Capitulo 25

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Había decidido pasar el día con Finn en su oficina, dejando a una de mis chicas de confianza al mando de la tienda. Acababa de entrar cuando ya había visto a Finn consumiendo de su amada droga llamada Tokio.

Levantó rápidamente la cabeza al verme y se quedó estático, sin saber cómo reaccionaría.

-Podría jurar que amas más a esa droga que a mi.- bufé y cerré la puerta.

El sonrió.- Tu eres mi droga, nena. Esto no es ni una cuarta parte de lo que eres tú.- sonreí.- Pero como no nos vemos mucho, debo conformarme con esto. Cosa que me lleva a preguntarte, ¿Que haces aquí?- me acerque con lentitud.

-Anoche me dijiste que tu mente te torturaba pensando en mi, en mi cuerpo cuando estábamos lejos.- pase por el costado del escritorio rozando su superficie con la punta de mis dedos.- Por eso creí que faltar a la tienda un día no le haría mal a nadie.- cuando estuve frente a él apoye mis manos en su pecho, acariciándolo sobre el chaleco del traje.

Lo empuje un poco, obligándolo a sentarse en la silla que tenía a sus espaldas, y me desabroché mi saco, dejándolo caer al suelo y revelando mi lencería de seda negra.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo de pies a cabeza y suspiro, extasiado. La droga ya lo llevaba al límite de la cordura, no me quería imaginar cómo estaba su cabeza conmigo en lencería.

Cubrió su boca con su mano, recorriendo mi cuerpo con ojos deseosos y lujuriosos. Su dedo índice de su otra mano se movió en círculos, indicándome que quería que diera una vuelta. Lo hice con una sonrisa y lo escuché maldecir en gitano al ver la parte trasera, dónde se dejaba ver mi espalda y mi trasero se marcaba de más.

De nuevo frente a él, me senté en su regazo, lentamente, disfrutando de torturarlo un poco. Su desesperación era evidente y, cuando quiso apresurar las cosas, lo detuve y negué con la cabeza, riendo al ver su exasperación.

Moví mi cadera y roce nuestras intimidades, gimiendo cerca de su boca y escuchando su suspiro.

-Dejame tocarte.- suplicó.

-No.- negué.

-Por favor.-

Siendo suficiente tortura para mí, lo bese y las cosas se desataron. Sus manos volaron hacia mi trasero y lo apretó con fuerza, acercándome más a él si es que eso era posible.

Sus labios fueron a mi cuello, dónde beso y dejo pequeñas mordidas. Suspire y tire de su cabello.

Se levantó de la silla sujetando mis piernas y me sentó en el escritorio.

Sus manos parecían ansiosas por tocar todo mi cuerpo, deslizándose por mis piernas y subiendo por mi pecho hasta acabar en mi cuello, dónde apretó sin llegar a asfixiarme.

El momento hubiera sido perfecto si no fuera por un par de toques en la puerta.

-Ignoralo.- me pidió Finn, pero la persona del otro lado insistió. Mi novio volvió a maldecir en gitano, esta vez gritando.

-¡Hay alguien que quiere hablar contigo! ¡No me dijo de que, pero insistió!- la voz de Isaiah se escuchó atravez de la madera de la puerta.

-¡Esta bien! ¡Dile que espere un momento!- respondí y volví a mirar a Finn, con la respiración agitada.- ¿Que tal si lo dejamos para después?- el me fulminó con la mirada, inconforme. Lo agarre de su corbata y lo acerque a mi, dándole un beso.

-No me hagas esto. No cuando aún tengo ganas de follarte sobre este puto escritorio.- murmuró. Sonreí.

Me levanté y volví a ponerme el saco para taparme. Luego me acerque a la puerta y la abrí, encontrándome a una chica de aparente nacionalidad asiática, por lo cual fruncí el ceño, confundida. Aún así la dejé pasar.

Ella se acercó al escritorio mientras que yo volví junto a Finn, quien estaba igual o más confundido que yo.

-¿Te puedo ayudar en algo?- le pregunto.

Era extraño que una chica se presentase en un oficina para apostar.

-Algo así.- ella sonrió y su sola sonrisa me generó desconfianza.- Digamos que solo eres un intermediario.

En un rapido y fluido movimiento, saco un arma y me apunto con ella, por lo que Finn respondió y se paró para apuntarle a ella.

-Llama a tu hermano...- ordeno la chica sin dejar de apuntarme.- O disparo.

Finn apretó la mandíbula, enojado e impotente. Tomo el teléfono sin bajar el arma y llamo a Thommy.

-Arthur, ¿Que diablos es esto?- hablo con desesperación, observando el arma de la chica, que me apuntaba. Su respiración empezó a agitarse por la incertidumbre.- Arthur.

Y entonces la chica apretó el gatillo.

No pude evitar gritar ante el susto.

La bala paso rozándome la maldita cabeza, mientras que Finn disparo en su contra pero la chica esquivo la bala y salió corriendo de la oficina.

-¡Claire!- Finn se acercó corriendo.- ¿Estás bien? ¡Maldita sea!- me abrazo después de comprobar que no tenía ninguna herida, con el corazón latiendo a mil por hora y casi sufriendo un ataque de pánico.- Estamos bien.- le dijo a Arthur atravez del teléfono.- Estamos bien.

Pero después la furia inundó su cuerpo. Salió corriendo de la oficina hasta llegar a la calle. Corrí atrás de él, tratando de evitar una posible locura.

-¡Finn!-

Ambos entramos al Garrison para luego irrumpir en la habitación privada.

-¿¡Que diablos está pasando?!- gritó al entrar, apuntando a un hombre, también asiático. Tom y Arthur lo detuvieron, pero un disparo se escapó del arma.

-Finn, estamos hablando del negocio.- trato de tranquilizarlo Thommy.

-Apunto a Claire. ¡Casi la mata!- gritó.

Tom me miró.- ¿Estás bien?- asentí.- Está bien. Ella está bien. ¿Lo entiendes? Sigue viva y está bien.- le dijo a Finn.

Arthur siguió tratando de calmarlo y Tom se acercó a mi.

-¿Encerio estás bien?-

-Si, Thommy. Tranquilo.- sonreí.

Finn y yo nos fuimos del Garrison segundos después. La gente nos miraba al pasar y el castaño agarro mi mano, apretándola como si quisiera asegurarse de que seguía ahí, a su lado.

𝐑𝐞𝐝𝐡𝐞𝐚𝐝 || 𝐅𝐢𝐧𝐧 𝐒𝐡𝐞𝐥𝐛𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora