Экстра 1

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Harry había salido a una pequeña reunión entre compañeros. El pelinegro había estado preparando aquella fiesta navideña para sus empleados agradeciéndole lo mucho que se esforzaban para mantener la editorial de pie. Estaba todo listo, el salón, los adornos, la comida y bebida y regalos extras para cada uno de sus empleados, pero había un problema. Sus niños. Alnair, de nueve años y Oberón de cinco eran un par de torbellinos que sabría se aburrirían al estar rodeados de adultos casi ebrios pero su amado esposo Draco acudió a su rescate ofreciéndose para cuidar a sus dos hombrecitos mientras Harry se llevaba a la pequeña Linnie de cuatro años.

Alnair y Oberón permanecían sentados en la alfombra de la sala de juegos, así que Draco aprovechó su distracción para ir a su habitación topándose la deliciosa vista de su esposo en pantalones de vestir color vino. No dudó en acercarse abrazándolo por la espalda dejando que sus delgados y pálidos dedos recorrieran los músculos formados en su abdomen.

— Estoy reconsiderando el dejarte ir — Murmuró sobre la piel morena de su espalda dejando cortos besos.

Harry sonrió apoyando su cabeza sobre el hombro de Draco.

— Tengo que ir. Sabes que he estado esperando por esto.

— Bien... tendré que sacrificar mi lujuria para verte feliz.

El pelinegro se volvió para encontrar el rostro sonriente de su esposo y unir sus labio en un beso cálido y placentero. Amaba sentir los finos labios del rubio sobre su boca y mejor aún, la lengua caliente que lograba ponerlo duro en segundos pero, tuvo que reunir toda fuerza de voluntad para alejarse.

— Si seguimos no saldré de la habitación en dos horas.

— Yo diría que en tres.

Ambos soltaron una carcajada arrepintiéndose segundos después al escuchar el llanto de la pequeña Lynx. Draco se acercó rápidamente a su princesa para tomarla en brazos y arrullarla acomodando a su ves su falda de tutú color rosa. Su pequeña era preciosa. Besó su frente mientras observaba a Harry terminar de vestirse a una velocidad inhumana.

— Voy a pedirte un favor, princesa — Susurró el rubio mientras caminaba por la habitación cargando a su hija que ahora había vuelto al sueño. — Si ves que un tipo intenta coquetear con papi, no dudes en darle una patada en la espinilla.

— Deja de meterle ideas a Linnie — Le atrapó Harry tomando a la pequeña entre sus brazos.

Draco sonrió y no solo por ser pillado como a un niño de cinco años, sino por lo despampanante que su esposo se veía con aquél traje informal de color vino a la medida marcando su pequeña cintura y sus muslos gruesos. Se le hizo agua la boca tras sentir un cosquilleo en su entrepierna. Era hermoso incluso cuando cargaba una maleta rosa de Lynx sobre su hombro y pegaba a su pecho a la pequeña.

— Te ves hermoso, cariño.

— Gracias, se hace lo que puede — Respondió con un ligero rubor en sus mejillas. — Ya me tengo que ir o llegaré tarde — Se acercó para robarle un beso a Draco pero éste le tomó de la cintura para profundizar el beso. — ¡Ya amor! — Siseó. Sintió como el rubio se atrevió a soltarle un azote lujurioso. —¡Auch!

— Pórtate bien o me veré obligado a castigarte — Amenazó con la voz profunda que a Harry le puso la piel de gallina.

— Prometo portarme bien.

Dicho esto, ambos salieron de la habitación marital para acercarse a la sala de juegos.

— ¡Ya me voy, mis amores!

Los dos niños pausaron la Xbox para acercarse a su papi y besarle la mejilla en forma de despedida como también de su pequeña hermana.

— ¡A liosh papi! — Oberón agitó su manita.

Divorcio - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora