Capítulo 7: Primer encuentro enemigo

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—Buenos días, Kyōjurō. —saludó el director al rubio que estaba revisando algunos trabajos de sus alumnos. —¿Cómo estás?

Giró su cabeza con una sonrisa al escuchar que era su superior quien le llamaba. Todo el mundo lo quería. —¡Buenos días! —dijo animado. —Hoy ha estado tranquilo y Uzui no ha provocado explosiones.

A pocos metros del lugar de Rengoku en la sala de maestros, Tengen se encontraba viendo memes desde su celular. —Soy todo un Dios...

—¿Qué lo trae por aquí? —con una sonrisa, el profesor de historia cuestionó.

El contrario sonrió amablemente y se dio media vuelta para regresar a su oficina. —Solo quería ver como estabas.

—¡Grandioso! —exclamó Rengoku.

🔥🌈

El tiempo pasó y finalmente la hora de salida de los gemelos llegó, ambos salieron del edificio conversando sobre los polvo pica pica del baño.

—Te dije que yo no fui. —con fastidio, Akaza exclamó dando un largo suspiro con sus manos en sus bolsillos. —No soy tan infantil.

—No puedo creerte por completo. —dijo Hakuji con el ceño medio fruncido. —Casi te peleas con un niño hace una semana porque compró el último bolis de fresa.

Se avergonzó el pelirrosa pero decidió no quedarse callado. —¡Era un niño bastante grandecito!

—Akaza. —con seriedad y viendo a los ojos a su hermano, habló. —Ese niño tenía 7 años.

—Él se lo buscó. —chasqueó la lengua.

—Ya tienes 25 años, comportate como tal, ya no eres un niño. —Hakuji regañó a su gemelo y es que en realidad, a veces actuaba muy infantil y aquello podría traerle problemas, era como si no pensara en las consecuencias. —Si sigues así, vas a matar a papá de tanto estrés.

—Te dije que yo no fui.

—¿Crees que a papá no le da vergüenza tu comportamiento?

Esta vez, Akaza lo tomó más personal a tal punto de querer pelearse a golpes con el pelinegro, sabía que su papá no estaba orgulloso de todo lo que hacía pero que su hermano se lo haya dicho en la cara solo provocó que se enojara.

Así que antes de siquiera responderle al contrario, se dio media vuelta y se alejó de él mientras Hakuji lo llamaba:

—¿A dónde vas? —elevó la voz un poco el ojiazul.

—No te importa. —dicho esto, solo se fue de ahí, si continuaba, ambos iban a terminar peleándose por lo que creyó que era mejor retirarse.

🔥❄

Akaza iba caminando por las calles, ya estaba oscureciendo así que ya se dirigía a su casa. —Debería comprar algo de comida.

Y justo cuando iba a adentrarse al local de comida rápida, un hombre alto y de ojos arcoíris abrió la puerta para salir topándose con el pelirrosa.

—¡Oh! —se sorprendió Douma. —Lo siento...

Akaza se quedó de piedra, este día no podía salir peor. —Con permiso. —quiso evitarlo pero el más alto lo detuvo.

—Eres ¿Akaza?... —preguntó con una mano en su barbilla.

“Lo que me faltaba” se dijo, giró sus ojos con fastidio y encaró a Douma. —¿Y tu eres?...

—¡Cierto! —levantó su dedo índice como si eso le diera todo el conocimiento del mundo. —No nos conocemos pero eres hermano de Hakuji-kun, ¿No? Yo soy Douma.

—Sí.

—Lo sabía, Koyuki-chan me mostró una foto de los dos, ¿Son gemelos o cuates? —por alguna razón no se callaba.

—Gemelos. —habló en tono cansado. “Ojalá te atropelle un camión” pensó.

—¿Vas a comprar hamburguesas? —se acercó al espacio personal del más bajo. —Yo también compré muchas, a Kyo-chan le gusta mucho la comida rápida aunque prefiere la comida hecha en casa.

—¿Kyo-chan? —abrió sus ojos con interés, sabía que se refería a Kyōjurō pero aprovecharía para sacar información.

—No te lo he dicho pero Kyo-chan es mi novio y hoy se va a quedar en mi apartamento. —habló orgulloso y con los ojos cerrados levantando su mandíbula.

“¡¿Y por qué carajos me cuentas eso, arcoíris de segunda mano?!” cada vez estaba más cerca de darle un golpe y saciar su ira con el hombre que le había robado al amor de su vida, aunque no por mucho tiempo. —¿Y por qué no le cocinas algo? Vas a provocar que engorde.

—Hoy no hay tiempo para cocinar además a los dos se nos dificulta. —se rio. —¿Pero no vas a comprar tu comida?

—No, pensándolo bien, comeré lo que hay en casa. —caminaría junto a él aunque no le gustara solo para obtener información. —¿Para dónde vas?

Douma con una sonrisa, señaló su camino. —Por allá.

—Que sorpresa, yo también voy por ese camino. —respondió Akaza.

Y así, los dos caminaron juntos en la misma dirección, Akaza aprovechaba que Douma era muy confiado y por ello, le preguntaba sobre su relación con Kyōjurō.

—¿Y tu relación con tu pareja es buena? —desvío la mirada para hacer notar que casi no le interesaba.

—Es buena, casi nunca peleamos. —expresó orgulloso. —No nos gustan las discusiones.

—Eso es bueno. —dijo como si nada, “¡Muérete!”. —¿Cómo se conocieron?

—¡Oh, Akaza-kun eres un chismocito! —se burló Douma.

Akaza por el contrario, solo se rio falsamente. —Solo es curiosidad.

—Bueno, ya que insistes. —se sonrojó un poco el peliplata. —Nos conocimos porque su papá y su hermano menor me atacaron en un centro comercial.

—¿Qué? —rápidamente miró al más alto. —La pregunta aquí es ¿Por qué?

—Mmm... —se llevó una mano a su barbilla recordando lo sucedido. —Por accidente toqué el trasero de Kyo-chan y el de su mamá.

—... ¿Cómo que por accidente?... —bueno, Akaza creía que eso era un punto a su favor, si su futuro suegro odiaba a Douma, entonces sería fácil ganárselo en un futuro considerablemente cercano.

—Es una larga historia. —cambió el tema. —¿Y tu Akaza-kun?

—¿Yo qué?

—¿Tienes pareja?

—No. —Akaza respondió rápidamente con enojo y sabía que su frustración se debía al estúpido arcoíris andante.

—¿Te vas a quedar a vestir Santos, Akaza-kun? —cuestionó Douma con sarcasmo y es que le parecía gracioso y divertido molestar al pelirrosa.

—Te voy a destrozar a golpes. —susurró, estaba a punto de tirar el primer golpe pero se detuvo en seco cuando escuchó a Douma hablar.

—¡Una farmacia! —sonrió con lujuria. —Espérame aquí, Akaza-kun, voy a comprar condones. —se encogió de hombros. —Hoy es una noche para no dormir.

Akaza comprendió a que se refería al instante, observó como el arcoíris andante entraba a la farmacia, oscureció su mirada y habló con ganas de destruir el suelo de un golpe. —Te quitaré esa estúpida sonrisa a golpes...

La condena de la reencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora