Capítulo 23

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Tenía otra llamada de Lisa...

La llamaba varias veces al día y le enviaba gran cantidad de correos electrónicos.

Jennie la había evitado, demasiado asustada para mirar todo lo que tenía ante ella.

Sabía que Jisoo le habría contado todo a Lisa, al menos su versión, y no quería oír en sus palabras con el mismo odio que había oído en la voz de su hermana.

Aunque resultara poco creíble, era todo un malentendido y lo que Jisoo suponía no se ajustaba a la realidad.

Lo último que deseaba era abrir sus mensajes de voz para escuchar todo el daño que le había hecho a la mujer a la que amaba.

O peor...

Para oírla decir que no la quería volver a verla jamás.

El exilio auto-impuesto en la habitación de invitados del apartamento de Rosé era la mejor decisión.

Al menos, había tratado de convencerse a sí misma de ello durante las últimas dos semanas.

Además, tenía suficientes problemas como para mantener la mente ocupada en otros asuntos.
Tres bebés...

Había acudido a su primera cita oficial en el ginecólogo el día antes y debía seguir más reglas de las que hubiera podido imaginar jamás.

Pronto tendría que ir a casa de sus padres.

Debían saber todo lo que estaba sucediendo, que estaba embarazada de tres bebés.

¡Sorpresa! Papá, mamá, van a ser abuelos de tres criaturas.

Jennie no tenía idea de cómo decirles algo así, pero se suponía que iba a cenar con ellos el próximo fin de semana.

Sería una sorpresa para sus padres, además de un gran shock. Su padre, que padecía del corazón, se desplomaría.

-Vaya lío pequeños.

Rosé entró en la habitación y dejó una bandeja llena de naranjas, sopa de fideos de pollo y galletas en la mesita de noche.
-Tú no tienes la culpa de nada Jennie. Lo único que has hecho mal es volver a casa.

A quien le importa lo que diga Jisoo.

Ella no es Lisa y le cae mal todo el mundo.

—Pero debería haberle hablado a ella de nuestra noche en el bar desde el primer día.

Es todo sospechoso, y Jisoo ya ha tenido la oportunidad de volverla contra mí,
-Las lágrimas brotaron de sus ojos y acarició su vientre.

Dentro había tres pequeñas vidas que Lisa y ella habían creado juntas y a los que traían al mundo por amor.
—No puedo soportar oírla decir que me odia.

—Lo entiendo, pero si no le cuentas lo de sus bebés, se enfadará contigo.

—No puedo afrontar eso. Ahora mismo soy incapaz. Rosé, no encontraré a nadie como Lisa jamás. La amaba tanto.

¿A quién intento engañar? Aún la amo. No puedo pensar en otra cosa que no sea ella.- Sollozó Jennie.

—Bueno, pienso todo el rato en los bebés, pero eso también cuenta como pensar en Lisa.

Rosé se sentó en la cama a su lado y le apartó el cabello de la cara.
-Podría ayudarte hablándole yo. Lisa lo entendería. La estás pasando tan mal.

—Y me encuentro fatal. Las hormonas me están matando. Estoy todo el rato cansada y quiero comer, pero me cuesta mucho. - Apoyó la cabeza en el hombro de su amiga. -Estoy hecha un desastre.

—Es verdad, pero intenta tomar un poco de caldo de pollo. Tengo que hacer algunos recados, pero hablaremos más tarde.

No creo que quieras volverle la espalda a Lisa como estás haciendo.
— Su amiga se levantó y le dio unas palmaditas en el hombro.

-Aguanta, cariño. Tómalo poco a poco, hazlo por los bebés, necesitan nutrientes. Te ayudaré con todo lo demás.

—¿Como si fueras mi enfermera?

—Me gusta más pensar que soy tu hada madrina.

Jennie rio cuando su amiga desapareció por la puerta.

Notó que le pesaban los párpados y cerró los ojos, tumbándose en el colchón para echarse una siesta.

Se frotó el estómago y añadió: -Bueno, pandilla de bebés, supongo que estaremos solos una temporada.

Durmió bastante.

Por una vez, no sentía náuseas ni le daba vueltas la cabeza.

Al oír unos golpes leves en la puerta, Jennie levantó la cabeza y notó que el cielo se había oscurecido.

Levantó el teléfono y miró la hora.

Vaya, son las nueve de la noche. Me he quedado dormida.

Volvió a sonar aquel ruido y se puso de pie, feliz de que su cuerpo aún no hubiera cambiado y le quedaran fuerzas.

Caminando hacia la puerta, la abrió, esperando que fuera Rosé con más sopa.

Se quedó boquiabierta al encontrar a Lisa al otro lado.

El instinto se apoderó de ella y le echó los brazos al cuello, saboreando feliz el aroma a canela que le hacía cosquillas en la nariz.

Sintió que había vuelto a casa.
¿Desde cuándo he empezado a pensar en Lisa como mi hogar?

Miró a su chica. No, no era solo eso.

Era la madre de sus hijos, maldita sea.

La preocupación era patente en sus brillantes ojos mieles y llevaba al menos un par de días sin dormir.

Tenía ojeras y se tambaleaba un poco. Jennie acercó la mano a su frente, rozándola con el dorso.

-Tienes un aspecto horrible. ¿Estás enferma?

-Solo por ti Jennie, - dijo Lisa, cerrando la puerta a sus espaldas y conduciéndola a la cama.

-Rosé me llamó por Skype. Creí que eras tú.

-Tiene mi contraseña, - respondió con timidez.

-Jennie, mi vida estaba muy preocupada por tí.

-Lo sé y... - Parpadeó, contemplando su rostro. -Has dicho mi nombre.

-Rosé me lo explicó todo. No sabía que viniste aquí porque Jisoo se portó mal contigo.

Sé que necesitabas espacio para la cirugía de vesícula biliar, pero estaba tan confundida al ver que no contestabas mis llamadas.

Jennie no sabía qué decir. ¿Cómo es que Lisa no lo sabe? Jisoo ha debido estar ocupada, ¿No?

-Yo.... ¿Sabes que soy la misma chica del bar?

—Si, Rosé me lo contó. Dijo que fue idea suya trabajar como empleada doméstica, y te acosó durante meses para que te unieras a ella.

Dijo que nunca lo habrías hecho si ella no te hubiera insistido.
— Lisa se pasó la mano por el cabello. -Admitió que el mayor beneficio que viste a la hora de trabajar en nuestra empresa fue librarte de los clientes del bar.

Sé quién eres en realidad, y aún sigo perdidamente enamorada de tí Jennie..

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Gracias por leer ✨

Destino Inesperado (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora