Izzy.
El fuerte aire me daba en el pelo, sentía mi cuerpo inmóvil, verlo todo a cámara lenta, sentir como su vida se iba de mis manos y no podía hacer nada, en medio del caos, yo estaba ahí y no pude hacer nada, mis lágrimas caían y caían y mis gritos suplicándole que volviera eran desgarradores. Como iba a saber lo que me estaba por venir. No debería haberle dejado marchar, pero Dios tenía otros planes para mí. Y así, mes a mes, día a día, le dejé marchar aunque su recuerdo siempre lo llevo conmigo, joder él con su risa tan facilona me hacía tan feliz, con sus ojitos de cordero y su pelo, siempre tenía que peinárselo yo con mis dedos y sentía una paz, cada vez que le tenía cerca de mí, que dejarlo marchar fue lo que más me dolió y para lo que no estuve preparada. ¿Porqué tuvo que morir él y no yo?¿porqué me tuvo que dejar tan sola? Pero una soledad tan enorme como cualquier planeta. Ahora ya no me queda nada, ni si quiera me quedo yo.
—Izzy! ¿Subes o no? Te ha dado un aire, responde tía—me soltó ya dentro del famoso carro.
—Sí, ya voy—le respondí sin mucho ánimo
Al montarme dentro del coche pude respirar y quitarme todo el aire pesado que tenía dentro de mí, no creo que pudiese aguantar una noche más como esta, me dolía el pecho y sentía que iba a llorar en cualquier momento. Tuve que mirarle para saber que esto era real, que ésta era mi nueva vida, mi nuevo futuro y que nada me ata a esta situación, y cuanto más le miraba, menos entendía nada.
Me pilló desprevenida cuando me dijo:
—¿Quién era Nick?—no lo dijo con maldad, solo con curiosidad mientras metía segunda y avanzaba más a mi cárcel personal.—Era... mi novio, era mi mundo, pero ese mundo ya no existe, así que tengo que regresar a mi horrible verdad y vivirla lo mejor que pueda, por él—le dije mirando al frente casi con lágrimas en los ojos, estando segura que ya me habían bajado por la mandíbula.
—Oh vamos, pequeña, no sabes cómo lo siento, me duele verte tan mal, ojalá pudiera quitarte ese pesar—no sabe que sus palabras eran cuchillos en mi corazón.
—No va a volver Jay, le perdí, perdí mi oportunidad para siempre y yo... no me queda nada—le dije llorando.
Me miró por unos segundos y sentí recomponerme, pero eso solo era lo que yo quería y no podía tener, nunca nadie iba a estar a su nivel, nunca nadie me entenderá como lo hizo él, nunca nadie podrá superar ese momento, aunque creo ciertamente, que la gente pasó página muy rápido, iban a restaurantes, reían, pero nadie se tiraba las horas suficientes delante de su tumba, rezándole y llorándole h contándole como me iba la vida después de su ausencia, como hice yo y necesito volver a hacerlo. Necesito volver a hablar con él, quiero que me escuche, estoy enfada con él, por haberme dejado, me ha dejado, el amor de mi vida...
—Hay cosas que no se pueden remediar Izz, la muerte, una enfermedad, hay problemas mundiales que nunca se resolverán, pero si tienes a gente que te quiere a tu alrededor, sácale todo el partido, haz cosas que hacías antes con él, aprende a hacerlas solas, tienes que dar ese paso, yo estaré ahí para tí, pero tienes que luchar tu propia batalla, que creo que es muy grande y pesada, no te digo que lo olvides pero puedes salir adelante, él te ha ofrecido todo esto, él te ha dado la oportunidad, se alegrará de saber que lo estás intentando—me lo dijo con toda la calma como si fuéramos hermanos de verdad y no dos personas que se odian y se hacen la vida imposible, así que sonreí un poco, sin ganas.
—No sabes lo que duele no tenerle, hacer esas cosas que tú dices, sola no poder hablar con él, que no puedo seguir adelante sin él—le dije con toda la seguridad del mundo.
—Por eso lloras, por eso te ví llorar, por eso eres tan cerrada y no le das oportunidad a la gente...—en eso llevaba razón.
—No le puedo dar oportunidades a nadie, ¿te la voy a dar a ti? Que te conozco de hace 5 días prácticamente—le dije hiriendo su orgullo.
—A mí no, pero dátela a tí y a tus amigos y a tu padre.
Nos miramos unos segundos sin saber que responder, me limpié las lágrimas y me sorbí la nariz, arrascándome en el cuello de las cosquillas de las lágrimas, las cosquillas que él nunca más me haría sentir. Basta ya.
—Hemos llegado—dijo sin emoción.
Nos bajamos del coche, bien aparcado y entramos en la grande casa, llenándome de un vacío extraño, pero tan conocido que hizo estragos en mi cabeza, me quedé un rato parad a en la entrada, observando cómo había cambiado mi vida, como todo a mi alrededor seguía adelante y yo me había estancado en una cosa. La muerte de mi exnovio. Para mí siempre será mi novio, mi pequeño. Yo ya no soy nada para él, porque él ya no está y no creo que lo supere nunca. Esa ausencia me partió en trozos que nadie podrá recoger nunca y yo me cansé de recogerlos siempre yo sola.
—Jay, ¿puedes dormir conmigo esta noche?—Dije antes de pensar en lo que había dicho, pero no había vuelta atrás.
Subiendo las escaleras, se paró, se giró, y me miró, me analizaba, si lo que le había pedido era verdad o le estaba vacilando, pero no era así, esta noche necesitaba a alguien y ya que él estaba tan cerca... me arrepentiría, pero no me importaba en absoluto.
—Será todo un placer—dijo sonriendo y juro que sentí mi corazón moviéndose de mi pechito.
Empecé a reírme y subí con él las escaleras hasta llegar a mí cuarto.

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La luz.
RomantizmEl amor siempre parece ser una decepción o aparece de forma desafortunada e inesperada, pero cuando se vuelven a ver, saben que ya no hay vuelta atrás, que la luz se hizo en sus corazones.