16. Akaashi

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El mesero trae la carta y me la extiende mientras se me queda mirando algo confundido y eso me extraña un poco así que antes de abrir la carta alzó una ceja logrando formular una pregunta silenciosa.

—Lo siento, joven Akaashi— hace una reverencia y está apunto de retirarse pero lo detengo de un costado de su uniforme porque es claro que está olvidando algo, pero al parecer no lo comprende pues se me queda mirando bastante nervioso. Con la mano señalo a mis dos invitados y el relaja visiblemente su expresión.

—¿Desee que llame a seguridad para que saquen a este par de vagabundos? — me pregunta y yo niego con la cabeza ¿qué ocurre con la gente de hoy y su sentido caritativo?

—Oiga, nosotros no somos ningunos vagabundos— exclama el chico bicolor inflando sus mejillas igual a un niño pequeño

—Calmate Bro, la gente que no sabe nomás comenta a lo pendejo— dice el chico pelinegro de mirada gatuna y el mesero se sorprende por el vocabulario nada delicado y parece asustado de que le vayan a hacer algo, lo que es imposible porque en vez de asaltantes parecen payasos, pero quienes somos nosotros para juzgar

—Ellos son mi invitados— digo tranquilamente tratando de calmar un poco el ambiente que se empieza a sentir pesado y algo tenso —Por favor deles una carta también, yo pagaré la cuenta si eso es lo que le preocupa—

—Pero joven Akaashi— dice de nueva cuenta el mesero dudando de mi buen juicio.

—¿Va a desobedecer una orden mía?— cuestionó y el agacha la cabeza apenado

—No, su familia ha sido muy buena conmigo al darme trabajo en uno de sus restaurantes— me dice con las manos en la espalda bastante apenado por su comportamiento

—No lo parece. Quizás deba pedir su traslado a otro restaurante de la cadena— suspiro con cierto atisbo de cansancio. Lidiar de forma imparcial entre los trabajadores de la cadena de restaurantes de mi familia es algo complicado, casi siempre estoy de viaje para supervisar las diferentes sucursales que tenemos en el país, es un trabajo de tiempo completo, pero me agrada.

De vez en cuando hacemos eventos de beneficencia para la gente de bajos recursos porque sí, la familia Akaashi es humanista y humanitaria. Normalmente organizamos entregas de comidas completas en diferentes zonas que estén desamparadas y algunas veces organizamos recaudación de fondos con mis besties de lo cuales sus padres son socios de los míos, de hecho y por esa razón es que terminamos entablando una muy buena friendship, no sólo nos unen nuestros gustos en común, si no que también los negocios.

—No señor, yo en verdad lo siento muchísimo— se disculpa con rapidez —Por favor acepte mis disculpas, es un error que no volverá a ocurrir, se lo juro—

—¿Por Diego Maradona?— habla el chico bicolor y el mesero y yo nos miramos alternadamente

—¿O por el osito Bimbo?— esta vez habla el chico pelinegro con una K tatuada en el cuello

—¿Disculpen?— miro al par de chicos y ambos me sonríen

—Sí, ¿por quién lo va a jurar? ¿por Diego Maradona o el osito Bimbo?— me explica tranquilamente el bicolor y yo sigo sin entender

—¿Eso importa?— alzo una ceja con cierta confusión

—Pero claro que sí— exclama el pelinegro bastante eufórico —En nuestro barrio dependiendo de por quién juremos es el peso de nuestra palabra— alza el pulgar y muestra esa sonrisa felina.

Claramente todo esto es nuevo para mí, no sé de dónde sacaron este folclor pero me resulta un poco cómico y patético al mismo tiempo.

—Se lo juro por quién ustedes quieran— dice el mesero sin levantar la mirada

—Eso chinga, este hombre sí tiene tanates— dijo el bicolor poniéndose de pie y abrazando al mesero con mucha confianza y como si fueran amigos de toda la vida.

Este chico es... ¿Llamativo? No tengo palabras para definir su personalidad tan espontánea

—Ya veo— murmuro y niego con la cabeza —No importa, elijan algo de la carta, son mis invitados— les digo y ambos se pelean por la misma carta dándose varios manotazos hasta que el pelinegro gana la pequeña riña y le enseña la lengua en un gesto infantil, lo que en respuesta ocasiona que el bicolor haga un puchero y su aura se torne algo apagada.

Qué rápido cambio de humor, pero por alguna razón no me agrada verlo de esa forma, me recuerda la vez que lo vi deprimido en la banqueta de la calle, esa vez en la que le regalé el celular. Le extiendo mi carta y él me mira como un niño pequeño, la toma con timidez y él me muestra una radiante sonrisa.

Omg

Desvío la mirada y me percato que aún no sé su nombre. Qué falta de modales por parte mía

—Mi nombre es Akaashi Keiji— murmuro y el despega la mirada del menú para mirarme con un brillo especial en los ojos y me siento nervioso

—¿Akaashi? Es un lindo nombre. Te queda bien— siento calidez en mis mejillas y desvío la mirada —Yo soy Bokuto Kotarō, pero mis cuates me dicen Bromo— dice y el pelinegro le pega un codazo y le enseña el celular a lo cual se sorprende al mirar la pantalla y asiente con la cabeza

¿Qué se estarán diciendo? Tengo curiosidad más que nada

El mesero se vuelve acercar con timidez y nerviosismo

—Ya puedo tomar su orden— y asiento ligeramente

—Cassaoulete— digo y mis invitados se me quedan mirando extrañados

—No pues yo quiero un salmón al gusto— dice el chico de nombre Bokuto

—Señor, al gusto quiere decir que como lo prefiere

—Por eso digo que a su gusto y como usted lo prefiera— dice y el pelinegro suelta una carcajada

—Yo también quiero lo mismo que mi bro— dice entre risas y el mesero se retira

Después de un rato lo pedido llega a la mesa y lo tomó con naturalidad, pero mis invitados se ven algo incómodos. Quizás no debí traerlos a este lugar, quizás...

—¿No tiene unas tortillitas?— dice y me causa mucha gracia pero me aguanto la carcajada

—Por favor consigale lo que pidió el joven— le pido al mesero  y él asiente

Este chico es una sorpresa...

Vamo' a portarnos malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora