Sin memoria, no se puede sufrir

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Tres semanas pasaron desde que Hermione está en la enfermería. Dumbledore mando llamar un medimago que examinó a la muchacha, sin encontrar nada con lo que pudiera otorgar un diagnóstico certero. Según las palabras del profesional, alguna circunstancia desbordante la llevó a entrar en shock debido a un pico de stress.

Severus pasó todo ese tiempo sin dormir, velando su sueño. Solo se iba, cuando alguno de sus amigos llegaba y lo obligaba a ir a las mazmorras, para darse una ducha y descansar por lo menos una hora.  

Pero por las noches, nadie podía sacarlo de al lado del lecho. Observaba cada centímetro de su rostro,  anhelando algún movimiento que le indique que al fin despertaba

— La espera se hace larga cuando la conciencia no esta tranquila— la voz de Dumbledore lo saca de sus pensamientos.

— Profesor... Ella va a estar bien, ¿no?

— Por supuesto, Severus... La pregunta aquí es si tú estarás bien una vez que ella despierte

— ¿Por qué dice eso?— pregunta asustado 

— Porque nuestras reacciones y actos, tienen efectos en las otras personas. A veces son imperceptibles, y otras veces, muy significativas. Solo el amor y la paciencia pueden derribar las barreras que el rencor ha levantado... Descanse señorita Granger, necesitará mucha fuerza para seguir... 

Snape quedó desconcertado con las palabras del director, pero decidió hacer a un lado esos pensamientos para volver a concentrarse en la bella muchacha que yacía en esa fea cama de enfermería. Estaba acariciando su cabello, cuando los ojos de Hermione comenzaron a abrirse...

— ¡Amor, por fin despiertas! — dijo tomando la mano de su chica entre las suyas para besarla con delicadeza —Me tenías muy angustiado...

— ¿Qué me sucedió?— preguntó mientras quitaba suavemente su mano de entre las manos del joven, esquivándolo — Lo último que recuerdo  es que el baile había salido muy bien...

— ¿De verdad  no recuerdas nada más?

—No... ¿Podrías llamar a Bella? 

— Es algo tarde. Todos duermen. Aguarda a la mañana y la traeré aquí. Descansa, yo me quedaré contigo—  le dijo con ternura intentando acariciarle el rostro, a lo que ella esquivó

— No te ofendas, Severus, pero prefiero que no te quedes conmigo. Pero gracias por la preocupación— replicó acariciando su hombro, para quitar su brazo y envolverse con ellos a sí misma

Severus con un nudo en el estómago, recordó las palabras que el director le había dicho unas horas atrás, y asintiendo, dejó a la chica sola como le había solicitado. Vagaba por la torre de astronomía como alma en pena. Hermione no recordaba nada de lo ocurrido entre ellos, y actuaba como si le temiera. Esta situación dolía muchísimo, y no podía dejar de sentirse responsable de  todo esto que le estaba ocurriendo a su dulce niña. A su vez, temía que, pese a toda esta angustia, no fuese capaz de perdonarle que no confiara en él.

 A su vez, temía que, pese a toda esta angustia, no fuese capaz de perdonarle que no confiara en él

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Tú Antes De SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora