17. "No es mío aún"

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Jayden.

Voy delante de Keiran que va detrás con el carrito de compras. No sé qué tomar, hay muchas opciones. A diferencia de Keiran, que lee la tabla nutricional de cada producto, noto lo cuidadoso que es con todo lo que pone en el carrito.

—¿Por qué no has puesto nada? —lo escucho hablar a mis espaldas

Girando, me doy cuenta de que está leyendo algún producto, como no recibe una respuesta pronto, solo hace que sus esmeraldas brillantes me miren sin levantar la cabeza, sé que algo dentro de mí tembló.

—Hay muchas opciones.

—¿Nunca has venido a comprar? —cuestiona.

No sé como se dio cuenta, tal vez el hecho de que parezco una niña mimada, siempre lo tuve todo, sin ninguna razón tuve que preparar algo.

—Suelo pedir todo en línea, así que no sé que elegir.

—¿Pasaste toda tu vida en un castillo, Rapunzel? —bromea, pero tiene un poco de razón. Me sorprende que sepa sobre princesas, debe de ser por su hermana, me confesó que aparte de Keith, estaba ella —¿en serio nunca saliste?

—No, de hecho a penas estoy conociendo el mundo, estudié en casa y bueno, ya debes imaginar que soy una niña de casita.

No me responde nada. Es bastante tranquilo y eso me gusta, conoce sus límites, yo no conozco los míos, asiente con algo de pesar, se conforma con lo que le digo. Vamos a pagar las verduras y comidas sanas que Keiran eligió. Veo como la cajera lo mira, es como si quisiera comérselo justo ahí.

—¿Tienes puntos? —indaga la cajera, ni siquiera se molesta en ocultar lo atraída que está.

—No —responde un desinteresado Keiran revisando sus bolsillos.

¿No tiene cartera? Está tan concentrado pagando las cosas que no se da cuenta que le coquetea con la respiración. Hay un vacío en mi estómago. Pero me controlo.

No es mío aún.

Veo como pasa la mano por su brillante y oscuro cabello hacia atrás, es tan hermoso cuando hace ese movimiento. Cuando está poniendo las bolsas con comida en su mano, veo como la chica de cabello negro despeinado y de terrible estilo se atreve a escribir algo en un trozo de papel, si no fuera por Hartley, no lo sabría, pero sé que escribe su número para dárselo.

Hoy no infeliz.

Él camina a la puerta con las bolsas de compras y cuando intenta llamarlo me paro frente a ella de brazos cruzados.

—¿No te pagan lo suficiente? —intervengo sin alzar la voz.

—¿Quién eres? —le arrebato el tan anhelado papelito y lo parto en pedacitos.

—Si te metes donde no te llaman vas a conocerme.

Se ve ofendida, pero no me importa, doy media vuelta quejándome salgo con él de allí, me cae mal. Llegando a casa, dejamos las cosas en la cocina e iniciamos a desempacarlas, Maya, mi mascota nos saluda, es muy juguetona, le hago falta, dije que haría la cena, pero ya me dio pereza. Qué bueno que a él le gusta cocinar.

—Gracias por sacarme del hospital hoy, necesitaba respirar un nuevo aire —dice él.

Es tan amable (cuando quiere). No me mira al decir esas palabras, yo solo puedo ver su espalda cuando lo escucho, ¿he dicho que me encanta su voz?

—Por supuesto —respondo.

Keiran e inicia a desempacar lo que compramos, desde aquí puedo ver como esos marcados músculos de sus hombros se mueven al sacar cosa por cosa. 

Keiran se detiene y se da la vuelta, cruza sus brazos dejándome en intriga de lo que me va a decir, nos miramos por unos pocos segundos antes de que ladee la cabeza y me muestre una sonrisa ladeada que estoy segura que me detiene el corazón.

—¿Te enseño a cocinar algo? —no estoy segura, pero no parece que eso fue lo que quería decir.

—Claro, suena divertido —no demuestro mi emoción en ningún momento obviamente, no quiero ser la chica que cocina con alguien demasiado atractivo como para estar solos en casa sin hacer nada y actuar como una estúpida.

Dejamos algunas verduras y frutas afuera, un poco de pollo, condimentos y preparamos los elementos para iniciar. Vamos a preparar una ensalada de pollo.

Es porque él dijo que no quiere comer mucha harina últimamente. Entonces comenzamos. Él se encarga de lavar y limpiar la presa, lo hace muy bien, se concentra en lo que hace, ni siquiera en el trabajo demuestra tanta pasión por lo que hace, yo me la paso viendo como sus dedos trabajan a la perfección con velocidad de vez en cuando. 

Entre tanto, ni siquiera sé cortar las manzanas, intento partirla a la mitad, ¿Cuántas veces he cocinado? La pregunta correcta sería ¿alguna vez he cocinado?

No, es la primera vez y me siento realmente avergonzada por ello. Pero nunca me enseñaron nada, no tuve una madre que me enseñara lo básico, ella se fue apenas estaba aprendiendo a barrer, todo en mi casa es para calentar.

—¿Qué rayos estás haciendo? —cuestiona a un metro de mí con un tono crítico. 

Ni siquiera yo sé. 

—Debes cortar la manzana en cuadros.

Pero amigo, no sé como hacer eso, ¿Quieres ayudarme?

Como si me hubiera leído la mente, inesperadamente se hace detrás de mí y pone ambas manos sobre las mías. Siento un intenso calor recorrer por mi columna vertebral que me pone todos los pelos de punta. Huele tan bien. Mi espalda contra su pecho, se siente muy bien estar en esta posición. Con su mano derecha, me ayuda a sostener el cuchillo y con la izquierda, la fruta.

—Primero debes cortarla de forma vertical —corta y la primera rebanada sale perfecta —debes usar tu dedo índice como guía para saber cuanto vas a cortar.

Pero yo solo pienso en lo cerca que está de mi, solo escucho su tono de voz cálido y maduro que está más que presente en mi oreja, hablemos también del hecho de que me está susurrando tan cerca que siento su aliento en la mejilla izquierda. ¿Acaso no sabe lo que me hace?

Corta dos trozos más de aquella fruta y luego les da un giro, quedando en forma horizontal, me está diciendo como hacerlo, pero estoy tan concentrada en su cuerpo que no me concentro en cocinar, hace lo mismo al cortar y veo los cuadro salir, no entendí nada.

—¿Entendiste?

—Por supuesto, más fácil que partir lechuga.

Es más fácil si te alejas. No me escucha, porque luego siento su respiración en mi cuello, me hace perder los sentidos.

No te acerques así, Keiran L'eClark.

—No entendiste nada ¿Verdad?

—En mi defensa —doy la vuelta solo para empeorar mi posición y que mis hormonas se desfloren —nací en cuna de oro y jamás me enseñaron a usar un cuchillo si no era en la mesa.

Su boca se tuerce hacia arriba en su sutil sonrisa, sus ojos ahora son verdes, tengo la idea que cambian durante el día y según la iluminación, estos perforan los míos. Y está ese cabello negro tan liso y ondulado, del que sale ese mechón de siempre sobre su ojo derecho.

Pone cabello detrás de mi oreja, su tacto me enloquece y no porque nunca haya sido tocada por un hombre, me han tocado, pero no así, es como si tuviera cuidado de no quebrarme. Estoy segura de que sabe lo atractivo que es. Sus mejillas están rojas, hay algo en eso que me emociona tanto.

No sé cuanto tiempo pasa en los que solo nos miramos, pero siento que no voy a poder solo mirarlo.

—Ken... —susurro

—Me gustas Jayden.

Wow, ¿había mencionado mi nombre antes? si lo hizo, jamás sonó también como ahora, acabo de recordar que puedo respirar automáticamente, quiero decir, ¿Cómo respiro ahora?





NI YO ME LO ESPERABA/

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