Cinco

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El departamento de Hyejoo estaba muy alejado a la idea que tenía de él, no era para nada cercano a lo que había imaginado. La estructura del departamento era igual a la de todos; un espacio amplio en el que el único lugar rodeado de muros era el baño, una pequeña cocina junto a una barra para poder tener sus comidas del día, la cama de la pelinegra en el mismo lugar que la suya, frente al gran ventanal.

Las paredes pintadas de blanco, las sábanas de un suave beige, el panel de control en el mismo lugar que el suyo, en cuestión arquitectónica era igual al suyo.

Sin embargo podía notar las claras diferencias.

Varios lienzos con diversas pinturas se encontraban en una esquina del lugar, otros pocos seguían secando cerca del ventanal, además de que pudo notar unas cuantas decoraciones que no tenía idea de donde había sacado, pero le gustaban. Ver un departamento con un toque personal le parecía extraño después de solamente conocer la misma estructura y decoración en todos los demás.

— Me gusta tu departamento — dijo en voz alta, sus ojos seguían analizando el lugar mientras que la azabache la analizaba a ella.

— ¿De verdad? Creo que es un desastre.— Hyejoo rio en voz baja antes de tomar su vaso y dar un sorbo a su bebida —. Tengo muchas pinturas sin guardar.

— Supongo que le da un toque de tu personalidad.— Alzó los hombros girando el rostro para centrarlo nuevamente en la pasta a medio comer de su plato —. El mío es muy básico.

— A mi me gusta — respondió ofreciéndole una pequeña sonrisa —. Uhm, sobre tus preguntas.

Chaewon alzó la mirada con rapidez.

— ¿Si?

— ¿Qué quieres saber?

Hyejoo mordió su labio esperado con paciencia las preguntas de la rubia, sabía que esto pasaría tarde o temprano y siendo sincera ya había anticipado algunas respuestas, porque realmente tenía planeado contarle todo. No en ese momento, pero si lo había planeado.

Chaewon era un alma curiosa, lo confirmó el día en que la conoció, nadie sigue a una persona solo porque si, solo ella. Lo recordaba cada vez que la veía perdida en el horizonte, observando con gran atención cada detalle en el ambiente y estirando repentinamente su mano en un intento de tocar las cosas.

Chaewon era rubia, linda y curiosa.

— ¿El profesor lo sabe?

— No, no lo sabe — respondió alejando el plato de ella para poder colocar sus manos sobre la mesa y haciendo lo posible para mantener el contacto visual—. Es algo... difícil de explicar.

— Puedes intentarlo.

— Mi amor es general, no hay recomendaciones para frenar su avance, es imposible intentar detenerlo. Incluso si me aíslo aquí, terminaré encontrando una cosa que amar, así sea mi propia soledad.— Una pequeña pausa se hizo presente, solo dejando que en el lugar se escucharan sus propias respiraciones —. Estoy en fase dos, muy cerca de la fase tres y bueno...

La rubia lo entendió.

— No podemos trabajar en etapa tres.

— No puedo perder esto, no quiero terminar con salud y seguridad.

Salud y seguridad, Chaewon solía escuchar mucho sobre ellos incluso antes de contraer amor.

Una organización encargada de mantener a los afectados bajo vigilancia, llevándolos a un lugar a las afueras de la ciudad cuando llegaban a la fase tres o cuando los encontraban realizando actividades no permitidas. Era algo muy similar a un hospital, con médicos, enfermeras y muchos guardias; las personas entraban enfermas y dentro se buscaba su cura, sin importar que tan doloroso o perjudicial fuera para el paciente.

Sickness | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora