28│Nubes de algodón de azúcar

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¿A qué sabe la felicidad?

Depende de el momento en que le pregunten, pues hace poco, DoYoung pudo haber apostado a ciegas que la felicidad sabe a la comida de mamá en invierno, dentro de muchas mantas calentitas y con su pijama favorita. Sin embargo, la felicidad que experimenta al sentir los brazos de su madre y degustar el cálido sabor de su sazón, no es comparable con la que siente a lado de Johnny; el hombre que lo despierta con un beso en la punta de la nariz y un precioso "buenos días" dicho bajito, contra el oído, mientras acaricia su cabello.

Si le hubiesen dicho, años atrás, que estaría en ese preciso instante de pie en la puerta, observando a su pareja jugar con el cachorro que adoptó para él, y se sentiría la persona más plena jamás existida, seguramente DoYoung se habría soltado a reír, con muchas ganas, porque "El amor es estacionario". Y que equivocado se siente ahora, de pensarse más joven, con el corazón roto y las lagrimas secas en las mejillas, que el amor es temporal y contiene fecha de caducidad.

El amor sabe al jugo que su Nana le da por las mañanas, seguido de un besito en la frente. Sabe a los besos de Rocky en sus manos y su cuello cuando ambos cachorritos se tumban en la alfombra a jugar. El amor es cálido como la sopa de mamá, como los brazos de Johnny cuando lo acerca a su pecho en las noches, en medio de algún mal sueño que lo hace encoger el ceño y bufar despacito, como si alguien quisiera apartar al tesoro entre sus brazos de él, en sueños. Se siente suave como el pelaje esponjoso de su cachorro, se siente bien como los besos de Papi en sus clavículas, da escalofríos como las palabras susurradas en su oído con devoción y amor impreso en cada letra que Johnny susurra con anhelo, mientras lo sostiene con delicadeza y le arranca cada uno de los suspiros que pueden salir de su boquita.

El amor, también sabe a las galletas que a TaeIl enloquecen, esos macarrones color pastel con crema de relleno. Sabe a la risa de su amigo al bajar de la montaña rusa mientras a DoYoung le atacan temblores de nervios y las mariposas en su estómago vuelan revueltas ya ansiosas en esa bajada en picada. Sabe a caramelo, ese que queda en los labios de Papi al morder una manzana cubierta. Se siente suave, como su manta preferida o el interior de su pijama calentita, esa que usa con los calcetines de lunares que Nana tejió para él en Navidad. El amor es seguro, tanto como su Espacio, que puede manejar a su antojo y para su comodidad, siendo a veces un poquito más pequeño, necesitando otras más, un poquito más de atención. El amor huele al perfume de Papi, se escucha como su voz al cantarle canciones de cuna, se puede tocar con la punta de los dedos y es sedoso, oscuro, como el cabello del hombre que le besa los muslos y hace que se muerda los labios a medida que sube, lenta y placenteramente por sus piernas, dejando besos por ahí donde va pasando, obligándole a contener entre los labios las súplicas que lo lleven al éxtasis, al amor revestido de gemidos y súplicas antes de la liberación que se lleva todo de sí, pero lo hace sentir tan pleno.

Johnny es amor. Es rosa, púrpura, azul cielo entre sus dedos, como una nube de dulce algodón de azúcar en la que DoYoung quiere sumergirse y girar, hacerse de la textura con el cielo y extender los brazos para dormir ahí por siempre.

El hombre que le toma las manos, que le cepilla el cabello húmedo, que lo hace rabiar para después darle un beso en los labios y susurrarle un "Te ves precioso cuando te molestas", ese hombre que le abraza con fuerza siempre que vuelve del trabajo, es el mismo que le regala un pedazo de cielo en cada caricia, que le baja las nubes en forma de algodón de azúcar, que le enseñó que el amor sí puede ser infinito, sí se puede reinventar día a día y sobre todo... que se puede ser feliz, que se puede tener el cielo entre los dedos y deshacerlo en azúcar con la lengua.

Daddy's Little Boy│JohnDo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora