Besaba a un chico, con aroma a flores y un bálsamo labial con sabor a sandía y estaba siendo lo mejor que había hecho, el sujetó aún más fuerte mis glúteos, sin duda, estábamos siendo terriblemente descarados, pero con su atuendo, y la oscuridad de la noche, parecíamos una más de las parejas, perdidas entre la zona de hoteles del lugar.
Llegamos a uno de los hoteles de paso, más conocidos de la zona, era un hotel con paredes de mosaico en tonos verdes y azules, con plantas de plástico, con un aroma a aromatizante.
La encargada era una señora con lentes, que estaban recargados en la punta de su nariz, mientras tejían una prenda que parecía ser un gorro para su perro, no prestó atención a mi acompañante, ni a mi, solo me acercó una libreta para anotar mis datos.
De nombre puse Chris Rogers, e inventé un número de teléfono cualquiera, ni siquiera leyó el cuestionario, solo me dio la llave de la habitación 43.
Ambos buscamos la habitación, dándonos cuenta que estaba en el piso de arriba, los pasillos estaban oscuros, mientras esa señora veía la repetición de la novela de las 9, los sonidos obscenos de las parejas que se hospedaban, estaban de fondo.
Pronto encontramos la habitación 43, abrí la puerta, rechinaba, y parecía estar chueca, no quería ni saber, lo que ese colchón tenía en la memoria, solo se, que en cuanto entramos, el apagó la luz.
Se acercó a mí, a tientas, me besó de nuevo, acariciando mi cuerpo sin reparo, incluso se dio el lujo de besar mi cuello, comenzaba a sentir que era demasiado para mí, cuando el ya estaba acariciando mi estusiasmada entre pierna.
No se si fueron las copas de más, o pensar que no había nada que me detuviera, solo se que lo tomé de la cintura para besarlo con más profundidad.
Aunque la luz faltaba, sabía que el cuerpo que estaba acariciando era el de un hombre, besaba su cuello, incluso pasé mi lengua por su manzana de adán, confirmando que estaba teniendo un encuentro subido de tono, con aquel chico.
El desabrocho mis pantalones, al igual que yo, era un chico que quería experimentar, lo que la sociedad le había negado, el también sabía que estar con un hombre, era el último paso, para saberse homosexual.
Éramos dos personas con hambre de conocimiento, unos locos hormonales que solo habían visto por videos o historias, lo que se debía hacer, pero que requerían la práctica necesaria.
Podíamos al terminar la noche confirmar que nuestra sexualidad, era diferente a la que había sido todos estos años, o simplemente tomar aquel encuentro como un equivoco.
- Eres un chico con iniciativa - le dije, quería disimular que yo también, moría por cruzar la línea.
- Oh por favor, tu también mueres por hacerlo - tenía razón, tanta, que cuando mi pantalón cayó al piso, busqué la manera de lograr que esa falda, también fuera desaparecida.
El adivinó mis intenciones, tocaba mi abdomen y mis pectorales, con demasiado entusiasmo, mientras yo, masajeaba como un loco su retaguardia, no cabía duda, no eramos ni el capitán América ni el dios nórdico, pero estábamos cumpliendo cada una de nuestras fantasías.
Sentí su miembro tan erecto como el mió, toqué toda su extensión, yo también era hombre, sin duda, sabía donde tocar, ambos terminamos masturbandonos antes de incluso pensarlo, años de deseos reprimidos se cumplieron en una sola noche.
Cuando pensamos llevar aquello a segunda base, la pregunta de quien iría abajo, fue lo suficientemente fuerte para dejar todo en pausa, ninguno de los dos quería terminar llorando por ser un par de inexpertos, pero aunque aquel encuentro quedó a la mitad del camino, había sido lo último que necesitaba para entender que mi cuerpo y mente vibraba, por otro hombre y no solo por una mujer, ahora parecía que mi mente se había organizado y que ahora podía entenderme por completo.
La mañana llegó, cuando desperté el se había ido, un número de teléfono estaba apuntado en aquel espejo viejo, con bálsamo labial rosa.
Reí, no había completado el juego, pero había sido un excelente juego previo, estaba iniciando mis estudios en la uníversidad, llegué a mi salón de clases viendo a un JJ, con una clara cruda moral y física.
- Diablos, siento que mi cabeza va a estallar - me decía, mientras se apretaba la frente en clara señal de desespero.
- Pero que tal anoche?, no supe que te fuiste, hasta que te busqué - comenzó a reír.
- Fue genial compañero, de verdad lo fue, y tu?, anotaste un buen cuadrangular? - negué, el me hizo una expresión de fastidio.
- No me engañes, estamos juntos en esto, te vi llegar al hotel con una chica... Y ahora me dices que no?, amigo, qué clase de confianza es esa?.
- No era una chica... Era un chico.
- Wow, wow, esto es nuevo, te fuiste por las ligas mayores.
- No malinterpretes, me quede a mitad del camino, antes de siquiera intentar anotar.
- No se te despertó?.
- Estaba más que entusiasmado, pero ninguno de los dos quiso ser, el que recibe, ya sabes.
- Solo tienes que convencerlo.
- Quien va a querer, darle su flor, a un inexperto como yo?.
- Aprende a usar esa cara seductora para algo - el tenía razón en ello, pero era un chico que a penas comenzaba en un mundo, que jamás creyó era el suyo, era a penas un niño, jugando a conocer el mundo.
Sin embargo, justo antes de dormir, mandé un mensaje, Yuuri Katsuki era el nombre de aquel chico, en la oscuridad nos habíamos conocido lo suficiente, pero aún así mis manos temblaban, estaba en un mundo ajeno, y el también, no nos aria daño conocer aquel mundo juntos.
El contestó mi mensaje, la plática duró hasta el amanecer, quedándonos de ver al día siguiente, estudiaba en un campus a varias horas del mío, era un chico que jugaba vóleibol, en el equipo de su universidad, verlo con su uniforme deportivo, sin ropa de chica, con aquella determinación para hacer el remate de varias jugadas, fue un golpe a mi corazón, ese chico era demasiado atractivo para mí, lástima que aquello no podía pasar a segunda base.
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El Chico Que Abrazaba Mi Espalda
FanfictionViktor Nikiforov va a vivir con su novia Mila Babicheva, decidido a comenzar de nuevo, pero todo cambia cuando un viejo amor toca a su puerta, con el rostro del mejor amigo de su pareja, al verlo recuerda que era.... El chico que abrazaba su espalda