1 . ¡Feliz Cumpleaños!

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Jayden

Me desperté. Abrí los ojos para intentar reconocer el cuarto donde estaba, lo único que vi fue un techo blanco. Sentí cómo las sábanas envolvieron mi cuerpo, protegiéndome del frío; era muy cálido. Además de eso, alguien más estaba conmigo en la cama. Toqué con algo de miedo su brazo que rodeaba la cintura. Grueso y velludo. Cuando volteé a ver de quién se trataba, no era más que mi prometido. Casi grité al verlo.

No sabía qué estaba pasando, pero me levanté de la cama con las cobijas envolviendo mi cuerpo. No tenía nada debajo, solo podía sentir mi ropa interior en la parte inferior de mi cuerpo, y mis pechos estaban cubiertos por la sábana. 

Sabía que la gente pensaría: "Es tu prometido, ¿qué hay de malo en eso?" Yo diría que mucho, dado que era un compromiso arreglado y nunca lo he besado en mi vida. Se suponía que respetaría mi espacio, sin embargo, hoy me desperté junto a él. ¿Qué diablos había hecho? ¿Qué diablos había hecho él? Tenía la sensación de que no había bebido y de que no quería estar con él, así que me había obligado. Quería recordar, pero no funcionaba. Me vestí lo más rápido posible cuando mis pies tocaron la alfombra del suelo.

Con algo de miedo, lo vi vacilar para despertarse. Salí del cuarto y corrí por el pasillo, olvidando que apenas llevaba puesta una blusa bastante transparente que mostraba casi todo lo que había debajo, y unos jeans. No me di cuenta, pero las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Entré al primer baño y cerré la puerta con seguro. Estaba a punto de tirarme al suelo, pero allí estaba él.
Con su cabello despeinado y sus ojos color miel verdosos que demostraban preocupación. Esa mirada que me decía que todo iba a estar bien, sin decir ni preguntar absolutamente nada, se acercó a mí y me abrazó. Hundí mi cabeza en su pecho y me desahogué llorando sobre su camisa. Su olor me calmó y me tranquilizó, acarició mi cabeza dándome consuelo. 


Y lo reconocí, reconocí lo que era en verdad amar.


Tres meses antes
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Me miro en el espejo redondo con bordes dorados en forma decorativa. Acomodo las tiras de mi vestido, es negro, a la medida y largo. Su tela es delgada, me hace sentir fresca. Tiene una abertura en mi pierna izquierda y muestra bastante espalda. Es de etiqueta, no llevo brasier, soy de senos pequeños, por lo tanto, no es necesario. Estoy sobre mis tacones plateados que muestran mis elegantes uñas rojas, combinando con mi pálida piel.

—Tu padre me dijo que te dejó un regalo —Ella se para de la cama. Estamos en una elegante habitación de hotel con un estilo entre francés moderno y americano elegante, con iluminación amarilla y clara.

Detrás de mí puedo ver a Hartley en el reflejo del espejo de mi tocador. Es mi mejor amiga, es una morena de muy buen porte. Veo cómo se me acerca, así que aparto mi cabello perfectamente planchado de mi hombro y me giro para recibirle. En mis manos queda una cajita de terciopelo. La abro y encuentro un colgante, es una perla blanca, pequeña, pero económicamente valiosa. Suspiro y desvío la mirada.

—No va a venir, ¿verdad? —Pregunto con un amargo sentimiento. 

No recuerdo la última vez que papá haya estado en mis cumpleaños. Ni una sola vez. Debí ser muy pequeña cuando pasó por última vez, si es que pasó.

—Ya sabes lo que dicen, la esperanza es lo último que se pierde —Me anima, acaricia mi hombro descubierto, y le sonrío sin ganas.

Este día ha sido así de infeliz desde que papá y mamá se divorciaron. Tenía nueve años cuando pasó, y aún no sé la razón. Recuerdo que fuimos a un jurado por mi custodia y, obviamente, ganó papá. No voy a mentir, amaba mi vida. Ambos eran felices, me amaban, y mi madre quedó embarazada. Tenía cuatro meses de embarazo cuando se fue, y no puedo creer que mi padre haya sido tan insensible de dejarla en ese estado.

Niego con la cabeza, espantando todos esos recuerdos dolorosos mientras Hart me ayuda a ponerme el hermoso collar que me ha dado mi padre por mis cumpleaños número 22, y sonrío para mí misma en mi reflejo. 

<<No lo arruines, Jayden.>>
No lo haré.

Esperadamente InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora