Izzy.
No se qué demonios se me pasaba por la cabeza para tener que pedirle su perdón, pero maldita sea, me pone tan nerviosa, que digo todo lo que pienso o casi todo, pero cuanto menos me juntara con este niñato insoportable menor sería le pérdida, lo tenia muy claro, no era de mi incumbencia. Maldita sea, me fui de allí porque no soportaba tenerle tan cerca, me resultaba tan agotador, que no sabrías poneros en mi lugar. Así que, me fui corriendo de allí y en cuanto llegue a la casa, mis... padres, me recibieron con tanta naturalidad como si fuera su propia hija, cosa que me alteró, ya que me lo habían quitado todo, por irnos a vivir aquí, no quería tanta falsedad, necesitaba mi propio espacio y que todo fuese normal, el acto de presencia y cordialidad estaba hecho, pero se que ahí no se quedaba todo.
—Hola papá, me he encontrado a Nick antes, pero le he dejado atrás.
—¿Nick?—preguntaron
—No, quería decir Jay, yo no.. pensaba con claridad
—No pasa nada, esta noche cenamos todos juntos
—Tengo que hacer como que no estoy oyendo que tengo que sentarme con dos personas a las que conozco en menos de 24 horas y compartir ¿qué? ¿Recuerdos?¿Experiencias?
—Izzy, compórtate por favor-me dijo mi padre fulminándome con la mirada
—Voy a cambiarme-dije sin ningún tipo de interés.En cuanto subí los agobiantes escalones, ya sentía que no iba a salir bien esa cena "familiar" yo no quería compartir nada con esta gente, que me habían alejado de todo lo que para mí era importante, y no podía cometer el error de dejarme conocer ni conocer mi pasado. No volví a ver a Jay en unas cuantas horas, lo que me alegraba, porque no tenia que respirar su mismo aire cargado de inestabilidad y prepotencia máxima, pero eso conmigo no valía, esta noche iba a enterarse de quien mandaba, aunque para ser realistas, no tenía ningún plan a la vista, pero algo maquinaría, no iba a quedarse así, lo juraba por dios. Este no sabe quién soy yo.
Entré en el baño, pero al rato me salí, porque sentía que no podía hacerme hoy nada en mi pelo,ya puestos me lo recogí en un moño mal hecho, pero bien bonito, y me dejé unos mechones por fuera, ni si quiera pensé en el maquillaje, no creo que lo necesitara esa noche.
Al ir a mi cuarto 15 minutos después, estuve eligiendo que ponerme y elegí un pantalón de chándal gris holgado y una camiseta ancha de Metálica, y mis playeras. No entraba en mis planes arreglarme para nadie.
Estaba bastante alegre con mi elección de ropa, pero al bajar y al verme mi padre, se inquieto porque me dijo:
—¿Que haces así vestida Izz? Vamos a un restaurante de bien, se más formal
—Me lo quitaste todo papá al enamorarte de una mujer que no es mi madre, no puedes quitarme esto también.
Al mirarle fríamente noté en sus ojos una pizca de decepción ¿por mí? Lo dudo, pero me daba igual, no iba a ceder en esto.
Perdí a la persona más importante de mi vida, esto no iba a cambiar.Sentía mi pecho ardiendo, quería salir de allí corriendo y huir en contra de la corriente, y volverle a tener entre mis brazos, coger su hermoso rostro con mis manos, eso nunca cambiaría, el amor de mi vida se fue para siempre y me arrastró con él también. Pero yo sigo aquí luchando y él ya no. Y con lágrimas en los ojos y un dolor en el corazón increíble oí la puerta abrirse y justo al verle mis lágrimas resbalaron de mis ojos, mis manos empezaron a temblar y no sabía ni dónde mirar. No sabía como había acabado así.
En menos de lo que pude volver a respirar con normalidad, él ya estaba plantado delante de mí y mirándome con esa compasión, pasó sus dedos por mis mejillas y me limpió las lágrimas y lo que vino después fue inesperado, me dio un beso en la mejilla, un beso suave, tierno, con amor hasta diría yo. Entonces le miré y no supe adivinar qué se le pasaba por la cabeza, estaba tan confusa que no sabía que debía hacer, me retiré de su lado y creo que su madre fue mi salvadora, suena raro, pero sí, así fue.
—¿Nos vamos?
—Nos vamos- dije yo.
Adelantándome a ellos y rodeando a Jay, salí por la puerta con su mirada clavada en mi espalda preguntándose donde íbamos, solo supo seguirme,ni si quiera le importó la respuesta. Le recé a mi niño,pidiéndole que me diera fuerzas, pero él ya no me escuchaba, me tocaba pelear a mí sola, pero no quería nada. Quería que la tierra me tragase. Así de simple.

ESTÁS LEYENDO
La luz.
RomanceEl amor siempre parece ser una decepción o aparece de forma desafortunada e inesperada, pero cuando se vuelven a ver, saben que ya no hay vuelta atrás, que la luz se hizo en sus corazones.