Ambos emperadores bajan de sus tronos, rectos como estatuas, imponentes como el mar que choca contra las rocas. Ni Elie ni yo hemos realizado ningún movimiento; ni siquiera imitar a los soldados, que se han inclinado ante sus reinantes. Nefertiti me presta especial atención. Desde mi posición, puedo apreciar la forma de sus ojos, almendrados. También me llaman la atención sus pómulos, elevados y bastante notables. Tez algo bronceada y delicada compostura. Pero sobre todo su notable embarazo. Le calculo unos veintitrés años, así que la criatura que lleva ahí dentro tiene toda la pinta de ser Maeritatón, la primogénita. Se acerca a mí y tanto ella como su marido agachan la cabeza en forma de saludo. Elie y yo los imitamos. La mujer frente a mí pide permiso para agarrarme la mano. Me parece alucinante que realmente crean que somos sus dioses. Mi compañera también se muestra extrañada pero, con un encogimiento de hombros, le resta importancia. Ambos nos hablan, pero no les entendemos; así se lo hace saber la chica de ojos turquesa.
-Perdón, nosotros...- nos señala- no comprendemos lo que dicen - sigue, con maniobras de manos y caras raras. Se me torna muy difícil es contener la risa, pues poco le falta para hacer el pino para que los emperadores entiendan sobre lo que les quiere informar.
Akenatón realiza un ademán con la mano, como instándonos a seguirles. Seguimos recorriendo los enormes pasillos que se extienden a lo largo de la edificación y observamos, extasiados, la grandísima cantidad de objetos preciosos que se extienden como adornos a lo largo de las estancias.
Sigo sin creer en la gran oportunidad que se me brinda. Voy a poder estudiar al Imperio Egipto, a sus gentes, a sus reinos, a su política, a su economía...¡Incluso estoy conociendo a Nefertiti y Akenatón, dios mío! En un momento dado, una chica joven sale de una de las puertas y le pregunta no sé el que a la reina egipcia. Debe ser Mutbenret, su hermana mayor, pues su apariencia es similar. No se sabe mucho de ella, solamente que servía de interlocutora entre las órdenes de su hermana y sus sirvientes, pero poco más. Su rostro es algo más ancho, aunque posee los mismos pómulos y ojos que Nefertiti, semejan dos calcos de una misma persona.
La chica en cuestión dirige su mirada hacia mí y, entre ella y Akenatón, pretenden que tome dirección distinta por la que la mujer embarazada lleva a Elie.
No señor, eso sí que no.
Quizá sea algo burro e inconsciente a veces, quizá no tomo las mejores decisiones, pero una cosa que he aprendido de lo que llevamos vagando entre varias épocas, es que funcionamos mejor juntos que por separado. Al menos, yo no podría haber sobrevivido sin su ayuda y ella parece opinar lo mismo, pues dirige su mirada hacia donde me encuentro. Por ello, con rapidez y agilidad, llego hasta su lado y tomo su mano, para que los emperadores se den cuenta de que o vamos juntos, o de aquí no nos movemos.
Entienden la referencia, pues miran hacia nuestras manos con adoración y una sonrisa plasmada en sus expresiones.
Nos dejan en una habitación fabricada con adobe, con un techo decorado con motivos alegres y vegetales. La cama es algo peculiar: unos cuantos troncos en forma de rectángulo, con patas bajas en los vértices y una especie de tela que servirá para no caer y acabar durmiendo en el suelo. Las sábanas han sido confeccionadas con material de lino. No hay almohadas, sino una especie de estructura en forma de "U", para apoyar la cabeza. Hay una mesilla, con recipientes de cerámica barnizada, jarrones de piedra y una lámpara de aceite. Dos sillas en una esquina que reconozco como "sillas nobles", anchas, bajas y las patas con forma de pata de león. El motivo de que el cuarto permanezca tan oscuro, es porque la ventana es apenas una rendija que permite ver, cuando uno se acerca, los jardines y fuentes del palacio.
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𝕄𝕒𝕥𝕥𝕖𝕣 𝕠𝕗 𝕥𝕚𝕞𝕖
De TodoElie tiene una mente prodigiosa. Attis tiene una memoria inaudita. Elie tiene un don para tener hasta el más tonto despiste. Attis tiene un don para meterse en problemas. Elie no le teme a nada. Attis se ahoga en sus miedos. Son totalmente opuesto...