Capítulo 1.

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Izzy.

Desde el momento en que supe que mi vida cambiaría, mi cabeza ha sido un descontrol, ¿cómo se supone que tienes que mirar a tu padre cuando lleva saliendo unos años con la misma mujer, y que aún no conozco? Después de esto, estuvieron presentes muchas mudanzas y muchas horas de soledad, nadie para mí, nadie podría comprenderme, muchas idas y venidas, pero te acostumbras, y aquí estamos.
Se supone que es mi nuevo hogar, donde iba a encontrar tranquilidad, donde todo está en orden, donde sabes perfectamente donde colocar cada cosa y como cambiar otras de su sitio. Pero esto para mí no era un hogar. No podía serlo.
Mientras miraba mi nueva habitación pensaba que esto iba a ser un desastre, la casa era espectacularmente grande, pero ni si quiera el mayor espacio que pudiese albergar, me haría sentir como antes, nada es comparado al antes.

Hoy era el día más importante según mi padre, iba a conocer a mi nueva "mamá" y su hijo. Pero quería ahogarme en la soledad que me consumía todos los días, no quería juntarme con nadie, así que cuando me vi obligada a bajar los dos tramos oblicuos de escaleras y me encontré con la estampa familiar, nunca pensé lo que creía que estaba pensando.

La mujer nueva de mi padre, no tendría más de 45 años, era de una tez entre blanco nuclear y moreno, un pelo súper largo y con mechas rubias y marrones y unos ojos entre azules y verdosos que me sonreían inventándome a una calidez que en mí ya no existía.
Mi cara debería ser de póker.

Por otro lado... su hijo, que estaba apoyado sobre la encimera de la cocina, con una camiseta de tirantes, haciéndosele notar los bíceps y con la mayor tranquilidad levantó su mirada y me vio, y juro que se heló toda la casa, o más bien la helamos los dos. ¿Qué cojones tenía su mirada? Pero me daba igual, para mí no era nadie, yo tenía ya mis relaciones y no quería nada más.
Pero esos ojos, no podía retirarlos de mi cabeza, se hicieron un hueco en mi pecho, y en mi estómago, junto a ese pelo negro azabache, y mezcla con marrón, me volvía loca. O eso creía. Le analicé y más bien creyó que le estaba absorbiendo, por ello, decidí retirar la mirada y noté que todo seguía en orden, ¿pero que había cambiado mientras le miraba? Nada ¿verdad?
Izzy, céntrate. Déjale. No tiene cabidad en ti. Olvídalo.

—Bueno,Izzy, sois bienvenidos aquí, lo que necesites nos lo dices tanto a mi como a mi hijo y te ayudaremos en todo lo que nos sea posible...

—Sí , claro, que se lo ha creído-dijo tan bajito para que solo yo lo oyera

Si madre se aparto de nosotros y se fue con mi padre a ver el salón y me quedé un poco petrificada, ¿se pensaba que me hacía gracia su inútil presencia? Estaba muy equivocado.

—Perdona¿que has dicho? Creo no haberte oído bien-le reté
Se acercó a mí, marcó con sus pies y su cuerpo bien trabajando una poca distancia peligrosa para mis adentros, pero me mordí la lengua, no iba a montar un numerito aquí, ¿qué estaba haciendo?
Se acercó más a mí y ya no había más marcha atrás que darle a mi cuerpo, y me sacaba casi dos cabezas, y solo con respirar por encima de mí ponía mis pelos de punta y me hacía la respiración más entrecortada cuando cogió unos mechones de mi pelo y me los puso detrás de la oreja, rozándome con ello, y eso fue el final, que yo creía. Mis pies no me obedecían y no podía moverme. Cuando se acercó más pensé que esto no era real, pero sí, hasta que dijo peligrosamente en mi oído:

—No te acomodes tanto aquí, no eres bienvenida, haré lo que sea para tener el espacio que tú me has quitado.
Acabe tiritando, más bien por el escalofrío que me entró por oír su voz tan cerca de mí, cuando termino de decirlo me volvió a mirar, pero yo no me aminalaba , lo que le dije creo que lo oyeron hasta en el fin del mundo:

—Eres un arrogante de mierda, creo que yo no te he quitado nada en tan poco tiempo como llevo aquí, así que más te vale controlar tus humos de niño prepotente y mimado porque conmigo eso no te vale, a mí tampoco me agrada esta situación, y que tú y yo seamos... medio hermanos, no hace que las cosas vayan a ser lo que son, si tú me complicas, yo te complico, no eres nadie para mí, no te debo nada.

Solté todo el aire que estaba reteniendo en mis pulmones y me preparé para el ataque, pero nunca llegó, lo que si llegó fueron risas, y dándome la espalda se marchó con ese aire en su caminar de prepotencia; maldita risa, hizo estragos en mi cabeza , pero esto no podía ser y me indigné tanto que me fui a dar una vuelta, para no encararme con él y hacer la convivencia más complicada para todos. No necesitaba la protección de nadie, y menos de ese niñato mimado.

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