La luz.

Prólogo.

En cuanto nuestras miradas se entrelazaron, supe que ya no había retorno, sentí mis pies clavarse muy profundos en el suelo y mi cuerpo tiritar y todas mis nervios se cruzaron y mi corazón o me iba muy rápido, o se me paraba con ver esos ojos azules, que hacían que todo volviera a recobrar el sentido, hasta yo misma, todo ello fue suficiente para querer tenerle cerca.

—¿Cómo pudiste haberte ido? Me inundaste de una oscuridad que no sabía hasta entonces que existía, maldita sea, hasta el mismo día que apareciste, todo estaba sumido en un caos profundo. Eres mi caos personal.

—No se como afrontar los días sin ti, unas putas 24horas, pueden conmigo, marcan mi corazón con tu ausencia y vaya si se hace notar. Se que muchas cosas no han tenido sentido este tiempo atrás.
Quédate conmigo, tú puedes...

Esas últimas dos palabras hicieron que mi estomago se volcara como si estuviese montada y boca bajo y sin frenos en una montaña rusa de 20 metros por lo menos, y solo supe acortar la distancia que nos separaba para abrazarle como había deseado...