Epílogo

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Línea temporal: meses después de mudarse junto a Johnny. (20 años)

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Hace frío.

Llueve fuera mientras las horas pasan, minutos silenciosos solamente interrumpidos por el leve clip clap de las gotas que impactan en la ventana.

DoYoung observa a todos lados de su habitación, donde sus peluches duermen en total calma mientras él se muerde la ansiedad ahí dentro, solo, envidioso de que sea el único intranquilo en toda la habitación. Nunca le ha gustado particularmente la lluvia y teme, a cada segundo que pasa, que esa llovizna de otoño se convierta en una tormenta monstruosa que haga rugir al cielo y, consecuentemente, gritar a DoYoung.

Un alargado suspiro se extiende por la habitación cuando DoYoung se hace bolita bajo las mantas, escuchando que la lluvia ha tomado fuerza y ese repiqueteo suave es ahora una carrerilla de gordas gotas que caen una sobre otra, más rápido y mucho más fuerte. Cierra los ojitos con fuerza y se abraza de Cony, su conejita, quien lo hace sentir un poco más valiente.

Sin embargo, ni siquiera Cony puede ayudarlo cuando el primer trueno se escucha lo suficientemente cerca, haciéndolo salir disparado de su cama y abrir la puerta con fuerza. DoYoung llega frente a la puerta de Papi, quien la mantiene abierta siempre por si algo llegara a ocurrir y vaya que está ocurriendo, pues el menor se siente tan asustado que está a punto de lanzarse a la cama para temblar ahí dentro y abrazar a Johnny con fuerza. DoYoung está aterrado, pero parte de él sabe que no sería correcto lanzarse así sin más, invadir la cama de Papi y decirle que...

—¡Papi!

Johnny despierta de golpe el momento en el que DoYoung grita, segundos antes de meterse a la cama y solo pocos después de que ese monstruoso trueno hiciera crujir los vidrios. No sabe qué lo despertó, si el trueno o el grito pero poco le importa cuando siente a DoYoung enroscado a su lado, sujeto como un koala y temblando como gelatina.

Se talla la cara torpemente y atina únicamente a rodearlo con sus brazos, tratando de calmar al chico que se aferra a él como un salvavidas. No puede verle la cara porque está escondido en su costado, pero sabe que está llorando cuando siente la tela de su camiseta humedecerse.

—¿DoYoung-ah? —llama Johnny con cuidado, recibiendo como respuesta al menor abrazándose con más fuerza—. ¿Bebé, qué ocurre?

—Llueve —susurra el chico, alzando apenas la vista. El corazón de Johnny se oprime con dolor al verle las mejillas encharcadas—, y no me gusta...

Johnny entiende entonces que a DoYoung le asustan los truenos, quizás un poco más de lo que a la gente comúnmente le asustan. Sin embargo, no tiene tiempo de pensar en ello cuando siente que DoYoung tira de la tela de su camiseta, llamando su atención. El mayor se remueve un poco, tratando de hacerlo verle a la cara.

—Doie, estás helado —le explica, siempre mirándolo a los ojos para que se concentre en él y solo en él—. Necesitas más mantas, iré por ellas y te daré un té, ¿de acuerdo?

El menor asiente suavemente—. ¿Vas a volver?

—Por supuesto que sí mi amor.

DoYoung quiere hacer otra pregunta pero prefiere asentir en silencio.

—Eso es, ese es mi niño valiente —le besa la frente suavemente antes de retirarse por completo, saliendo de las tibias mantas al helado suelo—. Volveré pronto, lo prometo.

Para mantener su promesa, Johnny corre rápidamente a la cocina, donde a movimientos veloces y un poco torpes porque todavía no despierta del todo, coloca el agua en una taza para meter al microondas con una bolsita de té dentro. Se lava la cara con rapidez y llena su boca de agua para, al momento de sonar la alarma del microondas, escupir y volver con DoYoung quien lo espera sentadito en la cama, cubierto con la manta.

Daddy's Little Boy│JohnDo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora