23│Pastelito

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El dulce sonido de la risa del menor inunda la cocina, y hace al corazón de Johnny latir con fuerza, donde batidos de betún y con un desastre sobre la barra ambos intentan a seguir el tutorial que se reproduce frente a ellos en la pantalla de la computadora portátil.

Incapaz de continuar y hecho una maraña de risa y sonrisas brillantes, Johnny se limpia las manos en la toalla junto al lavabo, mientras su pequeño bate el bol lleno de queso crema y colorante azul pastel, con la lengua asomando curiosa de un costado y las cejas casi juntas producto de la concentración en su labor.

"Batimos muy fuerte hasta que se incorpore por completo el colorante a la mezcla y refrigeramos durante veinte minutos" explica la linda cocinera del vídeo, batiendo con mucho más profesionalismo el bol que sujeta, a comparación de DoYoung quien de verdad se esfuerza.

Ah, pero esa mezcla aunque se vea muy bonita y profesional, no tiene el corazón ni la alegría que le pone DoYounggie... Piensa Johnny, con media sonrisa en el rostro y una toalla húmeda entre las manos.

-¡Listo! -exclama triunfante el pelirosa, con una gran sonrisa que le cierra los ojitos y muestra sus encías-. ¡Pruébala, Papi! -y extiende a Johnny, la pala de madera cubierta de aquel betún azul.

El mayor abre la boca obediente, recibiendo en su boca la pala. El betún es dulce, suave y se siente bien en el paladar, por lo que no puede evitar soltar un pequeño gemido de complacencia, encantado del sabor-. Wah, DoYounggie es todo un pequeño repostero, eh -felicita, tocando la nariz del menor que se encoge al tacto, sonrojado-. Ahora, al refrigerador.

Johnny abre la puerta para DoYoung, quien deja el tazón dentro del refrigerador y aplaude para sí mismo y su buen trabajo de repostería. ¡JungWoo seguro estaría encantado de probar sus pastelitos! Serían un regalo fabuloso para su fiesta de té.

-Papi -llama, mirando hacia arriba al pelinegro-. ¿Cuánto falta para que estén listos?

Johnny mira el reloj en su muñeca-. Quince minutos para que salgan del horno, cielo -revuelve con cariño su cabello, robando una sonrisita de DoYoung-. Puedes ir a esperarme en la ducha mientras tanto, yo cuidaré de tus pastelitos especiales. ¿De acuerdo?

DoYoung asiente efusivamente con su cabecita, desatando el delantal blanco de su cintura para correr a pequeños pasitos por la casa hasta el baño del segundo piso, ese que tiene una amplia bañera y que tanto le gusta compartir con Papi.

Mientras tanto, Johnny toma asiento y un respiro de tan ajetreado día en la mesa del comedor. Apenas recibió la invitación, DoYoung no dejó de insistir que tenía que llevar algo especial, lo llevó al supermercado y escogió a su gusto todos los ingredientes necesarios además de una bolsa de bombones pequeños, como los que le tira a la cocoa, alegando que son los favoritos de su amigo Woo. Desde temprano DoYoung lo arrastró de la mano a su eufórica labor y Johnny, no podía estar más contento de pasar a su lado tan gratos momentos.

El horno anuncia finalmente que el tiempo ha terminado y con mucho cuidado y guantes de cocina, Johnny saca la charola para dejar los cupcakes sobre una tabla de madera a esperar que se enfríen. Estaban listos; esponjosos, suaves y redonditos. DoYoung definitivamente estaría orgulloso de su creación.

-¡Paaaaapi! -y hablando del Pequeño Rey de Roma, lo llama desde el baño-. ¡Apresúrate o llegaremos tarde!

Johnny tendría un día aún más largo por delante y quizás no podría degustar uno de los cupcakes de DoYoung... Pero su Pastelito esperaba arriba y eso, es todo lo que Johnny podría pedir.

Daddy's Little Boy│JohnDo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora