35 años atrás...
1984
Los rápidos pasos se escuchaban por los pasillos del castillo, que estaba construído por grandes bloques de piedra gris, y los mechones de su cabello rubio eran sacudidos debido a su correr de un lado a otro. La luz del día se colaba entre los enormes ventanales, haciendo destellar su cabello como si estuviera hecho de finos hilos de oro. Su respiración seguía agitada, a pesar de haberse detenido en uno de los pasadizos ocultos. Esperaba que todo saliera de acuerdo con sus planes inoportunos, pero al no ver a su cómplice tras de él, se asustó.
—¡Helmut!— gritó al verlo correr como un ratón atarantado. El joven se detuvo y observó el pasillo para después seguir la voz de su primo. Rodó los ojos y se ocultó en la oscuridad— ¿Te siguieron? ¿Te vieron?
—¡No!... Me dejaste atrás y por mucho, aunque no tardarán en descubrir quiénes colocaron vodka en las bebidas de los invitados— el príncipe lo miraba confundido mientras recordaba cada paso de su plan, buscando alguna falla ante lo que había sucedido— Perdón, George... Pero la botella se resbaló de mis manos y no la tengo conmigo. Quedó hecha pedazos.
—Esta vez no nos salvaremos del castigo— dedujo con una mano en su barbilla y después de soltar un bufido. Escucharon los pasos del consejero del rey, Stephen, quien al parecer buscaba a los dos muchachos que ocasionaron que los invitados desvariaran en plena reunión— ¿Qué hacemos?— murmuró.
—Afrontar las consecuencias— dijo Zemo al no ver más alternativas— Esta vez no tendremos salida... Aunque no me importaría leer unas cuantas horas extra—. George rodó los ojos, Helmut se dió cuenta de ello, dándole una mirada desaprobatoria— Como futuro rey, debes conocer todos los temas que Stephen te imparte. Nuestras lecciones no son en vano y para ti son esenciales.
—Entonces, ¿Para qué sirve el consejero?
Helmut, esta vez, bufó con ironía.
—Para dar una segunda opinión neutral sobre las decisiones del rey. No va a pensar por él.
El rostro del príncipe era inexpresivo y ninguno de los dos volvió a tocar el tema. Revisaron ambos lados del pasillo y, al no ver movimiento, salieron de su escondite. Suspiraron aliviados, pero un par de manos sobre sus hombros, los hicieron estremecerse y casi saltar. "Oh no", pensaron los dos jóvenes al momento que empalidecieron. Giraron sus cabezas, encontrándose con la mirada molesta del consejero.
—¿Algo que tengan qué decir, caballeros?— preguntó sarcásticamente el consejero con un semblante serio que apareció al instante.
Se había cruzado de brazos y Zemo bajó la mirada al tiempo que miraba con desagrado a su primo por ser el autor intelectual de semejante travesura.
—Yo no fui— George, ahora, lo fulminaba con la vista— Fue su alteza.
—Mentiroso. Tú me ayudaste, así que también eres tan culpable como yo— respondió el príncipe exaltado. Stephen aplaudía, resonando por las cuatro paredes, y el par de muchachos estaban confundidos ante semejante acción— ¿Qué haces, Strange?
—Por fin admitieron su culpa. Alteza, después de todo, veo un acto justo al mencionar a su primo como coludido en su travesura.
Sin previo aviso, a los dos los tomó de sus sacos y los llevó arrastrando hasta la oficina del rey. Ambos se removían para soltarse de su agarre, pero era imposible. El consejero los conocía desde que eran niños y aprendió a cómo tratarlos, a pesar de que ahora el príncipe heredero al trono tenía 23 años de edad.
El joven Helmut era 6 años menor que él y ambos se habían criado como hermanos, sin importar que el lazo que los unía era de primos. Sus padres fallecieron cuando partieron hacia la búsqueda de su nuevo hogar, alejado del reino; siendo el recién nacido el único sobreviviente del accidente. Quedó a cargo de su tía, quien era la reina consorte; criándolo como un hijo más dentro de su pequeña familia.
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LINAJE BARNES
FanficPRECUELA DE SER UNA BARNES 35 años antes de los sucesos de "Ser una Barnes". Antes de que la mayor de sus felicidades se convirtiera en su más grande decepción y tragedia, siendo la evolución de un matrimonio... El de los Reyes George y Winnifred Ba...