13. "Ojalá no sea broma"

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La veo mirar de hito en hito los alrededores con una sonrisa, no me percaté antes de lo hermosa que es cuando su carita demuestra felicidad y créanme, cuando sonríe no parece ella misma, no enciendo las luces porque el sol ya hace bien su trabajo.

—¿Tienes hambre? —pregunto y ella asiente emocionada —siéntate, voy a prepararte algo —expreso con tranquilidad.

—¿En serio cocinas? —es lo que me pregunta y eso, en serio me ofende.

—¿Por qué te sorprendes? La comida que te llevé al cuarto la hice con mis propias manos —levanta sus cejas oscuras en sorpresa —te ves escéptica. Deja que te muestre mis habilidades.

Ella se sienta en la barra por fuera y yo la rodeo yendo por dentro, apoyo mis codos en la misma superficie que nos separa. Tenemos una distancia considerable, lamentablemente.

—¿Apuestas? —extiende su mano haciendo la propuesta —si me gusta, te concederé un deseo, si no, tú me darás un deseo a mí.

—Hecho —cuando estrechamos las manos, me es imposible no sonreír, mi mano cubre toda la suya y me da algo de risa lo tierna que se ve siendo tan pequeña —intenta sobrevivir sin mí media hora —no dice nada y me despide con un movimiento de mano.

Voy detrás a la cocina y pongo mi mente y mi cuerpo a trabajar. Limpio la presa, corto verduras, exprimo jugo de algunas frutas, agito por allí, muevo por allá, mezclo, caliento en la sartén, pruebo y apruebo.

Como prometí, estoy ahí en menos de media hora y le sirvo su comida. Es un pollo cortado en trozos cocinado en agua y con complementos saludables como papa y verduras. Le añadí un jugo de piña, fue la parte más difícil, lo confieso, soy alérgico a la piña y solo su olor me hace marear y me sonroja toda la cara, además, de que me da un terrible sarpullido en todo mi pecho y pica.

—Dato, la piña es mi fruta favorita —agrega ansiosa por lo que ve, atiné, o tal vez solo le pregunté a Mateo por su fruta favorita —¿Cómo sé que no lo tenías hecho?

—¿En serio? —ruedo los ojos.

Mira mi hermoso arte con sospecha y luego extiende la mano con la palma arriba hacia mí.

—¿Cubiertos? —sonrío.

Ya aprendió, qué buena chica. Pongo un tenedor y un cuchillo en su mano, tiene un gesto de satisfacción y curiosidad, mientras lo prueba, yo rodeo la barra para sentarme a su lado y ver su reacción, la admito como si fuera la obra de arte que más me intriga, pero que a la vez es la más hermosa.

Mastica y mastica, se toma su tiempo en serio, es tan lenta para comer como yo, ahora entiendo a Kiara cuando dice que tardo haciendo cualquier cosa. Ya sea vestirme, limpiar, comer o hasta respirar según ella. Pero nunca jamás para cocinar.

—¿Y? —me inquieto.

—Y... Ya puedes casarte —es su respuesta, y sonreímos estúpidamente con su comentario.

—¿Entonces gané la apuesta? —prueba su jugo, suelta una bocanada de aire al hacerlo, le encantó.

—Definitivamente ganada. ¿Cuánto te debo? 

Sus ojos color negro no me miran como la última vez cuando le respondí así. Está a la expectativa de lo que le voy a decir, pero tomo el consejo de mamá.

Acciones, Keiran.

Por eso, no tardo en inclinarme y estampar mis labios contra los de ella, en un suave y pasional beso, succiono su labio inferior, luego el superior, mientras acaricio su mejilla colorada. Mi cuerpo toma la reacción igual como sucedió la primera vez cuando ella me besó, incluso me bajo de mi silla para tener contacto con su cuerpo, puedo escuchar los latidos de mi corazón en mis oídos y sentir los suyos en mi pecho.

Esperadamente InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora