III • Recibimiento Hostil•

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Los reyes estaban encolerizados de escuchar sobre el saqueo de las regiones fronterizas de su nación. La reina había pegado un grito lleno de rabia al saber de dónde había provenido el robo: Rumanía. George y Helmut intercambiaron miradas, no lo creían posible, ya que el rey Ikaris era pacifista y, en varias y múltiples ocasiones, había acudido personalmente a Ucrania para negociar punto a punto los tratados de paz entre reinos. No llevaba ni un año desde el acuerdo y los problemas comenzaron.

—No creo que sea posible, George— mencionó Zemo al ver a su primo cabizbajo y debatiéndose internamente sobre continuar con su comunicación con la princesa Winnifred debido a los problemas que ahora surgieron dentro de su reino.

—Yo tampoco lo creo— murmuró mientras perdía su mirada a través de la ventana que daba a ver el horizonte hacia donde se suponía que era la dirección de Rumanía.

Esperaba que la chica y el rey no estuvieran involucrados en ese conflicto, es más, que fuera un error. Sus ojos se abrieron al ver el auto del mensajero real aproximándose, eso lo llenó de esperanzas y sonrió de forma tonta. Corrió por los pasillos y bajó los escalones con velocidad hacia la oficina del mensajero, pero éste no se encontraba adentro. Temía que estuviese con sus padres, y ese temor se incrementó al saber que era realidad.

—Majestades, es una carta proveniente de la casa real de Rumanía.

El rostro del príncipe empalideció y un escalofrío recorrió por todo su cuerpo. Pensó que la catástrofe se desataría en ese mismo momento y no estaba preparado para algo de tal magnitud.

—¡Ja! ¡Es de Barnes!— gritó la reina con ironía al abrir la carta y con rapidez la fue desdoblando para leerla en voz alta.

"Estimados reyes del reino vecino...

A través de la presente correspondencia, hago saber que debido a las circunstancias agravantes que acontecen dentro de mi nación, se ha considerado la propuesta previamente comunicada por ustedes con respecto al compromiso de nuestros primogénitos con la finalidad de unir a ambas naciones y evitar una confrontación bélica; conformando un solo reino.

Es por ello que, mi hija Winnifred, heredera al trono, y yo el rey Ikaris Barnes de Rumanía acudiremos a su castillo con el propósito de establecer formalmente dicho compromiso...

—¡Qué insolente!— dijo antes de siquiera concluir de leer la carta y arrojarla al fuego vivo de la chimenea— ¿Acaso piensa que es un juego? Porque para mí no lo es.

—En eso tienes razón. No es un juego y debió pensarlo antes de despreciar a nuestro hijo— mencionó el rey— Dejaremos que venga ante nosotros.

George caminó de regreso a la biblioteca con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones. Meditaba sobre la situación y no todo lo que había escuchado era tan malo. La princesa se había convertido en algo recurrente dentro de su cabeza. Ella lo visitaría y su corazón dió saltos de felicidad al saber que la vería una vez más después de tres meses y medio.

—Por tu tonta sonrisa, algo bueno habrá sucedido— dedujo Helmut al verlo de reojo y regresando su vista al libro de botánica que tenía entre sus manos.

—Ella vendrá... ¡Winnifred vendrá al castillo!

Zemo abrió la boca sorprendido por lo que escuchaba y sus manos casi dejaron caer el libro.

—¡¿Qué imprudencia acabas de cometer?! Si mi tía ve que ella está dentro del castillo, te aseguro que se desatará el caos e iniciarás una guerra entre reinos— el joven se arrepintió de haber mandado la carta, pudo vengarse de cualquier otra forma y ahora había condenado a dos naciones, pero cayó en la cuenta que no toda era su culpa, sino de su primo al no tener un control de sus impulsos amorosos— ¡¿Para qué la invitaste?!

LINAJE BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora