Capítulo 12

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La mano de Lisa era grande que rodeaba la suya por completo mientras se abrían paso por los callejones traseros del parque del museo.

La calle principal del parque estaba llena de turistas que compraban diversos recuerdos.

Era difícil avanzar por allí, como desplazarse contracorriente por un río atestado de rocas.

Ambas habían decidido que irían más rápido por los callejones laterales, aunque fuera un camino un poco más peligroso.

Tenía a Lisa a su lado que era alta  y se notaba que era muy fuerte, por lo que no temía miedo a estar en un lugar un poco peligroso.

Dios, Lisa en realidad me protegia muy bien y se preocupa de verdad por mí. ¿Cómo voy a decirle ahora que soy Jennie Kim, aquella chica que conoció en el bar hace muchos meses?

—¿Te has quedado callada? ¿Te da miedo algo ?— preguntó Lisa.

Jennie la observó, parpadeando.
—¿Cómo se supone que debo tomarme esa pregunta Lisa?

Normalmente no paras de hablar, — dijo Lisa, volviéndose hacia ella y acariciándole la mejilla. —Eres única, señorita Kim.

—Yo…..

Lisa se inclinó para besarla, pero las interrumpió un grito.

Jennie se volvió y gritó al ver a un hombre frente a ellas, con una navaja.

El hombre era pequeño y delgado, pero iba armado, aunque Lisa era más alta.

El ladrón las miró a ambas, lanzándoles rápidas órdenes.

No tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero podía adivinar por el tono y la forma amenazante en que se dirigía a ellas que no era nada bueno.

Lisa sacudió la cabeza y sacó un montón de billetes de su cartera.

—Escucha, no te muevas, quedará a tras de mí.

Jennie no escuchaba ni sabía con certeza cuánto era el dinero, ya que no estaba acostumbrada a ver tantos billetes.

El hombre tomó el dinero y luego la miró, riéndose y frotándose el estómago con la mano.

Lisa soltó una maldición en voz baja y le habló al hombre. —Vete ahora o llamaré a la policía.

Jennie dió unos paso y aquél hombre la quedó viendo.

—Ni se te ocurra acercarte más. No la toques. ¿Me entiendes? Si la tocas, te mataré.

El hombre sonrió con malicia y corrió hacia Jennie.

Jennie solo era capaz de ver la navaja, y temblando, echó los brazos hacia delante, preparándose para el golpe.

Debió haber confiado en Lisa y no moverse.

Rápida como un rayo se dispuso a detener al atacante.

Con un golpe de rodilla en el plexo solar, dejó paralizado a atacante de ellas.

Luego le asestó un certero puñetazo en la nariz y el fuerte crujido reverberó a través del callejón.

El hombre retrocedió, aullando de dolor, con mucha sangre saliendo de su nariz.

Lisa dijo algo en tono seco mientras le quitaba la navaja al atacante.

—Venga, — añadió. —¡Lárgate de una puta vez!

El hombre no se lo pensó dos veces, salió corriendo colina abajo y se perdió de vista, llorando y agarrándose la nariz con ambas manos.

Jennie respiraba de forma entrecortada incluso cuando Lisa se volvió hacia ella y la abrazó.

Estaba temblando. Dios, ¿Por qué temblaba?

Era un mes tranquilo y hacía algo de fresco, pero llevaba puesta la chaqueta.

Pero era como si llevara tirantes en invierno, como si una tormenta de nieve se cerniera sobre ella, congelándola por dentro.

—¿Estás bien, gatita ? — preguntó Lisa.

Las lágrimas brotaron de sus ojos.
La habrían apuñalado o vete a saber qué si no hubiera sido por Lisa que la salvó.

El apodo ya lo había escuchado solo con ella en más de catorce meses que oía ese apodo cariñoso que le decía Lisa en sus labios, y técnicamente  le gustaba, era una mujer diferente, pero logró tranquilizarla.

Era como si viera su vida pasar ante sus ojos y los recuerdos se mezclaran con situaciones hipotéticas en las que todo habría acabado terriblemente mal.

Si la hubieran apuñalado o asesinado, se habría arrepentido de muchas cosas.

La vida pasa en un minuto y hay que saber aprovecharla.

No podía cambiar el hecho de no ser directora de cine, pero sí podía tachar uno de sus arrepentimientos de la lista esa noche.

Podía superar sus reservas y ser algo más que una amiga, o la asistenta personal o lo que fuera de Lisa.

Después de todo, desde aquella primera noche en la limusina, sabía exactamente lo que quería y lo que llevaba tanto tiempo deseando.

Alzó la barbilla hacia Lisa y la besó, enredando la lengua a la suya.

Aún sabía un poco a chocolate y a una pizca de menta del caramelo que se había echado a la boca antes de descender por la colina.

Su piel era tan suave y delicada con aquel toque a canela, ese aroma picante que emanaba de Lisa, le hacía cosquillas en la nariz.

Lisa se derritió en su cuerpo antes de apartarse. —Espera, no puedes querer hacer esto. ¡Podrían haberte matado! Y eso no lo hubiese podido soportar, eres mi responsabilidad ahora y debo cuidarte.

—Precisamente por eso quiero hacerlo. Siempre siento miedo y sopeso el precio y el peligro de las cosas. Me horroriza cometer errores, por eso siempre evito arriesgarme y me mantengo al margen. La vida es tan fugaz que en un cerrar de ojos puede desaparecer.

—Yo…...

—Esto es algo mío y de ambas, — dijo Jennie acariciando su mejilla. —Quiero hacerlo, te quiero. ¿Me quieres?

—Sabes que sí, — dijo Lisa y en sus ojos felinos vio un deseo incontenible que la hizo estremecerse, provocando un tumulto entre sus piernas. —¿Estás segura?

— Nunca he estado más segura de nada en la vida.

—No llevo protección encima.

—Tomo la píldora, — añadió Jennie. —Y seré honesta, hace tiempo que no tengo relaciones. ¿Tú…..

—Soy responsable y siempre uso protección y me hago pruebas cada seis meses. Estoy totalmente limpia.
—Pero antes de saber que soy muy diferente a las demás chicas.

Jennie asintió y se mordió el labio inferior.

Era verdad que tomaba la píldora, aunque con el jetlag y el desfase de horario había olvidado algunas dosis desde que estaba en el viaje. Y respecto a lo de ser diferente, ella ya la conocía de pies a cabeza pero Lisa no recordaba eso.

Y de todas formas, lo más probable es que no pasara nada con solo una vez sin protección.....

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Gracias por leer ✨

Destino Inesperado (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora