14. Con los pies en la arena

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Jayden.

Siento que puedo volar. Es como si todos mis problemas hubieran desaparecido, es la comida más rica que he probado, es la medio cita más emocionante que he tenido, y sus labios... Doy vueltas en mi silla mordiendo mis dedos, es el primer chico que me ha hecho sentir así.

—Basta de mentiras, a mí no me engañas, ¿Qué te traes con el maître nuevo? —comenta Hartley segura de que ya tenemos algo. 

—Nada, tranquila —insisto claramente embobada antes de posarme recta en mi silla de nuevo.

—Me pidió tu número de teléfono —me confiesa y eso solo me hace sonreír aún más.

—Está bien —me rindo, ella se acomoda sentándose en mi escritorio con confianza —creo que recuerdas el día que actué estar enferma —asiente y yo continúo —lo enviaste a mi cuarto y...

—¡¿Se acostaron?! —no me deja terminar.

—Shhhh... —se cubre la boca, a la vista nadie nos ve, pero los muros aquí tienen oídos.

—¿Se acostaron? —esta vez lo susurra.

—No —me escucho decepcionada al confesarlo —dijo que no es de los chicos de una noche. Pero ayer tuvimos una cita perfecta.

—¿Entonces va por todo? —concluye Hart, yo suspiro y me rebullo en mi silla.

—No lo sé, pero eso espero.

—Estás olvidando algo —agrega ella y sé que lo que sea que viene no es bueno —el aquelarre —y al diablo que tiene razón.

El aquelarre incluye a las arpías de las rubias de papá, a papá y a Lucifer: Shawn. No sé que voy a hacer con ellos, pero va a ser un infierno si quiero estar con él o al menos besarlo otra vez. Y definitivamente, quiero estar con él. Para interrumpir nuestra charla. La desgraciada de Olivia entra a paso firme a mi despacho sin siquiera tocar, detrás, su hija malvada como la sombra y mujer inferior que es.

Siento como se me olvida que existe Keiran y ese hermoso sentimiento de descanso es reemplazado por mi ira.

—¿No saben lo que es tocar? —pregunta Hart con frialdad parándose derecha y con cabeza alta en medio de ellas antes de que lleguen a mí.

—El edificio es de mi marido, así que cierra la boca y hazte a un lado —espeta maléfica con su tono autoritario que no tiene ningún poder pero que por alguna razón, cree que sí, atrevidamente golpea su hombro con el suyo para pasarle por el lado y estar frente a mí. 

Voy a controlarme.

—Hola, rapunzel —saluda la rubia de pelo corto y en ondas a mi amiga, quien responde mostrándole su dedo medio. Ella es mi admiración.

—¿Haz estado esquivándome? —son las primeras palabras que salen de la boca de la mujer mayor.

—¿No es obvio? —responde Hart de nuevo, quiero ser tan valiente como Hartley en este momento.

—No hablan contigo estúpida —le responde Belinda a mi defensora.

—Tampoco contigo, entrometida.

—¿Dónde has estado? —cuestiona la mujer de papá sacándome de nuevo de mi burbuja distractora, yo no me molesto ni siquiera en pararme de mi silla.

—No lo sé, tal vez trabajando ¿Conoces el término? —digo yo, sé que solo quiere el dinero de papá, por eso digo que no hace nada y solo camina con ropa costosa que compró con dinero por el que no sudó una gota.

—Nos retrasamos, no tenemos ni el lugar para la boda, ya que por alguna razón decidiste comportarte como una amazonas, y menos tu vestido, eso es lo que vamos a hacer hoy.

Esperadamente InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora