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No creías que salir a entregar volantes fuera a funcionar, pero el destino estaba escupiendote en la cara mientras se reía al verte. Frente a ti estaba una cafetería llena de personas, Kyoko estaba caminando de un lado a otro con vasos de café en la mano.
Al verte rápidamente se acercó —Vamos ___________, el lugar esta lleno y necesito de tu ayuda —ella estaba feliz, lo notabas en la gran sonrisa que mostraba.
Aún estabas sorprendida por eso, pero saliste de ese trance para poder ayudar a Kyoko, justo después de regresar con Mitsuya el día de ayer, la cafetería no había cambiado en lo más mínimo, la gente no se aparecía por ahí. Ahora era todo lo contrario.
Rápidamente te mestiste a la pequeña habitación en donde sueles cambiarte para ponerte el uniforme. Mitsuya aún no llegaba, probablemente haya tenido algún problema, en los dos días que llevaban ahí siempre llegaba antes que tu.
Saliste apresurada después de ponerte el uniforme, Kyoko te dió una pequeña libreta y un lapicero para que empezaras a anotar las órdenes, ella iría preparando cada café.
Te acercaste hacia una de las mesas, en ellas habian dos chicas hablando, reían y se susurraban pero guardaron silencio en el momento que te paraste al frente.
—¿Que van a pedir? —alistaste el lapicero para anotar lo que dijeran.
—Uhm café latte ¿Eso querías verdad? —una de ellas le pregunto a la otra, ella negó con la cabeza.
—No, dije un café americano —rápidamente anotaste eso— No no, creo que mejor un capuchino— rayaste la primera palabra que escribiste para anotar su nueva órden— Tal vez un café expreso —sus dedos sobaron su mentón un tanto insegura.
Tus dedos inconscientemente apretaron el lapicero en tus manos, estaba molestandote.
—Bueno yo quiero un café expreso —habló la otra, escribiste eso— bueno mejor una capuchino para ambas ¿te parece? —le preguntó a su amiga.
—Pero no quiero un capuchino— ella hizo un ligero puchero.
Estabas mostrando una sonrisa durante toda esa escena, una fingida por supuesto.
—¡Señorita! —giraste hacia donde te llamaban, era una señora de edad— ¿Podria tomar mi orden?
Tal vez sería mas fácil atenderla a ella, rápidamente te encaminaste hacia su dirección.
—Ey espera, aún no tomaste nuestra orden —hablo una de las chicas.
Soltaste un suspiro para mirarla nuevamente, forzaste la más grandes de todas tus sonrisas para hablar.
—Cuando decidan lo que van a querer me llaman, tengo que atender a los demás —sin más te alejaste de ellas.
Fuiste hacia la señora sentada en una mesa, ella tenía la carta en sus manos y leía los cafés en ella.
