Capítulo 4.

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                                                                                                                          Jay.

Había sido entrar por la puerta de mi maravillosa casa, con sus contras, y encontrármela llorando, con la mirada perdida que casi ni se inmutó cuando me vio, sentí un deseo carnal de abrazarla  y estrujarla contra mí, pero eso no podía ser, así que la di un beso en la mejilla, es lo menos, yo que coño se porque está llorando. Debía haber estado su padre hace unos minutos con ella. Se quedó petrificada y su mirada me heló la columna, y después solo me rodeó y se fue lejos de mí, sentí tal vacío dentro  de mí, que no pude moverme up durante unos segundos. Me encontré con la noticia de que nos íbamos a cenar, me lo dijo mi madre. Pero ella no está para nada arreglada para salir a los sitios a los que nosotros solíamos visitar, así que me hizo un pelín de gracia verla esperando en el coche, con ínfulas de que yo que se. Hace unos minutos estaba llorando, joder. Y yo la hubiera arrastrado arriba, y que me explicase porque estaba así, pero debido al incordio que es y al odio que nos tenemos...

—Nos vamos—me avisaron.

Fui el último en salir así que cerré la puerta tras de mí y le dediqué una mirada de advertencia a Izz, ella sabía que no le convengo y que no me puede retar hasta que se canse, porque esto no funciona así.

Pero poco caso me hizo, se dio la vuelta y se montó en la parte delantera del coche, con su padre, cojonudo. Quería ignorarme. Pero este era mi mejor juego.

Todo el camino lo hicimos en medio silencio, pero no podía parar de mirarla, su pelo largo me iba a trastocar los sentidos, y su vestimenta, maldita sea.

No es para nada la pija que yo la consideraba.
Al cabo de unos 35 minutos llegamos al restaurante de lujo, al que yo ya estaba acostumbrado a ir, así que me adelanté y me quedé esperando a que todos bajaran, cuando bajó me dedicó una mirada de... no sabría como definirla. Nuestros padres se alejaron y nosotros nos quedamos atrás.

—Está también es mi noche y no vas a arruinármela, Izz— Dije su nombre de una manera tan sensual que hasta a mí me sorprendió.
Se giró y se acercó más a mí de lo que los dos pretendíamos.

—Eres un arrogante, no todo gira a tu alrededor, también va por mí, formo parte de ti y de esta " familia" —Se sentía tan segura enfrentándose a mí, lo notaba en su mirada.

—No tengo la menor intención de mostrarte interés Izzy, pero... tu cara se ve muy desconsiderada después de haber estado llorando por quien sabe que— No se si acerté de lleno o no, porque cerró los ojos y me dijo:

—Yo también tengo un pasado,cabronazo.

¿Cabronazo.?¿Pero está de que iba? Le agarre del brazo y la advertí de que no me jodiera la noche, por que no me iba a quedar a aguantar  sus mierdas de traumas.
Lo que dijo nos pilló desprevenidos a los dos.

—Como a tí no se te ha muerto nadie que  sostenía tus días, que hacía que todo fuese mejor, y que te hacía promesas y luego las cumplía. Entonces mi mundo se oscureció. Y nadie le ha vuelto a poner luz. Así que si la muerte para tí es un trauma, entonces tú tienes un maldito problema, Jay.

¿De qué cojones estaba hablando? ¿Quien se le había muerto? Por eso está tan jodida.
No supe descifrar su mirada, pero sabía que había muchísimo odio.
¿Qué a mi no se me había muerto nadie? Y ella que coño sabía.

Bonitas confesiones antes de hacer una cena familiar que se suponía que iba a ser tranquila. Tengo el puto corazón a mil, y esta chica ya me ha vuelto a dejar plantado.

Una cosa sí que sabía, tenía que tener cuidado con Izzy, se dar en su punto más débil. Y ella sabe dar en el mío.
La seguí dentro del restaurante.

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