capitulo 18

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La cara de Gerard era un poema. Se había quedado con la boca abierta al saber que aquella chica, aquella especie de punk con pantalones rojos a cuadros y blusa desgastada, con algún que otro tatuaje que se dejaba entrever y una de las orejas dilatadas fuera aquella pequeña niñita tímida con traje de cole privado que había visto tan solo una vez en su vida.

- ¿Natalie?- preguntó sin terminar de creérselo. La chica sonrió y asintió, esperando a que Gerard terminara de cerrar la boca.- Es que... perdón.- se apartó, haciéndola pasar.- Frank no me dijo nada, no sabía que ibas a venir.

- No, él tampoco lo sabe.- pasó a la sala cargando con la mochila, dejando que Gerard la ayudara con la maleta.- De hecho, ni yo sabía si iba a venir, pero al final me han dado un permiso de una semana en el internado, y como sabía que tenía casa libre... no te molesto, ¿verdad?- sonrió con cara de buena.

- Que va, mujer... me alegro de conocerte.- le sonrió, dejando la maleta a un lado y quitándole la mochila para dejarla junto a ella.

- Y... ¿dónde está mi hermano?- preguntó algo impaciente.

- Aún no ha salido de trabajar... pero podemos ir a buscarlo y darle una sorpresa.- sugirió.

- ¡Oh, genial! ¿tienes coche?

En el autobús tampoco se viajaba tan mal después de todo. Natalie se veía muy animada, hablaba y reía, y parecía que jamás se quedaría sin tema de conversación. Movía las manos al hablar, tenía los ojos grandes, una sonrisa bonita y, bien mirado, se notaba a leguas que era una Iero.

- Y... ¿cuántos años dices que tienes?- preguntó Gerard.

- Oh, 16, pero si me vas a decir que parezco mayor, ya lo sé, siempre me lo dicen.- sonrió.- Espero que no me siga pasando cuando tenga 30.- rió y Gerard rió con ella. La verdad era que si parecía mayor.

- Aún me pregunto como pudisteis salir tú y tu hermano así de un ambiente tan católico... y privado.- dejó caer.

- Si, bueno... supongo que tenemos suerte de no haber salido unos pijos. A mi hermano nunca le gustó alardear de si teníamos dinero o no, y odiaba profundamente los colegios privados. Por eso quiso volver aquí, no quería que mi madre acabara internándolo conmigo. A mi tampoco es que me guste, pero quiero ir a una buena universidad, ¿sabes?

- Entiendo...

- Supongo que gracias a él yo salí un poco más rebelde de lo que a mis padres les hubiera gustado, pero aquí estoy, sacando matriculas, y Frank está en la universidad... cosa que me sigue sorprendiendo.- rió la chica.- Supongo que llega un momento en el que te das cuenta que eso de ser un guitarrista de rock no es tan sencillo.

- Yaa...- rió Gerard.- Durante un tiempo pensamos seriamente en montar un grupo, ¿sabes?

- Si, lo sé. Frank y tu hermano se solían pasar mucho por casa. Por cierto, ¿cómo está?

- ¿Mikey? Bueno... ya lo verás, sigue igual que siempre.

El autobús los dejó algo lejos del taller, pero yendo con Natalie no era un problema, aquella chica se veía llena de vitalidad. De hecho, Gerard jamás pensó que se llevaría tan bien con una chica y empezaba a gustarle eso de tener una nueva cuñada.

Cuando llegaron al taller todo estaba oscuro y frío, como suele estar un taller. A Gerard no le gustaban los talleres, era como si estuviesen abandonados hasta que alguien salía de las profundidades manchado de negro y con cara de indiferencia a preguntarte de malas maneras que querías. Nunca sabía como llamar para que lo atendieran, era el único sitio de servicio al publico donde entrabas y pasaban de ti. Y si ya no le hacia gracia estar en sitios públicos, hacerse notar mucho menos.

Uno (frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora