Capítulo 9.

5 0 0
                                        

                                                                                                               Jay.

Su respiración estaba tan alterada que me costaba respirar a mí bien, ¿qué la estaba pasando? Dios, me estoy volviendo loco. Yo nunca me preocupo más de la cuenta por nadie, pero esta chica que dice ser mi " hermana " me tiene hasta arriba.
Se movía tanto que hasta me daba algún golpe tonto, pero débil, se que estaba teniendo una pesadilla, pero no sabía hasta que limite, hasta que me clava sus uñas y no podía respirar bien y estaba lloriqueando en su cama.

La moví un poco, haciéndola saber que no estaba sola, pero estaba tan dormida, tan rendida... con sus pestañas tan caídas, con sus labios apretados por el esfuerzo de alejar esas malas imágenes y con su nariz redondita, me va a volver tarado.

¿Porque había accedido a dormir conmigo? ¿Que sentido tenía? Porque lo tenía, ¿verdad?

Tenía que despertarla, quitarle ese peso, nuestros padres podrían llegar y lo último que necesito es tenerla así y mucho menos que me acusen de violador o algo por el estilo...

—Izzy, despierta, nena, tienes que... —le digo súper suave y lo más sereno que puedo. Pero no termino la frase, me quedo atascado.

Pone una mano sin querer en mi pecho y observo sus delicado dedos, joder, está tan ida, tan dormida, me odiará dentro de unas horas.

Insisto.

—Izzy, por favor, despierta—le digo moviéndola un poco, a lo que gira la cabeza para el otro lado, lo está pasando realmente mal y no se como ayudarla.

Es mi única esperanza...

—Nick... por favor vuelve, no me dejes. No. No. Tú no. No te vayas—me quedo de piedra.

No me imaginaba tanto dolor.

Hasta que se despierta y se encuentra llorando y asustada, y de repente me abraza y no se que pasa en ese momento, que mi corazón conecta con el suyo...

Rompo el abrazo para mirarla. Es preciosa, si.

—Izz, no puedes seguir así, necesitas ayuda, por favor, déjate ayudar. No lo has superado.

—Nunca lo voy a superar, él era todo lo que yo tenía, él tenía todo lo que yo quería, él se marchó, me dejó aquí luchando sola, ni si quiera puedo mirar al cielo sin derramar alguna lágrima, por favor.

Me dolía tanto verla así.

—De verdad, se que esto es lo más complicado que le puede pasar a alguien, pero cuando te veo cada mañana con esos aires de prepotencia y todo contra mí, por momentos, siento que eres la persona más fuerte del mundo—le digo cogiéndole su pequeña cara entre mis manos.
Eres lo más fuerte que hay en este mundo, tú lo sabes, yo lo sé y él también.

—Me siento pérdida sin su mirada, cada noche es un horror, es peor que la anterior, no se como lo voy a hacer, no puedo mirar ningún plan, no puedo ver nada atractivo en los últimos... 6 meses, joder, Jay...—cuando dice mi nombre, siento que mi corazón da un vuelvo, no se como hemos acabado así, pero joder...

Me levanto de su cama y me dispongo a irme, porque tengo otro plan mejor para ella que dormir.

—¿Donde vas?—me pregunta

—Vístete, que nos vamos—le digo súper seguro, con total tranquilidad.

—¿Como que nos vamos, ahora?—no se fía de mí, normal.

—Sí, nena, ahora.

—Tienes que irte, para vestirme—me dice con su voz medio atontada y, cedo.

Salgo de su cuarto y en la oscuridad del pasillo me siento la persona que más la puede ayudar a superar esta tragedia de su vida.

10 minutos después sale con unos vaqueros blancos largos y un suéter y su pelo recogido en un moño mal hecho, pero fuerte, está tan graciosa y ni si quiera lo sabe...

Bajamos las escaleras y nos vamos sin antes avisar en una nota que habíamos salido a nuestros padres.

Al salir, el aire nos dio de cara y nos sentimos súper relajados, como si no tuviéramos ningún peso encima. Pero ella tenía demasiados, y yo tenía que quitárselos.

La luz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora