9. (Des)entiendo

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Bla, bla, bla, bla.

Y es la peor reunión a la que un director de una empresa pueda asistir. Estoy sentada en la punta de la mesa en forma de U. Hartley está parada a mi lado, como mi asistente, debe ser mi sombra, no estoy escuchando nada de lo que todos estos tipos hablan, solo hay dos mujeres aquí y estoy a cargo, me enorgullece, pero me aburre, siempre es la misma rutina. No me malinterpreten, amo mi trabajo, amo lo que hago, a excepción de esta parte, solo porque sé que todos estos desgraciados conspiran en mi contra.

Mientras ellos hablan, yo estoy dibujando en mi tableta con el lápiz óptico que Mateo me regaló, fingiendo que estoy anotando sus palabras, la única persona capaz de ver qué hago es mi amiga a mi lado, mezclo líneas de diversos colores, dibujando la cara de una persona que no sé si existe o no.

Solo pienso en lo de ayer en la tarde, cuando Keiran me llevó comida y me pregunto si tenía problemas, no puedo olvidar como me tocó, sus labios sobre los míos, no voy a mentir, me estoy volviendo adicta a él. Si va a estar todo el día en mi cabeza entonces sí tengo problemas.

Para empeorar todo, la puerta se abre y justo aparece él con la barra del otro día, pero esta era de otro color. Por supuesto todos se giran para verlo, esas perlas de ojos verdes desorbitados van directo a los míos, estamos lejos, pero puedo verlo a la perfección. Su cabello ahora castaño oscuro un poco desordenado, una camiseta blanca limpia, va a juego con sus zapatillas blancas, está demasiado informal, debería ponerle un código de vestimenta.

—Perdón, sala equivocada —se disculpa, con una sonrisa recta y considerada, y se va.

Aprieto mis labios para no reírme y avergonzarme, recibo un codazo de Hart en el brazo, vió lo que estuve a punto de hacer, no me quejo, debo comportarme, debo hacer que estas personas me respeten, un solo error y arruinaré mi carrera, no permitirían que una "niña" les de órdenes, no pueden con su orgullo. ¿Lo habré llamado con mis pensamientos?

Keiran, Keiran, Keiran, Keiran.

Nop, no funciona.

—¿Señorita Jefferson?

Salgo de mi trance y miro al viejo que me habla, arrugado, con canas y blanco, como todos los demás sentados en las sillas, Mateo y unos dos más son los jóvenes. Agradezco al cielo que Shawn no haya aparecido, no sé si hubiera soportado dos horas viéndole la cara, tuvo que resolver unas cosas para la boda.

—¿Le gusta la propuesta? 

—¿Mateo? —le miro, él siempre da mis respuestas. Él siempre me entiende, me saca de estas situaciones sin problema.

—Estoy seguro de que es una idea poco favorable y se sale de nuestro presupuesto, las transacciones se están haciendo correctamente y con el director general del año pasado —papá —confirmamos que todas las acciones fueron dadas a la nueva dirección, no solo su director, si no también a todo su equipo. Todo, sin contar las acciones del futuro esposo de la señorita Jefferson —es tan bueno en lo que hace.

—Es mi opinión al respecto —completo entendiendo lo que él dijo y no lo que hablaron los ancianos.

—Pero señorita... —intenta debatir uno de ellos.

—¿No tiene hambre? —le interrumpo poniéndome mi chaqueta al pararme —porque va a ser medio día y yo sí tengo hambre. Llevamos dos jodidas horas aquí y si continuamos no vamos a llegar nada. Conclusión, las ventas han bajado y nos aseguraremos de recuperar lo perdido con la compañía de mi prometido. Inviten a sus parejas, no pierdan las costumbres, denles una cena romántica, regálale un juguete a tu hijo, me vale lo que hagan, es todo por hoy.

Esperadamente InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora