Capítulo 1: La ruptura de los Kamado.

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Tanjirou estaba en la cocina con la mente ida, aunque sus ojos se centraban en mirar la comida que se estaba haciendo. Llevaba oliendo en Inosuke un aroma diferente, uno leve que no le pertenecía. Tenía una sensación de déjà vu era demasiado intensa, le recordaba cuando su hermana se quedó embarazada. Pero... ¿Cómo era posible? Aparte de eso estaba la actitud hacia él. Aun recordaba como Inosuke volvió de su misión, sin decir nada solo se lanzó contra el queriendo tener relaciones. Esa noche todo era normal, pero después de eso... Inosuke se mostró frio, apenas le hablaba y era tan... Cruel. Tanjirou estaba preocupado por su esposo, parecía que Inosuke ya no lo amaba más como si se hubiera cansado de él.

En estos últimos días Inosuke estaba bastante enfermo y apenas salía de la cama solo para ir al baño. Pero lo que no sabía Tanjirou es que ese no era su Inosuke. Ese día mientras el pelirrojo estaba con la mente ida preparando la comida Inosuke se levantó con lentitud del futón. Sus manos fueron a su pequeño vientre abultado, pero no se notaba hizo todo para ocultar su pequeña barriga y la excusa perfecta la tenía debido a que era invierno y estaba mal de salid. Cuando se puso en pie sus piernas temblaron un poco.

- Es el momento...

Susurro para dirigirse al armario, donde saco una pequeña manta y una navaja, los cuales había estado guardando para ese día. Se tambaleando un poco consiguió salir de la habitación. Como un fantasma, sin hacer ruido, salió de la casa sintiendo la nieve bajo sus pies. Sin perder tiempo comenzó a caminar deprisa para alejarse de la casa dejando un pequeño rastro de sangre.

Tanjirou solo pudo salir de su ensoñación cuando olió el aroma de la sangre. Eso solo podía significar una cosa... Salió corriendo hacia la habitación, pero Inosuke no estaba ahí. Lo siguiente que hizo fue correr a la entrada de su casa. Tampoco estaba allí, pero en su lugar observó el rastro. Sofocado, siguió las manchas y el olor, con la garganta atascada, sin poder llamarlo. No le veía en el horizonte, pero sabía que su dirección era la correcta. Si de verdad estaba embarazado por alguna técnica de demonio no podía dar a luz solo. Solo de pensar en que pudiera morir porque el cuerpo de los hombres no estaba preparado le apretaba el corazón y sus ojos se humedecían. ¿Por qué evito en decirlo? ¿Por qué Inosuke estaba haciendo esto?

- Es aquí... Mi maestro me dijo que lo hiciera aquí...

Murmuro con sus dientes castañeando por el frío, cuando un dolor intenso le recorría todo su cuerpo. Sin poder evitarlo grito mientras caía de espaldas a la nieve que amortiguo el golpe. Sentía como todo su cuerpo se abría como la carne era desgarrada queriendo sacar al pequeño intruso. Pero no muy lejos de allí Tanjirou se estaba acercando cada vez más. Al escuchar a lo lejos los chillidos de dolor de Inosuke se le congeló la sangre. Aceleró la carrera, desesperado por llegar a él. Si Inosuke daba a luz en la nieve el frío los iba a matar, tanto a él por el esfuerzo del parto como al bebé por ser un recién nacido.

- ¡¡INOSUKEEE!!

Lo llamó a puro grito, esperando que solo por esta vez dejara de lado su actitud negativa hacia él y le respondiera, le pidiera ayuda. Corrió tanto como pudo, acercándose más y más al olor hasta que prácticamente lo tenía delante, solo no pudiendo verlo a causa de un par de árboles y matorrales que tenía en medio. Apenas fueron unos metros y se encontró con la horrorosa escena. Su cuerpo se estremeció con violencia, pero no podía quedarse paralizado ahora. Corrió hasta el bebé primero, el cual estaba solo envuelto en aquella manta y al lado la navaja, Inosuke la utilizo para cortar el cordón umbilical. Tanjirou no espero ni un segundo en cargarlo para dejar que estuviera en la nieve. Los bebés eran mucho más frágiles y propensos a morir, no podía dejarle para después. Lo tomó en sus brazos temblorosos y desesperados y lo arropó dentro de su haori a cuadros, sujetándolo con una mano. Arrodillado se arrastró hacia su esposo, lo zarandeó con la mano libre, angustiado, casi encima de él, llorando mares.

El hijo de dos mundos; Asahi, el niño de los Yokais.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora