómago lleno y el recuerdo de aquel alfa amable.

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