V e i n t i d ó s.

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«Hola, Jeongin

Cielos, esto de escribir cartas no es lo mío, he desechado varias hojas, no me considero muy buena con las palabras, pero simplemente no puedo esto decírtelo en persona. Y realmente, no sé si pueda entregarte esta carta, pero haré todo lo posible para que la vergüenza no me gane y sepas toda la verdad.

Me gustas, Jeongin. Me gustas mucho.

Tus cartas y flores me alegraban el día de mierda que posiblemente se aproximaba. Porque de alguna forma me sentía querida después de todo lo que me estaba pasando. Quiero agradecerte por ello. Por sacarme sonrisas cada que nos juntábamos.

Pero me tengo que ir...

He intentado decírtelo desde hace días pero simplemente no podía porque tenía miedo a que me rechaces o te alejes de mí, era un riesgo que no quería correr y por ello decidí solo ignorarte e irme sin más.

Tengo un problema en el corazón, Jeongin. Siempre lo tuve desde niña. Y creo que tú al menos te habrás dado cuenta de que algo no va bien conmigo por mis constantes malestares en nuestras citas. Al principio se podía manejar con pastillas, calmaba el dolor y evitaba que me provoque un infarto. Sin embargo, llega un momento en el cual las pastillas ya no funcionan y la única solución sería un trasplante, un nuevo corazón.

La operación es muy riesgosa puesto que es el corazón, pero aún así estoy feliz porque si la operación sale exitosa yo voy a estar bien y no tendré que ser un peso más para mis padres.

Viajaré a Japón. Pero cuando regrese, lo primero que haré es buscarte.

No te preocupes por mí, Jeongin, yo voy a estar bien. Tú mantente sano hasta mi llegada.

Con cariño, Hye In»

Subí las escaleras con los pies arrastrando, la cabeza gacha y mis manos dentro de los bolsillos

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Subí las escaleras con los pies arrastrando, la cabeza gacha y mis manos dentro de los bolsillos. No tenía ánimos de nada y la clase de historia es muy aburrida, así que decidí pasar la hora e irme a tomar aire en la azotea del instituto. 

Era el lugar más solitario, y en estos momentos necesito eso.

Suspiré, no sé qué pensar en estos momentos ni cómo sentirme. Apenas había pasado una semana, pero parecía como si hubiera sido un mes.

Las horas se han vuelto lentas y tediosas, y lo único que me hace calmar la angustia es leer una y otra vez la carta que me dio Hye.

Cuando abrí la puerta que da a la azotea, una persona ya estaba allí, de espaldas, observando el paisaje. Me escuchó entrar puesto que giró a verme. 

Minho y yo cruzamos miradas.

Él ignoró mi presencia ya que desvió la mirada y reparó en el paisaje, sin reclamo alguno.

Me quedé parado en el umbral por unos minutos, no esperaba verlo por aquí. Seguramente, está aquí por la misma razón que yo.

No me inmute por su presencia y solo camine hasta el balcón, quedando a su lado. 

No cruzamos miradas, ni siquiera nos importó la presencia del otro, simplemente hicimos como si nadie estuviera a nuestro lado y contemplamos el hermoso paisaje desde aquí arriba. Así que permanecimos durante veinte minutos.

—¿No deberías estar en clases?—Minho rompió el silencio.

Ambos no quitamos la mirada de enfrente.—¿Tú no deberías estar en clase?

—No tengo ganas.

—Yo tampoco.

Ahí había quedado la primera parte de la plática. Tuvo que pasar diez minutos para agarrar valentía y preguntar, dejando de lado la rivalidad que alguna vez tuvimos.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Desde el segundo grado.

Abrí los ojos como platos. Hace tres años.

—¿Ella te lo contó?

Negó con la cabeza.—No. 

Fruncí el ceño.—¿No?

—Mi mamá es muy amiga de la mamá de Hye. Ella no quería que se enterara nadie, pero yo los había escuchado hablar. Y al principio me acerqué a ella por pena, porque no quería que estuviera sola. Era el único que sabía. Pero después, esa pena se convirtió en amor,—esbozó una pequeña sonrisa.—pero yo no soy el indicado para ella. Y está bien, porque el amor no se fuerza. —bajó la mirada, pero aún así no dejó de mostrar su sonrisa.—Ella me pidió que no se lo dijese a nadie. Yo se lo prometí. 

—¿Fuiste su apoyo?

—Sí. Fuera de la escuela lo era. En casa lo era. A Hye no le gusta mostrarse débil a los demás, no le pude refutar, a veces suele ser muy obstinada. Yo solo la ayudé.

Yo asentí, comprendiendo todo lo que me dijo Minho. Ambos compartimos el mismo remordimiento y la misma nostalgia. Él, sin pensarlo dos veces, se había abierto conmigo, y eso me aclara un poco más las cosas.

—Ella volverá ¿no?—hable luego de un breve silencio.

Minho giró a verme. Sabía a lo que me refería.—Ella es fuerte, Jeongin. Ella va a volver.


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Notes and Flowers © Yang Jeongin ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora