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Corría el año mil novecientos noventa y nueve, cuando solo un niño pequeño e inocente iba a celebrar su cumpleaños número noveno.
Ese niño vivía en Australia en la ciudad de Calipso, donde era una ciudad tranquila con la gente normal y en un barrio tranquilo con unos vecinos que lo querían y lo apreciaban mucho.
Los miembros de su familia se componían de los padres del crío, y en esa celebración se juntaron todos los demás miembros de la familia que solo llegaban a verse en las fiestas: tíos, primos y abuelos, además de los compañeros de clase, porque a decir la verdad el niño si llegaba a ser uno de los que más destacaban en el colegio.
Ese día estaba muy emocionado el niño por ser su día especial, su madre le preparó su plato favorito y tuvo un día estupendo con múltiples sorpresas, tanto en clase como en el recreo, llegó la hora de la celebración, fue espectacular.
Si tu vieras como estaba montado todo su jardín, había de todo lo que un niño de nueve años se podía imaginar. La decoración se basaba en un castillo hinchable, globos colgados por todas partes, una mesa con los regalos al lado de la de aperitivos y vasos, ... Allí se encontraba toda su gente y amigos, emocionado el niño corrió a saludarlos y jugar con sus amigos, al pasar la tarde y haber comido la tarta se dio cuenta que faltaba alguien, su padre, pero no le dio tanta importancia.
Pero lo que no sabía es que ese mismo día las cosas le iban a cambiar por completo. Nada más estar esperando para abrir los regalos llegó una visita inesperada, lo peor de sus pesadillas se hizo realidad se encontró con un payaso. Parecía que nadie se daba cuenta de la situación, el payaso caminando lento hacia él y el niño retrocediendo lentamente creyendo ser una pesadilla.
Ver como la persona que estaba disfrazada quiso aparentar lo más terrible para él lo cambió, el conjunto estaba formado por la típica ropa de payaso, pero cubierta de sangre con una máscara parecida a la de un muerto y con un cuchillo en la mano gritando sin cesar.
-No corras pequeño, que lo único que quiero es jugar y pasármelo bien- decía el payaso con una aterradora voz. Se podía sentir el escalofrío recorriendo su cuerpo pequeño.
La cara de horror que tuvo el chico al ver esa gran figura salir de su casa lo asustó tanto que no pudo continuar con la fiesta y se fue corriendo en busca de sus padres por toda la casa, como solo pudo encontrar su madre entre tanta gente se aferró tanto a su pierna que casi temblaba del susto.
Él balbuceando le contó lo que le sucedió y preguntó por su padre al ser él su apoyo cuando llegaba a tener miedo, al darse cuenta de que quien se quitaba la máscara era su padre el gran ídolo del chico riéndose de él y provocando la risa de los demás presentes, provocó un odio tremendo hacia todas las personas y eso tuvo como consecuencia que lo llevaría a tener pensamientos propios de un asesino, como diría la gente de esa ciudad, que provocaría convertirlo en lo que será a los veinte años.
Ese momento hizo un parón tan grande en su vida que descubrió el propósito que tenía planteado.
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Mi propia muerte
HorrorUn niño convertido en asesino en serie, una chica con una venganza planeada Una historia contada por la perspectiva contraria ¿ qué llegó a pasar ?